EINSIEDL

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miércoles, 23 de diciembre de 2015

OCHO PÁGINAS DE LA ARCADIA PERDIDA


¿Don Francisco, cuándo será el entierro?.Porque la familia está lejos y….

¡Borriquín, soy cura viejo, está todo previsto!.!Será pasado mañana al atardecer!, el orondo y venerable clérigo calmó la furia inquisitoria del yerno controlador.

¡Sí, no habrá problema ,porque tal como nos explicó Pepe el Practicante a Leonardo y a mí  ,con la inyección pre-embalsamiento el cadáver aguanta varios días sin descomponerse!, intervino Pablo con la mejor de las intenciones, y con enorme tristeza y unas furtivas lágrimas poco habituales en aquellos  curtidos luchadores contra el infortunio de haber nacido en tierra inhóspita ,no pudo por menos que añadir:!aunque hubieras sido mejor que esto no pasase!.

¡Sí, mejor!, y Leonardo cruzó con Pablo una mirada triste y llorosa.

¡Vale, primos, vale, pero dejadme a mí encargarme de todo, como único responsable serio y directo!, enseñó el de Serandi sus poderes con aspereza.

¡Perdona, chaval, no era nuestra intención el inmiscuirnos!, se disculpó Pablo.

¡Bueno, no pasa nada!.!Pero podéis hacer algo por mí, si queréis……….!, y Álvaro, suavizando su habitual expresión bronca ,aprovechó la mansedumbre de los primos de su suegro para involucrarlos en la situación y que le facilitasen a él el urdir sus planes con la máxima eficacia.

¡Sí, por nuestro  primo haremos lo que haga falta!, replicó Leonardo, algo más retraído que Pablo.

“-¡A ver, tranquilo, borriquín, que tú eres ahora el cabeza de familia, pero yo, aparte de cura, o justo por serlo, además de algo pariente, me quedaré aquí hasta el amanecer, y Diógenes me acercará a tiempo para celebrar la Misa de las nueve y para reunirme con los otros curas del Arciprestazgo y  tomar acuerdos para las distintas celebraciones en honor del Santo Padre Juan XXIII, que se murió anteayer”!.

¡Ay, ese Papá será santo, ya lo veréis los más jóvenes!!Y su primer milagros será facilitar, aunque parezca un contrasentido, que la muerte de Gaspar sea una celebración tal cual la Iglesia quiere y el pobre Gasparín se merece!”,y el pobre cura no pudo por menos que soltar unas lágrimas.

¡Vale, Señor Cura, vale, pero me voy  a  ver si alcanzo a Diógenes!, y  Álvaro  salió disparado hacia su tractor.

-¿Qué otra cosa de malo ocurre, Álvaro?.¿Dónde vas sin decirme nada?

“¡Tú vuelve a la cama, vengo enseguida!, ordenó  a su esposa, recién espabilada de la anestesia, el nuevo jefe de la familia de José Manuel.

¡A ver si Diógenes me permite llamar a La Argentina desde su teléfono, por no despertar al encargado de la centralita de La Nava, aunque vaya si le despierto, si es preciso, que para eso está!”, y es que  Los Tempranos no se andaban con rodeos.


¡Venga, borriquín ,corre, que aquí te esperamos!, y Don Francisco contempló desde la puerta cómo Álvaro se encaramaba al tractor y descendía raudo y veloz hacia la carretera.

¡Este loco seguro que alcanza a Diógenes antes de La Revuelta!,  y Saturno  dejó entrever entre irónico y triste su deseo de que Álvaro permaneciese fuera de la casa el mayor tiempo posible, pues por la forma en la que había hablado a los primos de Gaspar, y por el nulo interés mostrado hacia aquella familia tan cariñosa y servicial con la del difunto,María, él mismo, Paco o Justo, seguramente que los afectos mutuos desaparecerían una vez Gaspar y Ermelinda compartiesen su definitiva mansión en  el camposanto de San Miguel.

Pronto la impronta de Los Temprano se haría notar en La Reguera, en La Cañega, hasta en La Helechosa, tal como en Serandi y todo el Valle de Fontoria.

Don Francisco, hombre de Dios, pero  con los pies en la realidad mundana, muy unido a las gentes, al terruño, a los problemas de sus feligreses, incluso un tanto guasón  cuando  en el café negro se  sustituía el azúcar por unas gotas de coñac o de anís-y en todos los velatorios se le servía a los hombres, y a alguna atrevida mujer ,principalmente las más ancianas ,vino y licores, aparte café ,dulces y fiambre para todos, como último homenaje al difunto- aprovechó para decir¨:
¡Borriquinos, ahora qu el lobo se fue y tardará en volver, acabaré  de  contaros las aventuras de Gasparín  y mías cuando los rojos nos buscaban!

