EINSIEDL

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jueves, 29 de diciembre de 2016

DIECISIETE PÁGINAS DE LA REGUERA

Todo pasó muy rápido para José Manuel: el entierro de su padre, la descarada apropiación por parte de Álvaro de La Reguera, la agonía, la muerte y el entierro de su madre.

Ese espíritu de supervivencia de todos los seres humanos, incluso de los pusilánimes, de manera subjetiva, y la oportuna intervención objetiva de Mabel cuando las circunstancias lo requirieron, ayudaron a que el joven huérfano soportase estoicamente todo el calvario que le cayó encima en tan poco tiempo.

En realidad, José Manuel venía siendo chivo  expiatorio desde antes de su gestación para sustituir o suplantar a su difunto hermano, para ejercer el triste oficio de “niño muerto viviente”, de “difunto vivo” en resumen.

Veinticinco días después del entierro de Gaspar, quince después de la muerte de Ermelinda ,llegó el momento de decir adiós a La Reguera, que quizá ya sólo sería La Arcadia Feliz para  Álvaro, el Sultán Contrarreconquistador, porque el destino de Luisa Sofía era ,en apreciación de José Manuel, el de puta y esclava al servicio de Los Tempranos, antes que el de feliz consorte del nuevo propietario de La Reguera.

Ni para Luisina volvería el predio familiar a ser La Arcadia Feliz de antes. Para José Manuel, quizá ni La Arcadia Perdida, porque negros nubarrones puede que borrasen definitivamente de sus más profundos pensamientos todo lo vivido hasta entonces, enterrase al niño muerto viviente y al difunto vivo ,y, como determinados seres elementales, se autogestase a partir de su propia desgracia, para andar por este valle de lágrimas con el mismo nombre y apellido, pero sin tener nada que ver con lo vivido en sus primeros catorce años de vida.

Hilda y Luisina pidieron a María que viniese para ayudar a su cuñada a preparar el equipaje de José Manuel, dos baúles enormes en los que quizá irían todas sus pertenencias. También vinieron Saturnino y Justo para explicar a Grabelín y a Layón los últimos detalles del funcionamiento del caserío, para corregir las carencias detectadas por Álvaro.

-¡Tú tranquilo, que siempre estarás en nuestro corazón, y en nuestra presencia, así que la vida quiera ayudarnos un poquito¡, y María, a su estilo, frotando la espalda del joven, lo abrazó con ternura.
José Manuel se secó tranquilamente las lágrimas que no pudo evitar ,sonriendo a todos, incluso a su cuñado, que enseñaba el colmillo en plan triunfador.

Saturnino, María y Justo estaban seguros de clausurar en aquellos momentos una época maravillosa, y por eso la tristeza les embargaba.

Quiza la tristeza de ellos, fuese la alegría de Álvaro, que confiaba en no volver a verles nunca más por allí.

-¡Chaval, a lo mejor nos vemos antes de lo que algunos piensan!, y la dizque profecía de Saturnino  puso en guardia al joven Temprano, que fiel a su estilo se salió por la tangente con una malintencionada premonición: ¡ no es fácil que un caballo aguante más de un día sin descansar!
.
-¡José Manuel, paciencia, que los días vuelan, pero los caballos también, já, já!, y la especie de oráculo emitido por Justo ya no encontró respuesta en un Álvaro  a la defensiva.

Al día siguiente, muy temprano, la comitiva se puso en marcha.

El Rambler de los Tempranos ,con el Sultán al volante y una infeliz y llorosa grávida de copiloto, ya no era el ocasional furgón fúnebre sino un camión de la mudanza, repleto de paquetes con documentos, fotografías y cuadros, joyas de distinto valor, todo aquello que antes justificaba que Gaspar era el dueño de La Reguera y que a partir de entonces sería exhibido por Álvaro como señal de dominio sobre las nuevas tierras conquistadas.

