Todo pasó muy rápido para José
Manuel: el entierro de su padre, la descarada apropiación por parte de Álvaro
de La Reguera, la agonía, la muerte y el entierro de su madre.
Ese espíritu de supervivencia de todos los seres humanos,
incluso de los pusilánimes, de manera subjetiva, y la oportuna intervención
objetiva de Mabel cuando las circunstancias lo requirieron, ayudaron a que el
joven huérfano soportase estoicamente todo el calvario que le cayó encima en
tan poco tiempo.
En realidad, José Manuel venía siendo chivo expiatorio desde antes de su gestación para
sustituir o suplantar a su difunto hermano, para ejercer el triste oficio de
“niño muerto viviente”, de “difunto vivo” en resumen.
Veinticinco días después del entierro de Gaspar, quince
después de la muerte de Ermelinda ,llegó el momento de decir adiós a La
Reguera, que quizá ya sólo sería La Arcadia Feliz para Álvaro, el Sultán Contrarreconquistador,
porque el destino de Luisa Sofía era ,en apreciación de José Manuel, el de puta
y esclava al servicio de Los Tempranos, antes que el de feliz consorte del
nuevo propietario de La Reguera.
Ni para Luisina volvería el predio familiar a ser La Arcadia
Feliz de antes. Para José Manuel, quizá ni La Arcadia Perdida, porque negros
nubarrones puede que borrasen definitivamente de sus más profundos pensamientos
todo lo vivido hasta entonces, enterrase al niño muerto viviente y al difunto
vivo ,y, como determinados seres elementales, se autogestase a partir de su
propia desgracia, para andar por este valle de lágrimas con el mismo nombre y
apellido, pero sin tener nada que ver con lo vivido en sus primeros catorce
años de vida.
Hilda y Luisina pidieron a María que viniese para ayudar a
su cuñada a preparar el equipaje de José Manuel, dos baúles enormes en los que
quizá irían todas sus pertenencias. También vinieron Saturnino y Justo para
explicar a Grabelín y a Layón los últimos detalles del funcionamiento del
caserío, para corregir las carencias detectadas por Álvaro.
-¡Tú tranquilo, que siempre estarás en nuestro corazón, y en
nuestra presencia, así que la vida quiera ayudarnos un poquito¡, y María, a su
estilo, frotando la espalda del joven, lo abrazó con ternura.
José Manuel se secó tranquilamente las lágrimas que no pudo
evitar ,sonriendo a todos, incluso a su cuñado, que enseñaba el colmillo en
plan triunfador.
Saturnino, María y Justo estaban seguros de clausurar en
aquellos momentos una época maravillosa, y por eso la tristeza les embargaba.
Quiza la tristeza de ellos, fuese la alegría de Álvaro, que
confiaba en no volver a verles nunca más por allí.
-¡Chaval, a lo mejor nos vemos antes de lo que algunos
piensan!, y la dizque profecía de Saturnino
puso en guardia al joven Temprano, que fiel a su estilo se salió por la
tangente con una malintencionada premonición: ¡ no es fácil que un caballo
aguante más de un día sin descansar!
.
-¡José Manuel, paciencia, que los días vuelan, pero los
caballos también, já, já!, y la especie de oráculo emitido por Justo ya no
encontró respuesta en un Álvaro a la
defensiva.
Al día siguiente, muy temprano, la comitiva se puso en
marcha.
El Rambler de los Tempranos ,con el Sultán al volante y una
infeliz y llorosa grávida de copiloto, ya no era el ocasional furgón fúnebre
sino un camión de la mudanza, repleto de paquetes con documentos, fotografías y
cuadros, joyas de distinto valor, todo aquello que antes justificaba que Gaspar
era el dueño de La Reguera y que a partir de entonces sería exhibido por Álvaro
como señal de dominio sobre las nuevas tierras conquistadas.
