1985.Día de noviembre, lluvioso y desapacible. Yo descendía desde SANTOLÍN por el sendero que corría junto al torrente que bajaba raudo y veloz llevando las aguas de los diferentes charcos, fuentes ocasionales, como La Mina y Rodriguesa, al socaire de las lluvias dizque cotidianas de octubre y noviembre,hacia El Zigzag, una curva y contracurva en la carretera Luarca-Pola, que alojaba en su seno una charca que recibía todas las aguas de la montaña de Forcallao/Forkatsao, y las reenviaba cuesta abajo a través del arroyo de Tremado hacia el río Yerbo, la manga izquierda del río Esva, y de ahí al mar.
Comparaba yo, sin querer, un imaginario mar secreto bajo la montaña, como ocurría en los Alpes, donde por ejemplo el lago de Ägeri sería como la claraboya grandiosa y permanente de la gigantesca cisterna subterránea, con la charca de Forcallao que vendría ser la pequeña claraboya otoñal e invernal del mar subterráneo de la montaña descendente hacia Santolaya.
La venida triste y difícil desde SUIZA siete años antes, la trataba yo de convertir en un recuerdo apacible visualizando lo imposible:
¡Lo mismo que el río Lorze desagua el lago de Ägeri, en las cercanías de Einsiedeln,bajando raudo y veloz hacia el lago de Zug, y de ahí, por subafluentes y afluentes como el Aar, hacia el Rin que vierte las aguas santas de Einsiedeln en el mar del Norte, del mismo modo los cantarines y rápidos torrentes de la cuesta por la que yo descendía para incorporarme a la ruta hacia Chandelouro, dirección Luarca, vendrían a ser como múltiples Lorzes que desaguarían el lago de Forcallao-Forkatsao/Vor dem See/lugar delante del lago-en el Zigzag y a través del arroyo de Tremado y el río Yerbo, con remansos equivalentes a lagos,hacia el Esva de Paredes, y de ahí a la mar de Las Galernas!.
Iba a dar clases particulares a Chandelouro, más para entretener mi espíritu que para ganarme la vida. Lo principal para mí era cuidar de mis padres ,amenazados por la parca, contando sólo con la ayuda de mi sobrina y ahijada, una casi hija para mí, de sólo nueve años, que nos ayudaba a superar los sufrimientos, aunque la pobre había sufrido bastante, y sufriría, quizá por nuestra incuria y nuestra poca capacidad para defendernos.
Había abandonado mis sueños suizos para ayudar a mi madre, que alternaba el atender la casa y a mi padre con acudir a Oncología al Hospital General y vivir durante diez años con el miedo a una recidiva o una metástasis y la obligación de trabajar como campesina para poder pagarse los cupones de la jubilación.
Llevaba el paraguas como bastón de apoyo, y al llegar al Zigzag me dio por asomarme para ver la charca que recibías las aguas y las enviaba ruidosas prado abajo hacia el río Yerbo.Justo en ese momento se desató un fuerte temporal y mi paraguas salió volando.
Cuando conseguí cerrar el paraguas para que no se destrozase y buscaba un refugio temporal, apareció sin que yo lo sintiese llegar un automóvil que iba en dirección a Chandelouro:
-¡Venga, compañero, sube rápido o la ventolera te llevará cuesta abajo hasta el río!.
Aladín, el viejo camarada de mi padre tanto en el Ejército como en la compraventa de caballerías, había cambiado su viejo Moro por UN DOS CABALLOS, con una decisión que mi padre nunca había tenido.
Aladín aprovechó para mortificarme dizque con buena intención, y puede que para cobrarme el transporte, durante los diez minutos que tardamos en recorrer los cuatro kilómetros hasta Chandelouro!;
-¡Puede que tu madre muera antes de empezar a cobrar, y tu padre, que no vivirá para verlo, sufrirá en su pensamiento por no haberse preocupado de un futuro mejor para todos vosotros!.!Es muy bueno, quizá demasiado, pero esto no sirve en un mundo cruel como el que vivimos!.
¡Podría ser al menos sargento provisional y cobrar alguna pensión como mutilado de guerra!.!Pero ni siquiera figura ya en la lista de provisionales movilizados!.
-¡Yo no podría vivir sin mis dos pagas: la de cartero rural a caballo, y la de subteniente de Caballería mutilado!.!Que Dios os ayude!.
