EINSIEDL

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jueves, 23 de julio de 2015

VIRGEN NEGRA DE EINSIEDELN PARTE II

Quizá se refería a la alimentación de su vaca o de su burro favoritos. No sé, pero me incomodaba el no poder dar una respuesta a sus cuestiones.

De pronto me asusté: la incapacidad lingüística iba a ponerme en un gran aprieto
Porque tres enormes perros con unos ladridos terribles perseguían a tres muchachos como de diez-doce años que se habían introducido con sus bicicletas al final del prado, lejos de la gente. Los perros debían de ser los guardianes. Los arrapiezos pedaleaban como futuros ganadores del Tour de Francia.
Observador el niño, petrificado yo , esperamos a que pasasen los ciclistas. Pero,……¿y los canes gigantescos?
¡ Milagro ¡ :!se detuvieron!

Uno , el mayor de todos, lanzó el último ladrido enseñándoles los dientes a los fugitivos…………”para otra aquí os espero, ya veréis”…..y luego los tres se acercaron al niño, que les acarició, les habló, y se tornaron mansos.
Yo temblaba. Pero el justiciero se me acercó y le dije: Hallo, Hallo, alles gut…..poco más se me ocurría. Me olió a distancia  y los tres se volvieron a su posición en la frontera del prado con el bosque.


El niño esbozó un  “ Wiederluegge”  y puso pies en polvorosa buscando llegar a tiempo para probar alguna “Delicatessen” de su abuela antes de que sus supongo hermanos o primos hermanos  le dejasen sin nada. Yo, ya tranquilo, y prometiéndome aprender  rápido el imprescindible alemán infantil, canino y de segadores de yerba, continué lentamente.  Al final del prado me detuve y con disimulo, como que miraba al río y al bosque, observé la escena, visualizándola y analizándola lo más posible: todos se sentaban en torno a la cesta de la Oma, de la Grossie, de la abuelita. Todos, hasta el hombre de la guadaña, que yo interpreté-¡ay, mis interpretaciones¡-como el tío abuelo solterón que realiza actividades menores o, quién sabe, un viejo criado de la familia.

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