Del triste espolio ,Serapio Robustiano, se conformaría con
unas pocas fotos de sus padres y con algún pequeño detalle para su mujer y su
hijo, pero Mabel le echó ovarios a la cosa para que ni su marido ni su cuñado
fuesen ninguneados, y tanto los documentos en general, y las últimas escrituras
notariales en particular ,como lo que La Hermosa Rubia Argentina consideró era
de ley repartir, pasaron a los baúles de los Rodríguez Donadio y de José
Manuel.
Hilda , al igual que Luisina, se preocupó más por los
abalorios femeninos de la herencia que por otros asuntos, pero Plácido,
como cómplice de quien a la vez era su
hermano y cuñado, también acaparó todo lo que pudo.
-¡Cuñado, tenés un minuto para mí!, le dijo Mabel al
despreocupado rapaz que no mostraba en apariencia interés alguno por los
documentos o por el parco espolio que le había correspondido.
¡Si, voy!
-¿Confiás en nosotros, en tu hermano de vos y en mí?
-¡Sí…sí!, la contestación del joven, aunque mustia, fue
sincera, positiva.
-¡Mirá, si es así, creo que esos documentos mejor te los
custodiamos nosotros, para evitar que el diablo los manipule!, y señaló las
carpetas que el inocente huérfano había dejado sobre el alfeizar de la ventana..
¡Sí, sí, confío en vosotros!.
-¡Recién los necesitases ,te los enviaríamos de urgencia!, y
aquellas palabras de La Argentino-Tirolesa tranquilizaron definitivamente al
joven infeliz, que podría descansar hasta que se enfrentase a su duro e
incierto destino.
¡Incierto ,pese a saber de antemano que los frailes
dominicos se ocuparían de todo!.
¡Su fe se había vuelto muy selectiva!, y es que cuando
arrecia la lluvia, de poco sirven las salmodias sin un buen paraguas! .
Cuando el Old Rambler
se puso en marcha, en una procesión que casi parecía fúnebre aunque no
lo fuera, José Manuel, acomodado en el asiento de copiloto del Rent-a-Car
conducido por su hermano, Mabel y Gasparín en la parte de atrás, Hilda y
Plácido en el taxi de Quelín, con el de Panizo como furgoneta en apoyo del
Rambler hasta La Casona de Los Temprano, María, Saturnino y Justo les decían
adiós mostrando su pesar por las circunstancias:!quizá nunca más volverían a
aquella casa tan querida!.!quizá nunca más volverían a encontrarse con José
Manuel o con Los Argentinos!.
José Manuel no pudo
evitar que unos lagrimones mojasen sus mejillas. Las lágrimas de María, al
decirles adiós, y también las de Serapio Robustiano, le permitieron visualizar,
imaginar siquiera levemente lo triste de la situación: ¡Fin de su historia como
hijo de Gaspar y Ermelinda, como fallido heredero de Una Arcadia Feliz!.
Cuando la comitiva bordeó el cementerio de San Miguel, el
adolescente estalló en sollozos. Serapio Robustiano y Mabel dejaban las
lágrimas correr por sus mejillas. La Hermosa Argentina acaricio con la humedad
de su rostro la sonrosada mejilla de Gaspar Marcelo, como para transmitirle el
espíritu de los que yacían para siempre en Las Catacumbas.
José Manuel oyó los
alaridos de sus hermanas en el Rambler y
en el taxi de Quelín, pero por suerte para él, para no complicar más las cosas,
no pudo ver las sonrisas sarracenas de Los Tempranos ,en especial del más
joven, nuevo Califa de La Reguera Mancillada.
La primera parada, con repetición de alaridos y sonrisas
sarracenas, fue en Serandi.
Antes de ir a La Carbayona, para devolver el Rent-a-Car, y
acomodarse los dos matrimonios argentinos y el bebé en los dos taxis, carretera
de Castilla adelante, camino del aeropuerto, ,la comitiva, cercenada del Old
Rambler, se dirigió a San Juan, para que José Manuel se enfrentase a su
incierto futuro.