Del triste espolio ,Serapio Robustiano, se conformaría con unas pocas fotos de sus padres y con algún pequeño detalle para su mujer y su hijo, pero Mabel le echó ovarios a la cosa para que ni su marido ni su cuñado fuesen ninguneados, y tanto los documentos en general, y las últimas escrituras notariales en particular ,como lo que La Hermosa Rubia Argentina consideró era de ley repartir, pasaron a los baúles de los Rodríguez Donadio y de José Manuel.

Hilda , al igual que Luisina, se preocupó más por los abalorios femeninos de la herencia que por otros asuntos, pero Plácido, como  cómplice de quien a la vez era su hermano y cuñado, también acaparó todo lo que pudo.

-¡Cuñado, tenés un minuto para mí!, le dijo Mabel al despreocupado rapaz que no mostraba en apariencia interés alguno por los documentos o por el parco espolio que le había correspondido.

¡Si, voy!

-¿Confiás en nosotros, en tu hermano de vos y en mí?

-¡Sí…sí!, la contestación del joven, aunque mustia, fue sincera, positiva.

-¡Mirá, si es así, creo que esos documentos mejor te los custodiamos nosotros, para evitar que el diablo los manipule!, y señaló las carpetas que el inocente huérfano había dejado sobre el alfeizar de la ventana..

¡Sí, sí, confío en vosotros!.

-¡Recién los necesitases ,te los enviaríamos de urgencia!, y aquellas palabras de La Argentino-Tirolesa tranquilizaron definitivamente al joven infeliz, que podría descansar hasta que se enfrentase a su duro e incierto destino.

¡Incierto ,pese a saber de antemano que los frailes dominicos se ocuparían de todo!.

¡Su fe se había vuelto muy selectiva!, y es que cuando arrecia la lluvia, de poco sirven las salmodias sin un buen paraguas! .

Cuando el Old Rambler  se puso en marcha, en una procesión que casi parecía fúnebre aunque no lo fuera, José Manuel, acomodado en el asiento de copiloto del Rent-a-Car conducido por su hermano, Mabel y Gasparín en la parte de atrás, Hilda y Plácido en el taxi de Quelín, con el de Panizo como furgoneta en apoyo del Rambler hasta La Casona de Los Temprano, María, Saturnino y Justo les decían adiós mostrando su pesar por las circunstancias:!quizá nunca más volverían a aquella casa tan querida!.!quizá nunca más volverían a encontrarse con José Manuel o con Los Argentinos!.

José Manuel  no pudo evitar que unos lagrimones mojasen sus mejillas. Las lágrimas de María, al decirles adiós, y también las de Serapio Robustiano, le permitieron visualizar, imaginar siquiera levemente lo triste de la situación: ¡Fin de su historia como hijo de Gaspar y Ermelinda, como fallido heredero de Una Arcadia Feliz!.

Cuando la comitiva bordeó el cementerio de San Miguel, el adolescente estalló en sollozos. Serapio Robustiano y Mabel dejaban las lágrimas correr por sus mejillas. La Hermosa Argentina acaricio con la humedad de su rostro la sonrosada mejilla de Gaspar Marcelo, como para transmitirle el espíritu de los que yacían para siempre en Las Catacumbas.

José Manuel  oyó los alaridos de sus hermanas en el  Rambler y en el taxi de Quelín, pero por suerte para él, para no complicar más las cosas, no pudo ver las sonrisas sarracenas de Los Tempranos ,en especial del más joven, nuevo Califa de La Reguera Mancillada.

La primera parada, con repetición de alaridos y sonrisas sarracenas, fue en Serandi.

