EINSIEDL

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martes, 30 de abril de 2019

JUBILOSO



Paseo por la ciudad mientras los interesados se interesan por saber si a Juan o a Diego ,a Ramona o  a Luisa les ha tocado el premio de una prebenda en Madrid durante los próximos cuatro años. Mir ist gleich!=A mí me da lo mismo!, dicen los teutones.

O no!.Porque de súbito tropiezo con el cura inocente y su expresión beatífica me pone en guardia:

-¡Cuánto me alegro de verte jubiloso, disfrutando de tu jubilación!.Ese contraste entre jubilación y pensión que se da en el idioma castellano lo resuelve el siervo de Dios arrimando el ascua a su sardina:

-¡Yo sigo mi jubilación activa, porque cobro siempre igual, aunque desde que cumplí los sesenta y cinco años no me paga la diócesis sino la Seguridad Social, como a ti!.!Pero vivo en júbilo permanente cumpliendo mi sagrada misión!.

¡Pues que Dios te lo recompense, que de rebote también me recompensará a mí!.

-¡Já, já, já, qué pícaro eres!.Para un cura inocentón como él, cualquiera es pícaro.

-¿Pero tienes miedo a que los políticos nos quiten la paga?.!Ya verás que no!.

¡No estaré yo tan seguro!.!Aunque creo que el mundo no irá a la quiebra porque al mando están los bribones y no los infelices como tú y como yo!.

-¡Bueno, no pequemos de orgullo y aceptemos las leyes siempre que sean justas!.Le sale lo habitual de su repertorio.

¡Sí, que Dios nos dé salud y suerte para disfrutar jubilosos hasta el final!.

-¡Así será, amigo!.!Da recuerdos en casa!.Y sigue su camino.

Yo sigo mi camino, meditando cuán feliz es el cura inocente no preocupándose de los bribones, conformándose con ser párroco de una humilde barriada. No va al obispado a hacerle la pelota al obispo o a la curia sino a buscar, en sazón propicia, limones y naranjas, higos y granadinas del jardín episcopal .Más de una vez me obsequió con algunas piezas de las que traía en sus dos bolsas.

¡Es como un niño grande!, dicen, supongo, los obispos.!Su único pecado es saludable: le encanta la fruta!.

Dios, el Papa, que es amigo personal de su hermano desde hace mucho, la Santa Cooptación, le han agradecido a él, el cura inocente, su inmensa bondad, haciendo obispo misionero a su hermano amigo del Papa .El ahora obispo es el benjamín de la familia, el cura inocente el mayor, una década de vida les separa ,pero no es tan inocente ni tan jubiloso:!supo y sabe estar en el lugar conveniente a la hora más propicia!.!Como los políticos!.

El cura inocente y yo nos conformaremos con ser jubilosos jubilados, él diciendo Misa y yo caminando con gafas oscuras y tapones en los oídos, para abstraerme de este mundo de infamia que dicen el mismo Dios bendice.

Algún día le preguntaré al cura inocente si el Dios que bendice la infamia es el mismo que el Dios que nos jubila y nos hace sentirnos jubilosos.

¡Porque tengo mis dudas!.

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