JUANÍN TSEIROSO venía
de vez en cuando por el monte, daba consejos y órdenes a MINEIRÍN y seguía
contándonos sus experiencias, su larga
historia
.
Pero JUANÍN ya no tallaba bastones. Bastante hacía con
caminar apoyado en la gigantesca gayata de XARDÓN-ACEBO decían los elegantes- de una
dureza increíble, de ahí que él con su sapiencia lingüística
anglogermanizase la palabra
XARDÓN-JARDÓN-HARDOAK. Algo que a mí, aunque niño, ya encantaba oír, más allá
del valor científico-probatorio, aún no sabíamos de NOAH CHOMSKY, porque ya en
mi interior germinaba la semilla del SUIZO TRANSNACIONADO EN FALIETSÁN, de alguien nacido para ir a EINSIEDELN ,dejando
atrás MOTSEIROSO.
Poco quedaba en lo físico del JUANÍN que había tallado la
MULETA DE XARDÓN sesenta años antes en el taller comunitario de LA PARADELA.
Pero aún perduraba el buen humor, la
ironía, el sacar punta a todo ,las comparaciones, las moralejas…….
Quizá ya se había alojado en su cuerpo el mal que lo
llevaría a la tumba. Pero pese a todo, seguía siendo docente, pedagogo ,no sé si por haber ejercido de TSACIANIEGO o justo
por lo contrario: llegar a TSACIANIEGO por tener espíritu individual o colectivo de enseñanza
a los demás propio de los nacidos en LA PARADELA
.
En una de sus últimas apariciones
en el monte común nos contó LA HISTORIA
DEL VAQUEIRO Y SUS TRES MACHOS.
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