Antes de ir a La Carbayona, para devolver el Rent-a-Car, y acomodarse los dos matrimonios argentinos y el bebé en los dos taxis, carretera de Castilla adelante, camino del aeropuerto, ,la comitiva, cercenada del Old Rambler, se dirigió a San Juan, para que José Manuel se enfrentase a su incierto futuro.
¡Sólo Los Tempranos sabían lo que le esperaba al infeliz!.!Eran buenos enredadores y encima Fausto, el viejo fundador de la dinastía, era pariente de Erundino Martínez Villa, el nuevo Prior de San Juan!.Mabel poco pudo hacer ante aquella futura encerrona contra su joven cuñado, porque en su espíritu abierto de bonaerense no cabía la idea de que un sacerdote pudiera implicarse en trampas lacerantes para  la autoestima de un pobre rapaz doblemente huérfano.

Delante del convento esperaban el Prior y el P.Amadeo. José Manuel no les conocía, aunque Valentín le había puesto en antecedentes sobre los últimos cambios, incluida la  incorporación de ambos frailes.

¡Bienvenido a tu casa, José Manuel!, y el Prior acercó el delantal de la capilla a los labios del muchacho, en el consabido ritual de besamanos ,mezcla de lo sagrado y lo sanitario, quizá para evitar contagios víricos entre partes, a la vez que Plácido, pariente y conocido del Padre Erundino ,hacía las presentaciones.

¡José Manuel, seré tu tutor este año!.!Sé de tus grandes virtudes!, y el P.Amadeo también acercó el delantal de la capilla a los morros del rapaz.

Cuando se produjo la despedida final, los alaridos de Hilda, el abrazo de Judas del Sarraceno Sonriente, las lágrimas de Serapio Robustiano ,que se le contagiaron  al benjamín de La Arcadia Perdida ,y el abrazo sincero, eso se nota, de Mabel ,el joven puso irreflexivamente en marcha su  espíritu de perdedor eterno ,encerrado en sí, masoquista y sufriente, sin esperanza ninguna, más allá de la maldita supervivencia.

¡Besá a tu sobrinito, que te dará la suerte que necesitás!.!Porque él sí que es un santo inocente!.José Manuel obedeció a su cuñada, aunque no era muy besucón, y quiso creer, lo creyó por segundos, que la inocencia de Gasparín también germinaría en el corazón de Los Tempranos y de los frailes, pero….iba a ser que no.

Cuando los coches se perdieron en la curva del Playón y  tanto él como los frailes, y Valentín, que allí había sido citado como testigo de la situación ,dejaron de agitar las manos en señal de despedida, se sintió por primera vez en su vida solo y triste, pero sin ganas de llorar.

Algo en su interior le decía que era mejor aguantar y callar, porque los palos no se los quitaría nadie.

Lamentó no tener el aguante de aquellos infelices trabajadores y cornudos, a los cuales Saturnino comparaba con La Mula de La Camocha.

La Camocha era una mina de carbón, plagada de revolucionarios como su tío maltratador, y en la que, según Saturnino, la pobre mula tiraba de la vagoneta día y noche sin parar, llevando palos de un  palafrenero quizá más animal que ella, a cambio de paja y agua.

Era la hora de la comida, y Valentín, que se sentaba en el rango de los de cuarto curso, lo acompañó  al lugar indicado por el P.Amador, donde los de tercero, entre Efrén de Peñule e Hilario Cuétara, ambos repetidores como él, y a los que por tanto conocía muy bien.

¡Vaya ,Dios los cría y ellos se juntan, los borricos repetidores, já,já!.!Bueno, perdona, que lo tuyo es diferente!. y aquel bruto joven minero, trató de no ofender innecesariamente al infeliz huérfano

¡No te preocupes, que más palos que un borrico seguro que vamos a llevar!, y la reacción inesperada del eterno apático José Manuel hizo estallar en carcajadas al de Peñule, mientras que el acobardado Cuétara esbozó una de sus tristes sonrisas, aunque quizá no tan triste como las habituales.

El forzudo Efrén se ofreció, una vez acabada la comida, para subir los dos baúles, la maleta y el enorme saco de viaje gaucho de José Manuel, hasta el primer piso, el predio del P.Amador.