-¿Señor cura, cómo sabe Vd. que este muchacho tan nervioso y veloz no va a venir antes de una hora?, preguntó Pablo.

“¡Ay, Pablín, más sabe el cura por viejo que por cura!.!A los feligreses os conozco como si os hubiese parido, aunque sólo os haya bautizado, y Álvaro, aunque no lo bauticé, fue feligrés mío muchas veces, cuando me ocupé provisionalmente de Serandi, pero a Luisina la bauticé, le di la comunión, la uní a ese mastuerzo,Dios me perdone,para lo bueno y para lo malo, así que como si lo hubiese parido a él  también, já,ja´!.

En otro párroco y  en otra parroquia  tal perorata hubiese sonado irreverente, pero los feligreses de San Miguel  estaban acostumbrados a la expresión dicharachera del anciano sacerdote, e incluso el más orgulloso, como Eutimio de La Helechosa,  ex jefe de  contabilidad de las Galerías Rodríguez de La Habana ,que llevó a juicio al vistor por llamarle burro en una partida de bolos ,aceptaba el ser apodado borriquín en las conversaciones con el clérigo.

¡Mira, me juego mil contra uno a que Álvaro va a pedir a sus hermanos que vengan por avión mañana mismo, no sólo para el entierro de Gasparín ,pero también para que Ermelinda pueda conoc er a su nietín antes de…….., y para arreglar las cosas, que José Manuel  al convento, y que Las Regueras de Gaspar sean Las Regueras de Los Temprano!.

¡Y si Diógenes se pone a tiro, pues tratan también algún monte ,incluso  el bosque de La Cañega de Gaspar, porque los dos son negociantes de raza, parecen hermanos de cuna, Dios me lo perdone, já,já!”.

-¡Don Francisco, por favor, cuente lo que quiera, menos que Ermelinda está muy mal, porque José  Manuel está muy inquieto, sentado junto a su madre, y tengo la sensación de que  con el oído aguzado!, suplicó María, que andaba de un lado para otro, atendiendo a todos, aunque con especial dedicación a la enferma y a sus hijos.

¡Tienes razón, Mariína!!Vamos a hablar de rojos y azules, aunque Gaspar era caqui y yo negro corbacho, como me dice Ramonín el Cubano  cuando  compartimos algún copina, já,já!

Y el cura se lanzó al fin a relatar la prometida historia mientras en el cuarto de la tristeza la servicial María trataba de buscar algo de consuelo, algo de sentido a la relación entre una madre moribunda, una hija histérica y preñada, y un infeliz adolescente al que el futuro le seguiría deparando por mucho tiempo multitud de mandobles.

La madre aún seguía ahogando su dolor  y sus dolores en la anestesia inyectada por Pepe, Luisina volvía a adormecer entre cansada  y drogada, y el pobre José Manuel, con la eterna dualidad suya, quizá ya poseída cuando era un ser  futurible en el pensamiento de las fuerzas creadoras del universo, y que aún poseería cuando se adentrase en la tercera dimensión, después de una triste doble vida en esta segunda dimensión, buscaba el no dormirse para enterarse de lo que se cocía, aunque muchos le tuviesen por tonto o al menos por abúlico, pero tampoco deseaba participar en aquel velatorio en donde su padre, como dormido en el ataúd, parecía presidir con su sonrisa de siempre aquella reunión como si fuese una de las muchas de la familia o de los vecinos, sabiendo que si le preguntaba algo no le respondería porque estaba muerto.
Encima, el pobre rapaz hasta se sentía culpable, porque  a lo mejor si hubiese calmado a las vacas, su padre no hubiese blasfemado y Crispín no hubiese cometido el sacrilegio.

Lo de siempre ,víctima y culpable a la vez, o cornudo y apaleado si se quiere.

Ninguna de esas preocupaciones atribulaban a Álvaro mientras compartía con Diógenes café y puro para celebrar la venta de la madera del bosque de La Cañega de Gaspar y  el monte de Sierra Alta de los Temprano, una vez las fructíferas llamadas a La Argentina , para avisar de los funerales, porque él sabía que en menos de dos semanas Ermelinda  ya estaría en San Miguel con Gaspar, y para rematar la cuestión de la herencia, metiendo a José Manuel en el lote, no como heredero sino como cosa heredada y molesta,y a Serandi, para dar órdenes a Cazurrín , el  fiel sirviente maragato que se ocupaba de la casa y de los animales  en ausencia de los dueños.

¡Diógenes,tienes que perdonarme el coste de las llamadas, que te vendí muy barata la madera!

¡Já,já, eres como tu tío  y tu padre!.!Negociantes maragatos puros, por las buenas o por las malas, por delante o por detrás!

¡Já,já!, y las risotadas con desparpajo y falta de pudor del yerno casi fueron oídas donde su suegro yacía difunto y el cura podía al fin contar su prometida historia.




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