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jueves, 16 de julio de 2015

MOTSEIROSO-EINSIEDLN-UN BLOG ELEMENTAL


MOTSEIROSO

Abrigaos bien,que Motseiroso está cardín|.Era el toque de atención de nuestra madre ante la inminente nevada. Está ÑIDIO Motseiroso, decían unos vecinos. Por muchos años escuché esas admoniciones. Siempre que mis ojos seguían una recta imaginaria hacia El Ferrol, tropezaban con el Pico Motseiroso y la parte más superior del cuerpo montañoso.Al resto lo tapaba La Sapera, más próxima y por lo tanto menos interesante.

Nunca fui ni a Motseiroso ni a La Sapera. Lo más próximo a Recorba de Abajo. Ni siquiera llegué a Recorba de Arriba,donde están la Iglesia de San Lorenzo y el cementerio de la comarca,a donde traían a enterrar a los difuntos de La Sapera.Siete kilómetros de subidas y bajadas por un serpeante risco,con el caballo o el mulo que soportaban el ataúd sobre unas angarillas especiales,con Vicentón de Bustavil como palafrenero,mano firme,enérgica y poderosa,hasta llegar  a La Llana,un kilómetro antes.

Vicentón, sacristán ,arriero,enterrador,y muchas más cosas,con una mano sujetaba a la bestia y con la otra descendía las angarillas para que cuatro hombres de la familia  o de entre los vecinos de más confianza,recogiesen el ataúd y lo trasladasen al estilo tradicional,en procesión,precedidos por Don Francisco,el párroco,que allí estaba esperando junto con los monaguillos,y al recibir el cadáver rezaba el primer responso y guardaba los primeros duros para las ánimas.

La excepción a este ceremonial  venía de Casa de los Indianos de La Sapera..Bueno,sólo se contabilizaban cuatro entierros de la casona en los treinta últimos años,desde que llegara de México ,rico,el antes pobre emigrante de La Casina de Motseiroso, Pacho Feito y construyera la lujosa mansión impropia por excesiva para lo apartado y poco visitado de la zona.Pero Pacho era demasiado Pacho.Así se había hecho ríquisimo..Y caprichoso,como cualquier Tirano Banderas,cualquier cacique de Las Américas.

Los primeros dos entierros fueron los de Lín y Ramona, los padres del hacendado,pocos años después de la construcción de la casona.El tercero,el suyo propio,cuando yo era niño,el cuarto y último registrado antes de la nueva época,el de su mujer y madre de sus tres hijos. Inés de Ceibe, novia e incluso esposa a distancia. En esos cuatro entierros,al estilo de Iberoamérica, se contrataban a doce mozos fortachones para que se turnasen y el ataúd fuese llevado a mano desde la Casona hasta la Iglesia. Y si en otros entierros Don Francisco esperaba a la comitiva,revestido y con los monaguillos,al comienzo de La Llana,en el caso de los indianos, la cosa era distinta:Don Francisco esperaba en la puerta del templo acompañado del viejo Don Manuel de Cezures,gordito y renqueante y del joven Don Luis de La Andolina,elegante,alto y altivo.

Ambos eran también presbíteros,pero Don Francisco le ponía la estola cruzada de Diácono a Don Manuel y la casulla cuadrada sin estola a Don Luis,rebajado en la ocasión a Subdiácono. El féretro llegaba a manos desde la casa fúnebre,casi ocho kilómetros,precedido de Don José del Rellán, en sus cincuenta y muchos cuando yo lo conocí,el cual celebraba continuos responsos desde la salida hasta la llegada al puerta de la iglesia.Don José,de casi dos metros y poderosa zancada,enérgico,decidido para todo,decían algunos,,recibía de la Casa de los Indianos el triple de lo que Don Francisco  cobraba para repartir con Don Manuel y Don Luis,y para gratificar a los monaguillos,a los cuales a veces también daban unas monedas los deudos de los diferentes funerales.Monedas que eran un tesoro en aquella economía de supervivencia.

Todas esas historias tan tétricas,con entierros casi de noche cruzando La Llana,me daban mucho miedo.Y a la vez me hacían crecer en mí el deseo de conocer aquellos parajes.Ya pasaron varias décadas y aún sigo esperando a realizar mi sueño.Sueño difícil de realizar,por otra parte.No fui cuando se necesitaban cinco horas para recorrer veinte kilómetros a buen paso,y sin embargo yo podría andar treinta en seis horas. Ahora sólo hay que caminar los tres últimos kilómetros,los demás son accesibles  por una pista forestal,casi una carretera. Pero un anciano con fibrilación auricular no está para demasiados trotes.Y el puentecito de La Pontiga, valga la redundancia,es un peligro.En realidad no hay puente,sólo un tronco de árbol de orilla a orilla. Debajo, las aguas cantarinas del Arroyo del Sapo con su fuerza acumulada Sapera abajo, bañando unas rocas con unas aristas que podrían ser mortales.Y es que La Pontiga tiene una historia muy imbricada en los miedos y las supersticiones de aquellos parajes.Cuando traían el cadáver de Pacho hacia su última morada,en la época de mi niñez,ocurrió algo terrible. Era por Febrero, tras una gran nevada, y los mozos resbalaron sobre los tablones de la pontiga, cayendo los cuatro al río junto con el féretro ,el cual se iba arroyo abajo,arrastrando por la torrentera. Todos daban voces,no hacían nada,ni socorrer a los mozos ni  rescatar el ataud.Sólo Don José,dando terribles voces de admonición en latín y en castellano,corrió  raudo por la orilla y se tiró delante del féretro justo a punto de estrellarse contra una inmensa roca. Me ahorraron más explicaciones. 

Según voces discretas,y a la vez maliciosas o supersticiosas,lo cual parece contradictorio,Pacho era masón o rosacruz y recibia  un castigo del buen Dios que lo acogería,a través del cementerio de Recorba, en la vida eterna.Ganas,no exentas de un miedo morboso, trémulo, tuve por años de recorrer La Llana,La Pontiga,encontrarme con los cuerpos y los espíritus que por allí pululan. Eso me dijo un borracho que había enterrado recientemente a su abuelo, al que confundió con un blanco abedul.Al miedo siguió la  decisión imprudente de cortar todo de raiz, y La Llana ardió un día y una noche. Nada que ver con EL LLANO EN LLAMAS de Juan Rulfo.

Veinte años tardó un guardia civil en descubrir la verdad sospechada.Y es que cuando autoridad y pueblo se hacen uno en la taberna,las cosas quedan más claras.Espero ir La Sapera, La Pontiga, Recorba, La Llana.Y a MOTSEIROSO, que allí yace la fuente de mis primeros sueños. Los que siempre quisieron llevarme a EINSIEDELN

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