¡Já, já, parece que te vas de luna de miel, quiero decir para la casa del novio, como en mi pueblo…!Vaya, perdona, pero es que como traes tanto baúl!.Efrén no siempre controlaba su brutalidad de minero que lucha contra el grisú y los derrabes con un fatalismo de muerte cierta, la mina o la silicosis. Él quizá no seguiría ese camino, pero la historia genética la llevaba encima: un tío abuelo, dos tíos….y últimamente su padre .Merecía y necesitaba ser comprendido.

José Manuel tuvo sentimientos contradictorios respecto a la figura del P.Amadeo, del cual pronto le llegaron buenas referencias. El había tenido en primero y segundo como tutor al padre Juan del Carmelo, enviado al Perú para convertir o reconvertir a los indios, un hombre amable, y se imaginaba que en cuarto tendría al P.Valdés, pero a este lo habían enviado, largado decían otros, por demasiado guapo, a una parroquia de México.D.F.

El tutor de los cursos superiores era el P.Huarte, un hombre seco, una especie de Segundo Prior, que parecía muy implicado en la situación cambiante  educativa del convento :traslado de Postulantes, a partir de aquel momento Apostólicos, al modernísimo Santuario-Escuela Apostólica de la Virgen del Camino, y conversión de San Juan en un Instituto Técnico.

Durante el año sabático, o tristes vacaciones de José Manuel, todas las semanas habían venido tres frailes de la Escuela Apostólica para entrevistarse con todos los alumnos y decidir su suerte: carrera eclesiástica o formación profesional(Bachillerato Técnico-Laboral).

Lo cierto es que los frailes habían cambiado su política de formación, y querían adaptarse a los nuevos tiempos. No querían ser una máquina de fabricar sacerdotes, porque la vocación de muchos era más el miedo a la miseria que heredarían de sus padres que un verdadero deseo de cumplir la obediencia, la pobreza y la castidad de por vida .Los nuevos estudios eclesiásticos serían equivalentes a los civiles, y por tanto los alumnos habrían de pagar o procurarse una beca.

Además sobraban sacerdotes, eso creían, y a los nuevos alumnos había que obligarles a decidir, o mejor, decidir por ellos, averiguar si tenían vocación activa o al menos yacente, y quitarse de encima una carga innecesaria.

Los frailes colaboraban con el Gobierno en la mejora de las condiciones técnico-culturales de la juventud agrícola y minera, procurando que se sintiesen cómodos como Maestros Industriales o Capataces Agrarios, prometiéndoles incluso un Peritaje a los privilegiados, para evitar que a la Clase Media Alta de Funcionarios se incorporasen elementos peligrosos .A las universidades ,incluidas las Pontificias, sólo deberían de ir los jóvenes de Las Clases Altas.
La Orden de Predicadores daría becas a los alumnos de origen humilde que superasen todas las pruebas de idoneidad intelectual y vocacional.
Se comentaba que sólo veinticinco alumnos habían pasado la criba de la selección hecha por los profesores de La Virgen del Camino .Los demás podrían seguir en el nuevo Instituto Técnico, buscarse otro colegio, o simplemente dejar de estudiar.

Se rumoreaba que a cinco infelices les iban a proponer, sí o sí, trasladarse al Noviciado de Hermanos Cooperadores, es decir, Legos, como Chisco el del tractor ,de Mendavia, cerca de Pamplona.

Durante las dos semanas de espera, hasta que se decidiese el futuro de todos, José Manuel asistió de oyente a un tercer curso en el que empezaban a impartir asignaturas relacionadas con la Electricidad, la Carpintería y la Mecánica .No puso mucho interés, porque buen manazas al igual que buen lector, no iba a sacar mucho provecho de cambiar la pluma y el tintero por la lima y el serrucho.

Los nuevos alumnos no eran de su agrado, aunque todos, muchos quizá hipócritamente, trataban de respetar su situación de doble huérfano.!Pero el no quería dar lástima!.

