Seguí caminando durante una hora
y cuando regresé, la actividad en el prado era frenética: los niños y adolescentes
ayudaban a cargar el heno en los
tractores conducidos por dos barbudos
cuarentones ,que luego supe eran gemelos, que fumaban en cachimba y que se
habían cruzado conmigo. Su galpón asomaba junto al río ,un kilómetro más allá.
Dos elegantes señoras de mediana
edad, en discreto bañador, esparcían tranquilamente con sus “garabatas “de
madera los” maraños” que dejaba atrás la
segadora gigante manejada por el hombre
de la guadaña, que al parecer no era tan marginal como yo a primera vista había
pensado.
Recordé las”cabras”, los espacios
mal segados, que en menor o mayor cantidad calificaban antaño a los
guadañadores. O sea, el hombre de la guadaña para deverar las lindes y para
quitar las “cabras”, y que ahora segaba raudo con su máquina último modelo para
que las elegantes damas garabatasen, era
en verdad técnico de los de ahora y de los de antes.
Y en esa línea, un viejecillo
cabruñaba cuidadosamente el rozón del “ quitacabras” convertido en segador
mecánico, mientras la anciana de la cesta aún seguía trabajando en su
“cocina portátil”, puede que preparando
refrescos que luego sus hijas repartirían. Estampas de la Región de MOTSEIROSO
que sucedían en el mundo alemánico. Algo increíble.
Al día siguiente , Corinne
Wernerburg, una recepcionista con la que
me entendía en francés ,hablando sobre mi día de libranza y la escena del
prado, me contó algo más increíble aún: el viejecito había sido Presidente del
Consejo Federal, algo así como Jefe de Estado, Presidente de Suiza, de la
Confederación Helvética ,por turno anual, en uno de los primeros años sesenta,
poco después de la muerte de Kennedy. Corinne sabía mucho del tema porque
también procedía de URI, el cantón al que representaba el ahora viejo
cabruñador.
Y siempre más increíble aún,
mientras al entonces máximo dignatario helvético lo recibía en el
Despacho Oval de la Casa Blanca el Presidente Lyndon Johnson, la ahora viejecita de la cesta tomaba el té
con la Primera Dama USA y las entonces
adolescentes y ahora “ agarabatadoras”,jugaban en el jardín con las dos hijas
del matrimonio Johnson. ¡Increíble!. Y
en el prado no había escoltas, ni protocolo.Solamente unos sencillos
ganaderos recogiendo la yerba.
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