¡Sólo Los Tempranos sabían lo que le esperaba al
infeliz!.!Eran buenos enredadores y encima Fausto, el viejo fundador de la
dinastía, era pariente de Erundino Martínez Villa, el nuevo Prior de San Juan!.Mabel
poco pudo hacer ante aquella futura encerrona contra su joven cuñado, porque en
su espíritu abierto de bonaerense no cabía la idea de que un sacerdote pudiera
implicarse en trampas lacerantes para la
autoestima de un pobre rapaz doblemente huérfano.
Delante del convento esperaban el Prior y el P.Amadeo. José
Manuel no les conocía, aunque Valentín le había puesto en antecedentes sobre
los últimos cambios, incluida la
incorporación de ambos frailes.
¡Bienvenido a tu casa, José Manuel!, y el Prior acercó el
delantal de la capilla a los labios del muchacho, en el consabido ritual de
besamanos ,mezcla de lo sagrado y lo sanitario, quizá para evitar contagios
víricos entre partes, a la vez que Plácido, pariente y conocido del Padre
Erundino ,hacía las presentaciones.
¡José Manuel, seré tu tutor este año!.!Sé de tus grandes
virtudes!, y el P.Amadeo también acercó el delantal de la capilla a los morros
del rapaz.
Cuando se produjo la despedida final, los alaridos de Hilda,
el abrazo de Judas del Sarraceno Sonriente, las lágrimas de Serapio Robustiano
,que se le contagiaron al benjamín de La
Arcadia Perdida ,y el abrazo sincero, eso se nota, de Mabel ,el joven puso
irreflexivamente en marcha su espíritu
de perdedor eterno ,encerrado en sí, masoquista y sufriente, sin esperanza
ninguna, más allá de la maldita supervivencia.
¡Besá a tu sobrinito, que te dará la suerte que
necesitás!.!Porque él sí que es un santo inocente!.José Manuel obedeció a su
cuñada, aunque no era muy besucón, y quiso creer, lo creyó por segundos, que la
inocencia de Gasparín también germinaría en el corazón de Los Tempranos y de
los frailes, pero….iba a ser que no.
Cuando los coches se perdieron en la curva del Playón y tanto él como los frailes, y Valentín, que
allí había sido citado como testigo de la situación ,dejaron de agitar las
manos en señal de despedida, se sintió por primera vez en su vida solo y
triste, pero sin ganas de llorar.
Algo en su interior le decía que era mejor aguantar y
callar, porque los palos no se los quitaría nadie.
Lamentó no tener el aguante de aquellos infelices
trabajadores y cornudos, a los cuales Saturnino comparaba con La Mula de La
Camocha.
La Camocha era una mina de carbón, plagada de
revolucionarios como su tío maltratador, y en la que, según Saturnino, la pobre
mula tiraba de la vagoneta día y noche sin parar, llevando palos de un palafrenero quizá más animal que ella, a
cambio de paja y agua.
Era la hora de la comida, y Valentín, que se sentaba en el
rango de los de cuarto curso, lo acompañó
al lugar indicado por el P.Amador, donde los de tercero, entre Efrén de
Peñule e Hilario Cuétara, ambos repetidores como él, y a los que por tanto
conocía muy bien.
¡Vaya ,Dios los cría y ellos se juntan, los borricos
repetidores, já,já!.!Bueno, perdona, que lo tuyo es diferente!. y aquel bruto
joven minero, trató de no ofender innecesariamente al infeliz huérfano
¡No te preocupes, que más palos que un borrico seguro que
vamos a llevar!, y la reacción inesperada del eterno apático José Manuel hizo
estallar en carcajadas al de Peñule, mientras que el acobardado Cuétara esbozó
una de sus tristes sonrisas, aunque quizá no tan triste como las habituales.
El forzudo Efrén se ofreció, una vez acabada la comida, para
subir los dos baúles, la maleta y el enorme saco de viaje gaucho de José
Manuel, hasta el primer piso, el predio del P.Amador.