Sorpresivamente, fue feliz por  primera vez en mucho tiempo, y quizá por última vez así viviese cien años, el martes anterior al viernes en el que se decidiría su futuro.

¡José Manuel, ven conmigo a la portería, son órdenes del P.Amadeo!.Valentín se había convertido en su sombra, a petición del P.Amadeo.

¡José Manuel, mira  quienes están aquí!.!No sabía que mi hermano tenía amigos comunes contigo!, y el fraile le sorprendió una vez más.

¡Madín, ya sé quién es el muchacho!.!Aún recuerdo a Gaspar, que en paz descanse!.!Encantado, mozo!, y aquel tratante, Benito de la Puela, que resultó ser hermano del P.Amadeo y antiguo amigo de su padre, le extendió la mano para saludarle, provocando en José Manuel un cierto renacer de los más tristes pensamientos, si no fuera por la milagrosa aparición de Saturnino y Justo, que llegaban de atar los caballos dentro del prado-pérgola de Casa Morán.

-¡Chaval, dame un abrazo, me caso en Soria, já,já!.

¡Cuidado ,Saturnino, que los tratantes en cuanto Manola la de Morán os sirve unas jarras de tinto o unas copitas de orujo pasáis de Soria a La Puerta del Infierno!, y la advertencia del P.Amadeo lo dejó aún más perplejo, porque no se imaginaba que pudieran conocerse.

-¡Madín, si no fuera porque conocí a tus padres, a tus hermanos y a ti, te tendría mucho miedo, porque los frailes mandáis mucho ,já ,já!.

¡Papá, no te metas en terrenos pantanosos!.!Venga, José Manuel, un abrazo!, y Justo estrujó en sus poderosos brazos a su amigo de siempre, infundiéndole momentánea fortaleza.

Valentín, que también se había quedado con el grupo ,los acompañó hasta Casa Morán .El P,Amadeo dijo que volvería en veinte minutos, para tomar un café con su hermano y con los demás.

¡Pero no te demores mucho, Benito, que mi pobre cuñada no da abasto con los niños y la hacienda cada vez que tú coges el caballo y desapareces!.! Y no bebas demasiado, que te conozco!.

¡Vale, Madín, tú a predicar, que es lo tuyo!
.
¡Papá, sigue tú con Benito Y Valentín, que yo tengo que decirle algo aparte a José Manuel!, y Justo, seguido por el infeliz, entró en el prado-pérgola de Casa Morán, entre el río y la carretera.

¡Mira a quien te he traído!, y Justo señaló al grupo de tres caballos entre la media docena de los arrieros y tratantes que en ese momento también libaban el tintorro y el orujo de Manola, que a cambio les permitía que engullesen las meriendas que traían en las alforjas. La buena mujer se sabía recompensada de antemano porque las ventas de orujo, miel, vino y pan casero artesano, aumentaban los días de feria en Las Brañas, Villablino o Los Ancares.

¡Rubio!, exclamó el joven, que abrazó con cariño el cuello de aquel animal tan significativo en la historia reciente de su familia, y la tristeza volvió a invadirle
.
Notaba cómo el pobre animal también lo había reconocido y lo miraba con los ojos abiertos.

¡Álvaro quiso venderlo, porque  con el penco de Layón y la mula de Grabelín se van arreglando, según él!.!Mi padre lo compró para mí, que es como si siguiera siendo tuyo, y lo cuidaré con esmero!.

¡Gracias,Justo!, exclamó José Manuel con los ojos repletos de lágrimas.

¡Venga, vamos a tomar algo!, y el empujón de Justo sobre el hombro del infeliz volvió a animar al desgraciado huérfano.

-¡Tu cuñado se cree muy puta, pero yo soy más puta que él, já, já!.

¡Cuidado ,Saturnino, que ya saliste de Soria y te acercas a Las Puertas del Infierno, já, já!, dijo el P.Amadeo al reincorporarse al grupo.