Tomamos un café en El Central de Chandelouro, y se disculpó por no poder esperarme
-¡Sabes que con mil amores esperaría por ti, pero he de llevar medicamentos de urgencia para mi mujer!.!Y no hagas como tu padre; espabílate, que tú vales, logra un buen empleo, y cómprate un coche, que Aladines sólo queda uno!.
La última clase era en casa del director comarcal de La Crediticia Agraria, para sus dos hijos más un amigo, travieso a más no poder, del chaval del jefe de finanzas de la zona.
Yo daba Inglés en principio, pero también otras asignaturas, como apoyo en los deberes.
Casi siempre el director de La Crediticia era tan amable de traerme a SANTOLÍN, pero llegó tarde y me dijo:
-¡Estoy cansado para subirte….pero toma y coge un taxi!.Y me dio un billete grande que triplicaba mis honorarios más o menos pactados, y modestos.
Salí a la calle, hacía buena noche, no había taxis disponibles y me atreví a caminar, entre azul y medianoche.
-¡Andas tarde, Lin!, me saludó a su manera Severiano el ebanista, que regresaba a su domicilio desde su taller en la margen derecha del Yerbo.
¡Así es la vida, Severiano!, contesté, sin tomar a mal que me llamase Lin, pues yo tenía la suerte de que tanto Lin como Pin,que en general significan” pobre diablo”, venían a ser como LOS APÓCOPES CERCENADOS de MIS DOS NOMBRES.
-¡Pues va a caer una buena tormenta, así que apúrate!.!Y si no te compras un coche o una moto cómprate al menos un caballo como los muchos y buenos que lucía tu padre cuando la salud le ayudaba!.!Salúdale de mi parte y dile que se mejore!.
¡De su parte ,Severiano!.
-¡Con Dios, Lin!.
¡Y usted que lo vea, Severiano!, y ambos nos pusimos a caminar en direcciones opuestas.
Subía la ascendente carretera a toda velocidad, como UN GOLEM, dizque automático, impulsándome con el paraguas a guisa de bastón, tratando de olvidar mis penas, recreándome en el rumor del río allí en el fondo del valle divergente, hasta que el ruido se extinguió, justo cuando se desató el huracán en el momento en que yo caminaba bajo la especie de túnel vegetal que formaban l LAS CASTAÑARES DE TARANTIELLOS a ambos lados de la carretera.
El paraguas se desarmó, y como pude lo reconvertí en sólo un bastón. La intensa lluvia me mojó a tope-salvé la propina del director de Finanzas Agrícolas de milagro-y las ramas de los árboles al romperse y caer me intimidaron, pero a Dios gracias pronto ví las luces de SANTOLAYA y entonces empecé a caminar lentamente, reflexionando sobre lo que me había dicho Aladín, y preguntándome en qué momento se habían jodido nuestras vidas
.
De pronto ya estaba en casa. La situación era triste, y se alegraron de verme llegar, aunque no era tarde, pues cuando venía en coche con el director de La Crediticia siempre nos quedábamos en Casa David una hora, de tertulia con los parroquianos.
Completé mi ducha. alegrándome de no coger un resfriado, dizque una pulmonía, y me mudé para ir al Chigre a buscar un kilo de azúcar que me había encargado mi madre.
Pasé a la sala, para animar a mi padre ya acostado, y al que le quedaba menos de un lustro de vida, y que mi madre, y mi pobre sobrina, que no llegaría al medio siglo, trataban de acomodar en el lecho.
La luz de la sala iluminaba la huerta y el hórreo: ¡y de pronto lo comprendí todo!.
Sobre el faldón de madera del hórreo aún permanecían, cinco lustros después ,los agujeros de los :dos disparos que Aladín y mi padre habían hecho con el revólver militar de mi padre.
-¡lLlévatelo, porque tú tienes licencia de armas con validez indefinida!. Adalín tenía una pistola reglamentario de cartero a caballo y también su propio revólver de suboficial de Caballería-y mi padre, por alguna razón que yo iba comprendiendo con los años,no quería renovar su licencia de armas.………para evitarse líos…….renunciando a su orgullo de vencedor de la guerra.
¡Vamos a hacer dos disparos, uno yo para entrenarme, y otro tú para despedirte de tan buen amigo!, explicó Adalín.
Adalín tiró primero.Mi padre en segundo lugar.Ambos eran diestros manejando un revólver.
¡Se acabaron las balas…….se acabaron muchas cosas!.!Hace mes y medio quedaban tres balas,pero……!.
A mi padre se le llenaron los ojos de lágrimas.
La suerte se fue con el revólver y Aladín.A partir de entonces todo fue a peor en nuestras vidas.
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