¡Já, já, parece que te vas de luna de miel, quiero decir
para la casa del novio, como en mi pueblo…!Vaya, perdona, pero es que como
traes tanto baúl!.Efrén no siempre controlaba su brutalidad de minero que lucha
contra el grisú y los derrabes con un fatalismo de muerte cierta, la mina o la
silicosis. Él quizá no seguiría ese camino, pero la historia genética la
llevaba encima: un tío abuelo, dos tíos….y últimamente su padre .Merecía y
necesitaba ser comprendido.
José Manuel tuvo sentimientos contradictorios respecto a la
figura del P.Amadeo, del cual pronto le llegaron buenas referencias. El había
tenido en primero y segundo como tutor al padre Juan del Carmelo, enviado al
Perú para convertir o reconvertir a los indios, un hombre amable, y se
imaginaba que en cuarto tendría al P.Valdés, pero a este lo habían enviado,
largado decían otros, por demasiado guapo, a una parroquia de México.D.F.
El tutor de los cursos superiores era el P.Huarte, un hombre
seco, una especie de Segundo Prior, que parecía muy implicado en la situación
cambiante educativa del convento :traslado
de Postulantes, a partir de aquel momento Apostólicos, al modernísimo
Santuario-Escuela Apostólica de la Virgen del Camino, y conversión de San Juan
en un Instituto Técnico.
Durante el año sabático, o tristes vacaciones de José
Manuel, todas las semanas habían venido tres frailes de la Escuela Apostólica
para entrevistarse con todos los alumnos y decidir su suerte: carrera
eclesiástica o formación profesional(Bachillerato Técnico-Laboral).
Lo cierto es que los frailes habían cambiado su política de
formación, y querían adaptarse a los nuevos tiempos. No querían ser una máquina
de fabricar sacerdotes, porque la vocación de muchos era más el miedo a la
miseria que heredarían de sus padres que un verdadero deseo de cumplir la
obediencia, la pobreza y la castidad de por vida .Los nuevos estudios
eclesiásticos serían equivalentes a los civiles, y por tanto los alumnos
habrían de pagar o procurarse una beca.
Además sobraban sacerdotes, eso creían, y a los nuevos
alumnos había que obligarles a decidir, o mejor, decidir por ellos, averiguar
si tenían vocación activa o al menos yacente, y quitarse de encima una carga
innecesaria.
Los frailes colaboraban con el Gobierno en la mejora de las
condiciones técnico-culturales de la juventud agrícola y minera, procurando que
se sintiesen cómodos como Maestros Industriales o Capataces Agrarios, prometiéndoles incluso un Peritaje a los privilegiados, para evitar que a la
Clase Media Alta de Funcionarios se incorporasen elementos peligrosos .A las
universidades ,incluidas las Pontificias, sólo deberían de ir los jóvenes de
Las Clases Altas.
La Orden de Predicadores daría becas a los alumnos de origen
humilde que superasen todas las pruebas de idoneidad intelectual y vocacional.
Se comentaba que sólo veinticinco alumnos habían pasado la
criba de la selección hecha por los profesores de La Virgen del Camino .Los
demás podrían seguir en el nuevo Instituto Técnico, buscarse otro colegio, o
simplemente dejar de estudiar.
Se rumoreaba que a cinco infelices les iban a proponer, sí o
sí, trasladarse al Noviciado de Hermanos Cooperadores, es decir, Legos, como
Chisco el del tractor ,de Mendavia, cerca de Pamplona.
Durante las dos semanas de espera, hasta que se decidiese el
futuro de todos, José Manuel asistió de oyente a un tercer curso en el que
empezaban a impartir asignaturas relacionadas con la Electricidad, la
Carpintería y la Mecánica .No puso mucho interés, porque buen manazas al igual
que buen lector, no iba a sacar mucho provecho de cambiar la pluma y el tintero
por la lima y el serrucho.
Los nuevos alumnos no eran de su agrado, aunque todos,
muchos quizá hipócritamente, trataban de respetar su situación de doble
huérfano.!Pero el no quería dar lástima!.