-¡Vaya, no hay quien te esquive, Madín!.!Si fueses tratante, ni Filipo de Benavente te engañaría, já,já!.

-¡Pero a lo que voy!.!Y en buenas palabras!.!Álvaro quiso malvender a Rubio y yo se lo levanté por quinientas pesetas menos de lo que vale!.!Y esas pesetas son para ti!.

¡Pero yo…..!.José Manuel dudaba.

¡Sí, puedes  guardarlas!, y el visto bueno del fraile disipó sus dudas, al menos esa tan elemental, porque…

Justo le puso en  guardia:!pero guarda bien el sobre ,que  no te lo roben ni Los Tempranos de fuera ni los de dentro, já,já!.

¡Joven!,¿ no te referirás a los familiares del P.Prior?.!Creo que son buena gente!
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¡No, no ,yo me refiero a un tal Layón negro, al que voy a pintar de amarillo!.!Sabe Dios cuál será el resultado, já, já,!, y las risotadas de Justo provocaron las de José Manuel y Valentín, al tanto de las luchas jerárquicas entre un gallo viejo desplumado y un gallo joven que cría espolones a diario, según la expresión habitual del hijo de Saturnino

¡Juventud, divino tesoro!, exclamó el P.Amadeo , de paso que daba su último sorbo al café con leche que tan bien preparaba Manola.

¡Me vuelvo a las clase, tú, Valentín, quédate un rato más con José Manuel y el grupo, y portaros bien!.!Y tú, Benito, enseguidita para La Puela, que hay que despachar el ganado!

¡Vale,Madín!.!Lo que tú digas!.

¡Recuerdos a mi cuñada y a mis sobrinos, que iré a estar con vosotros para el día de Nuestra Señora de la Soledad!, y el fraile abandonó el chigre.

¡José Manuel, y tú, Valentín, también, que eres como de la familia, vais a merendar con nosotros!, dijo Saturnino colocando las alforjas sobre la mesa.

¡Es que tenemos que cenar a la hora!, se disculpó Valentín.

¡Nada, Madín me dijo que hoy tenéis día libres!,afirmó Benito.

José Manuel, conforme  Saturnino, Justo y Benito colocaban las viandas sobre la gran mesa, sintió que en él, otro pequeño milagro del día, empezaba a rugir el león de la fuerza ancestral y salvaje de los animales, si prescindimos de dogmas, raciocinios y aseveraciones de clérigos y de sabios.

-¡María preparó la merienda de las alforjas acordándose de ti!.

¡Gracias, Saturnino!, dijo José Manuel entre agradecido y entusiasmado.

El grupo dio buena cuenta de las empanadas de huevo, chorizo y lacón, del queso y la mantequilla de La Helechosa, con el jamón de Benito y los panes de Manola, todo regado con buen tintorro de la casa, y para finalizar quesadillas con miel, bizcochos y roscos marca María!.Los adultos tomaron café , copa y puro.!Pero hasta los adolescentes hicieron un carajillo de café con orujo!
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¡Eh, viejos, esperad aquí, que vamos a que Valentín salude al Rubio!.

¡Já, já, já!.Las sonrisas compartidas  saludaban el truco, uno de tantos, de Justo, para salir a echar un cigarrillo.

¡Faltaría más!.!Ellos habanos, yo norteamericanos, já,já!, y Justo siguió dando alegría a un José Manuel tan necesitado de ella.

Al final fue la triste despedida-hasta el Rubio parecía llorar-y José Manuel regresó al convento acompañado por Valentín. ¡La media borrachera del momento iba a anestesiarle por unas horas!.!Pero muy triste iba a ser el despertar de la anestesia y más aún la larga, dizque eterna reanimación en el hospital de la vida!.

Porque el viernes siguiente, después de cenar, fueron todos los alumnos reunidos en el salón de actos.

