EINSIEDL

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lunes, 18 de junio de 2018

VALLE DE LA PASCUA



-¡Hasta que la situación se me hizo insoportable pude alternar el vivir en dos poblaciones de las más baratas del mundo :Ceuta y Valle de la Pascua!.

¿Valle de la Pascua?

-¡Sí, en Los Llanos de Venezuela, no muy lejos de de la capital de la nación!.Tanto a Caracas como a Valencia iba casi a diario, porque el precio del combustible era baratísimo!.!Y al menos un par de veces por semana también visitaba Maracaibo, que queda casi a mil kilómetros!.

¿Maracaibo?.La ciudad que nuestro cliente, Domingo Alonso, manchego residente en Ceuta, donde se había prejubilado como técnico de actividades portuarias, acababa de citar, nos traía a los recepcionistas de nuestro hotel el recuerdo de Don Simón Vela, que de adolescente montañés aprendiz de librero pasó con los años a gran editor tanto en Venezuela y países aledaños como en España.

Maracaibo era, cuando el Señor Vela nos visitaba, la ciudad más rica de Iberoamérica .El potencial petrolífero de Venezuela estaba en su máximo esplendor, y de ahí se beneficiaban emprendedores culturales como el Señor Vela o  técnicos portuarios como el Señor Alonso, que por temporadas ejercía su profesión allí .Si Valle de la Pascua era barata para él, por el precio del combustible, Ceuta lo era por los descuentos  de que disfrutaba por prejubilado estatal en ciudad autónoma:!impuestos especiales a la baja ,precios baratísimos de los viajes en barco y avión, economato, etc! ,Si Valle de la Pascua era una ciudad tranquila desde la que viajar rápido y barato a los grandes núcleos de población, como Valencia, Caracas, incluso Maracaibo, Ceuta lo era a nivel español, porque llegar a Madrid en avión o a Andalucía en barco era coser y cantar.!Y si te da la gana, cruzas por El Tarajal a Castillejos, que el moro vende bueno, barato y bonito!, matizaba con humor el Señor Alonso.

Rebobinando, recordé cómo  en la época de bonanza, coincidiendo en el hotel el Señor Vela y señora con la familia Camarassa, había salido a colación también la ciudad de la que decía maravillas el Señor Alonso.

Y es que, a base de visitas y conversaciones, los Vela y los Camarassa  terminaron por hacerse amigos de la familia propietaria de nuestro hotel y participaban de eventos  en común.

Felice Camarassa  se enfadó conmigo porque le recordé su origen siciliano:

-¿Este joven es venezolano, verdad?.!Tiene nuestro acento!.

El viejo Felice se refería a un veinteañero que me acababa de entregar el pasaporte para que le registrase como cliente.

¡Pero usted es siciliano!, dije yo  en plan porfiador.

-¡Era cuando nací, pero llevo cincuenta años en Valencia, el doble de la edad que tiene este joven!.!Soy más venezolano que él!.Camarassa imponía su autoridad doble ante mí:!el cliente siempre tiene razón, y los padrinos también!.

Era en verdad un padrino, y me refiero sólo a lo familiar, porque ignoro sus otras actividades. Venían todos los veranos, y a veces también algún invierno. El transfer Rebollo les esperaba en el aeropuerto con su minibús y los trasladaba por toda la Península, incluso cruzaban los Pirineos.

A Felice y señora, que creo se llamaba Magdalena, les acompañaban entre seis y quince personas, entre hijas, yernos y nietos. A veces se iban unos y venían otros .En una ocasión apareció un  tal Robert, un gigantesco pelirrojo gringo, que era la pareja de Enedina, de unos diecisiete años, nieta del prócer, con la que se marchó dos días antes que el resto del grupo, creo que a visitar París.

-¡Denles la mejor habitación matrimonial que tengan, que el gringo haga feliz a mi nietecita!.!Felice como soy yo, já, já, já!.

¡De acuerdo, Señor Camarassa!, asentí yo, avergonzado en mi interior por mi postura anti-tanos.!Aquel tano de Venezuela bien liberal que aparecía!.!Vivir para ver!.

Enedina era preciosa, y tenía dos dizque tías también preciosas :Vilma, con belleza siciliana, e Hillen, rubia como una vikinga de Catoira, herencia de la madre de ambas, que era gallega. Las dos eran muy simpáticas .Cosa de agradecer en los tiempos que corren que las guapas sean también simpáticas y amables.

La visita del Señor Alonso, sus comentarios sobre Valle de la Pascua, Caracas, Maracaibo y Valencia, me retrotrajo a tiempos mas felices, y recordé los versos del poeta francés Verlaine en  su Canción de Otoño/Chançon d’automne:

Je me souviens des jours anciens et je pleure!.!Me acuerdo de los viejos tiempos y lloro !.

Tiempos hermosos, con los patriarcas Vela y Camarassa indicando caminos .Con bellezas extraordinarias; Enedina, Hillen, Vilma.!Los maridos ignoraban que la rubia y la morena eran nuestros amores platónicos, casi cortesanos, confesos!.

¡Sólo quedan los recuerdos!.



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