Sorpresivamente, fue feliz por primera vez en mucho tiempo, y quizá por
última vez así viviese cien años, el martes anterior al viernes en el que se
decidiría su futuro.
¡José Manuel, ven conmigo a la portería, son órdenes del
P.Amadeo!.Valentín se había convertido en su sombra, a petición del P.Amadeo.
¡José Manuel, mira
quienes están aquí!.!No sabía que mi hermano tenía amigos comunes
contigo!, y el fraile le sorprendió una vez más.
¡Madín, ya sé quién es el muchacho!.!Aún recuerdo a Gaspar,
que en paz descanse!.!Encantado, mozo!, y aquel tratante, Benito de la Puela,
que resultó ser hermano del P.Amadeo y antiguo amigo de su padre, le extendió
la mano para saludarle, provocando en José Manuel un cierto renacer de los más
tristes pensamientos, si no fuera por la milagrosa aparición de Saturnino y
Justo, que llegaban de atar los caballos dentro del prado-pérgola de Casa
Morán.
-¡Chaval, dame un abrazo, me caso en Soria, já,já!.
¡Cuidado ,Saturnino, que los tratantes en cuanto Manola la
de Morán os sirve unas jarras de tinto o unas copitas de orujo pasáis de Soria
a La Puerta del Infierno!, y la advertencia del P.Amadeo lo dejó aún más
perplejo, porque no se imaginaba que pudieran conocerse.
-¡Madín, si no fuera porque conocí a tus padres, a tus
hermanos y a ti, te tendría mucho miedo, porque los frailes mandáis mucho ,já
,já!.
¡Papá, no te metas en terrenos pantanosos!.!Venga, José
Manuel, un abrazo!, y Justo estrujó en sus poderosos brazos a su amigo de
siempre, infundiéndole momentánea fortaleza.
Valentín, que también se había quedado con el grupo ,los
acompañó hasta Casa Morán .El P,Amadeo dijo que volvería en veinte minutos,
para tomar un café con su hermano y con los demás.
¡Pero no te demores mucho, Benito, que mi pobre cuñada no da
abasto con los niños y la hacienda cada vez que tú coges el caballo y
desapareces!.! Y no bebas demasiado, que te conozco!.
¡Vale, Madín, tú a predicar, que es lo tuyo!
.
¡Papá, sigue tú con Benito Y Valentín, que yo tengo que
decirle algo aparte a José Manuel!, y Justo, seguido por el infeliz, entró en
el prado-pérgola de Casa Morán, entre el río y la carretera.
¡Mira a quien te he traído!, y Justo señaló al grupo de tres
caballos entre la media docena de los arrieros y tratantes que en ese momento
también libaban el tintorro y el orujo de Manola, que a cambio les permitía que
engullesen las meriendas que traían en las alforjas. La buena mujer se sabía
recompensada de antemano porque las ventas de orujo, miel, vino y pan casero
artesano, aumentaban los días de feria en Las Brañas, Villablino o Los Ancares.
¡Rubio!, exclamó el joven, que abrazó con cariño el cuello
de aquel animal tan significativo en la historia reciente de su familia, y la
tristeza volvió a invadirle
.
Notaba cómo el pobre animal también lo había reconocido y lo
miraba con los ojos abiertos.
¡Álvaro quiso venderlo, porque con el penco de Layón y la mula de Grabelín
se van arreglando, según él!.!Mi padre lo compró para mí, que es como si
siguiera siendo tuyo, y lo cuidaré con esmero!.
¡Gracias,Justo!, exclamó José Manuel con los ojos repletos
de lágrimas.
¡Venga, vamos a tomar algo!, y el empujón de Justo sobre el
hombro del infeliz volvió a animar al desgraciado huérfano.
-¡Tu cuñado se cree muy puta, pero yo soy más puta que él,
já, já!.
¡Cuidado ,Saturnino, que ya saliste de Soria y te acercas a
Las Puertas del Infierno, já, já!, dijo el P.Amadeo al reincorporarse al grupo.