El P.Prior presentó a los dos frailes desconocidos que le acompañaban sobre el estrado: Fr.Javier Santos y Fr.Adalberto Merino, educadores de la Escuela Apostólica.

El P.Javier, melifluo, pacífico ,explicó lo que se pretendía al convertir el Viejo Postulantado en un Instituto Técnico y en la manera prodigiosa de servir al Señor con un torno, con una garlopa, con un arado, con un camión, soldando, colocando barrenos en la mina.

El P.Adalberto, agreste, flamígero, amenazó con las penas del infierno a los fornicadores y a los adúlteros-¿habría otros pecados?-y abundó, sin delicadeza alguna, en la necesidad de separar el grano de la paja.

La paja serían los aprendices de oficios, es decir ,los estudiantes del Bachillerato Técnico o Laboral.

El grano serían Los Apostólicos, nueva denominación de Los Postulantes en La Virgen del Camino.

El P.Prior, un tanto nervioso por lo que oía y por lo que habría de hacer, dijo:!Voy a leer una lista de nombres, y cuando termine, todos los no citados os podréis ir al patio!.

José Manuel observó, quizá porque le iba en ello su futuro, pese a su eterno despiste, que el P.Prior tenía dos listas.

Primero leyó la lista de veinticinco, y se les ordenó que siguiesen al P.Javier y al P.Adalberto .José Manuel no estaba en la lista.

José Manuel estaba en la segunda lista de sólo cinco nombres, y el P.Prior les condujo a una celda vacía que el P.Provincial utilizaba como despacho durante las visitas anuales.

El grupo de veinticinco bullía en el interior de La Biblioteca , y de vez en cuando el vozarrón del P.Adalberto atronaba la bóveda.

Al joven huérfano el mundo empezó a caérsele definitivamente a los pies:! Los cinco infelices serían trasladados al día siguiente al Noviciado de Hermanos Cooperadores, vulgares Legos, en Mendavia.

El P.Huarte, más seco, antipático y directo que nunca ,les explicó las cosas de una manera poco sutil, dando por cierto que aquellos infelices tenían que ir, sí o sí, al Noviciado de Legos.

¡Mirad, muchachos, por razones internas y externas que no necesito explicaros, porque cada cual tiene su propia historia en la cabeza, vosotros habéis sido elegidos para Hermanos Cooperadores!.!Sois muy afortunados porque  el Señor ama en especial a sus criaturas más humildes!.!No seréis sacerdotes ,no convertiréis el pan y el vino en el cuerpo y en la sangre de Jesucristo, ni perdonaréis los pecados, pero vuestra humildad os hará gratos en presencia del Señor!.!Porque los sacerdotes tenemos gran poder-sonó un tanto a jactancioso y petulante el Dominico Navarro-pero se nos exige mucho, y si fallamos, nuestro castigo será mucho mayor!.

José Manuel echó una mirada al grupo y se llevó más de una sorpresa.

¡Así que id a vuestros dormitorios y preparad el equipaje!.!Tenéis que llevaros  todas vuestras pertenencias!.!Porque mañana muy temprano se os despertará!.!Fray Gallástegui y yo, que somos navarros, y a mucha honra, os acompañaremos hasta nuestra tierra!, remató el áspero Huarte su expeditivo discurso.

¡Kaixo, mutilak!, exclamó Fray Gallástegui, el fortachón lego vasco –navarro, mecánico de todas las máquinas habidas y por haber, buen motorista, y que era capaz de convertir su vieja camioneta militar ora en turismo, ora en tractor ,desde la parte de atrás del grupo

¿Qué dices, ohm?, preguntó distendidamente,  como buen minero,  Efrén de Peñule

¡Hola a todos en Euskera, digo en Vascuence!!Bueno, ya aprenderéis!.

¡Fray Aitor, no es el momento!, dijo el P.Huarte dando por zanjada la reunión e inaugurando el mundo de las tinieblas.
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