-¡Vaya, no hay quien te esquive, Madín!.!Si fueses tratante,
ni Filipo de Benavente te engañaría, já,já!.
-¡Pero a lo que voy!.!Y en buenas palabras!.!Álvaro quiso
malvender a Rubio y yo se lo levanté por quinientas pesetas menos de lo que
vale!.!Y esas pesetas son para ti!.
¡Pero yo…..!.José Manuel dudaba.
¡Sí, puedes
guardarlas!, y el visto bueno del fraile disipó sus dudas, al menos esa
tan elemental, porque…
Justo le puso en
guardia:!pero guarda bien el sobre ,que
no te lo roben ni Los Tempranos de fuera ni los de dentro, já,já!.
¡Joven!,¿ no te referirás a los familiares del P.Prior?.!Creo
que son buena gente!
.
¡No, no ,yo me refiero a un tal Layón negro, al que voy a
pintar de amarillo!.!Sabe Dios cuál será el resultado, já, já,!, y las
risotadas de Justo provocaron las de José Manuel y Valentín, al tanto de las
luchas jerárquicas entre un gallo viejo desplumado y un gallo joven que cría
espolones a diario, según la expresión habitual del hijo de Saturnino
¡Juventud, divino tesoro!, exclamó el P.Amadeo , de paso que
daba su último sorbo al café con leche que tan bien preparaba Manola.
¡Me vuelvo a las clase, tú, Valentín, quédate un rato más
con José Manuel y el grupo, y portaros bien!.!Y tú, Benito, enseguidita para La
Puela, que hay que despachar el ganado!
¡Vale,Madín!.!Lo que tú digas!.
¡Recuerdos a mi cuñada y a mis sobrinos, que iré a estar con
vosotros para el día de Nuestra Señora de la Soledad!, y el fraile abandonó el
chigre.
¡José Manuel, y tú, Valentín, también, que eres como de la
familia, vais a merendar con nosotros!, dijo Saturnino colocando las alforjas
sobre la mesa.
¡Es que tenemos que cenar a la hora!, se disculpó Valentín.
¡Nada, Madín me dijo que hoy tenéis día libres!,afirmó
Benito.
José Manuel, conforme
Saturnino, Justo y Benito colocaban las viandas sobre la gran mesa,
sintió que en él, otro pequeño milagro del día, empezaba a rugir el león de la
fuerza ancestral y salvaje de los animales, si prescindimos de dogmas,
raciocinios y aseveraciones de clérigos y de sabios.
-¡María preparó la merienda de las alforjas acordándose de
ti!.
¡Gracias, Saturnino!, dijo José Manuel entre agradecido y
entusiasmado.
El grupo dio buena cuenta de las empanadas de huevo, chorizo
y lacón, del queso y la mantequilla de La Helechosa, con el jamón de Benito y
los panes de Manola, todo regado con buen tintorro de la casa, y para finalizar
quesadillas con miel, bizcochos y roscos marca María!.Los adultos tomaron café
, copa y puro.!Pero hasta los adolescentes hicieron un carajillo de café con
orujo!
.
¡Eh, viejos, esperad aquí, que vamos a que Valentín salude
al Rubio!.
¡Já, já, já!.Las sonrisas compartidas saludaban el truco, uno de tantos, de Justo,
para salir a echar un cigarrillo.
¡Faltaría más!.!Ellos habanos, yo norteamericanos, já,já!, y
Justo siguió dando alegría a un José Manuel tan necesitado de ella.
Al final fue la triste despedida-hasta el Rubio parecía
llorar-y José Manuel regresó al convento acompañado por Valentín. ¡La media
borrachera del momento iba a anestesiarle por unas horas!.!Pero muy triste iba
a ser el despertar de la anestesia y más aún la larga, dizque eterna
reanimación en el hospital de la vida!.
Porque el viernes siguiente, después de cenar, fueron todos
los alumnos reunidos en el salón de actos.
El P.Prior presentó a los dos frailes desconocidos que le
acompañaban sobre el estrado: Fr.Javier Santos y Fr.Adalberto Merino,
educadores de la Escuela Apostólica.
El P.Javier, melifluo, pacífico ,explicó lo que se pretendía
al convertir el Viejo Postulantado en un Instituto Técnico y en la manera
prodigiosa de servir al Señor con un torno, con una garlopa, con un arado, con
un camión, soldando, colocando barrenos en la mina.
El P.Adalberto, agreste, flamígero, amenazó con las penas
del infierno a los fornicadores y a los adúlteros-¿habría otros pecados?-y
abundó, sin delicadeza alguna, en la necesidad de separar el grano de la paja.
La paja serían los aprendices de oficios, es decir ,los
estudiantes del Bachillerato Técnico o Laboral.
El grano serían Los Apostólicos, nueva denominación de Los
Postulantes en La Virgen del Camino.
El P.Prior, un tanto nervioso por lo que oía y por lo que
habría de hacer, dijo:!Voy a leer una lista de nombres, y cuando termine, todos
los no citados os podréis ir al patio!.
José Manuel observó, quizá porque le iba en ello su futuro,
pese a su eterno despiste, que el P.Prior tenía dos listas.
Primero leyó la lista de veinticinco, y se les ordenó que
siguiesen al P.Javier y al P.Adalberto .José Manuel no estaba en la lista.
José Manuel estaba en la segunda lista de sólo cinco
nombres, y el P.Prior les condujo a una celda vacía que el P.Provincial
utilizaba como despacho durante las visitas anuales.
El grupo de veinticinco bullía en el interior de La
Biblioteca , y de vez en cuando el vozarrón del P.Adalberto atronaba la bóveda.
Al joven huérfano el mundo empezó a caérsele definitivamente
a los pies:! Los cinco infelices serían trasladados al día siguiente al
Noviciado de Hermanos Cooperadores, vulgares Legos, en Mendavia.
El P.Huarte, más seco, antipático y directo que nunca ,les
explicó las cosas de una manera poco sutil, dando por cierto que aquellos
infelices tenían que ir, sí o sí, al Noviciado de Legos.
¡Mirad, muchachos, por razones internas y externas que no
necesito explicaros, porque cada cual tiene su propia historia en la cabeza,
vosotros habéis sido elegidos para Hermanos Cooperadores!.!Sois muy afortunados
porque el Señor ama en especial a sus
criaturas más humildes!.!No seréis sacerdotes ,no convertiréis el pan y el vino
en el cuerpo y en la sangre de Jesucristo, ni perdonaréis los pecados, pero vuestra
humildad os hará gratos en presencia del Señor!.!Porque los sacerdotes tenemos
gran poder-sonó un tanto a jactancioso y petulante el Dominico Navarro-pero se
nos exige mucho, y si fallamos, nuestro castigo será mucho mayor!.
José Manuel echó una mirada al grupo y se llevó más de una
sorpresa.
¡Así que id a vuestros dormitorios y preparad el
equipaje!.!Tenéis que llevaros todas vuestras
pertenencias!.!Porque mañana muy temprano se os despertará!.!Fray Gallástegui y
yo, que somos navarros, y a mucha honra, os acompañaremos hasta nuestra
tierra!, remató el áspero Huarte su expeditivo discurso.
¡Kaixo, mutilak!, exclamó Fray Gallástegui, el fortachón
lego vasco –navarro, mecánico de todas las máquinas habidas y por haber, buen
motorista, y que era capaz de convertir su vieja camioneta militar ora en
turismo, ora en tractor ,desde la parte de atrás del grupo
¿Qué dices, ohm?, preguntó distendidamente, como buen minero, Efrén de Peñule
¡Hola a todos en Euskera, digo en Vascuence!!Bueno, ya
aprenderéis!.
¡Fray Aitor, no es el momento!, dijo el P.Huarte dando por
zanjada la reunión e inaugurando el mundo de las tinieblas.
.