-¡Hasta que la situación se me hizo insoportable pude
alternar el vivir en dos poblaciones de las más baratas del mundo :Ceuta y
Valle de la Pascua!.
¿Valle de la Pascua?
-¡Sí, en Los Llanos de Venezuela, no muy lejos de de la
capital de la nación!.Tanto a Caracas como a Valencia iba casi a diario, porque
el precio del combustible era baratísimo!.!Y al menos un par de veces por
semana también visitaba Maracaibo, que queda casi a mil kilómetros!.
¿Maracaibo?.La ciudad que nuestro cliente, Domingo Alonso,
manchego residente en Ceuta, donde se había prejubilado como técnico de
actividades portuarias, acababa de citar, nos traía a los recepcionistas de
nuestro hotel el recuerdo de Don Simón Vela, que de adolescente montañés
aprendiz de librero pasó con los años a gran editor tanto en Venezuela y países
aledaños como en España.
Maracaibo era, cuando el Señor Vela nos visitaba, la ciudad
más rica de Iberoamérica .El potencial petrolífero de Venezuela estaba en su
máximo esplendor, y de ahí se beneficiaban emprendedores culturales como el
Señor Vela o técnicos portuarios como el
Señor Alonso, que por temporadas ejercía su profesión allí .Si Valle de la
Pascua era barata para él, por el precio del combustible, Ceuta lo era por los
descuentos de que disfrutaba por
prejubilado estatal en ciudad autónoma:!impuestos especiales a la baja ,precios
baratísimos de los viajes en barco y avión, economato, etc! ,Si Valle de la
Pascua era una ciudad tranquila desde la que viajar rápido y barato a los
grandes núcleos de población, como Valencia, Caracas, incluso Maracaibo, Ceuta
lo era a nivel español, porque llegar a Madrid en avión o a Andalucía en barco
era coser y cantar.!Y si te da la gana, cruzas por El Tarajal a Castillejos,
que el moro vende bueno, barato y bonito!, matizaba con humor el Señor Alonso.
Rebobinando, recordé cómo
en la época de bonanza, coincidiendo en el hotel el Señor Vela y señora
con la familia Camarassa, había salido a colación también la ciudad de la que
decía maravillas el Señor Alonso.
Y es que, a base de visitas y conversaciones, los Vela y los
Camarassa terminaron por hacerse amigos
de la familia propietaria de nuestro hotel y participaban de eventos en común.
Felice Camarassa se
enfadó conmigo porque le recordé su origen siciliano:
-¿Este joven es venezolano, verdad?.!Tiene nuestro acento!.
El viejo Felice se refería a un veinteañero que me acababa
de entregar el pasaporte para que le registrase como cliente.
¡Pero usted es siciliano!, dije yo en plan porfiador.
-¡Era cuando nací, pero llevo cincuenta años en Valencia, el
doble de la edad que tiene este joven!.!Soy más venezolano que él!.Camarassa
imponía su autoridad doble ante mí:!el cliente siempre tiene razón, y los
padrinos también!.
Era en verdad un padrino, y me refiero sólo a lo familiar,
porque ignoro sus otras actividades. Venían todos los veranos, y a veces
también algún invierno. El transfer Rebollo les esperaba en el aeropuerto con
su minibús y los trasladaba por toda la Península, incluso cruzaban los
Pirineos.
A Felice y señora, que creo se llamaba Magdalena, les
acompañaban entre seis y quince personas, entre hijas, yernos y nietos. A veces
se iban unos y venían otros .En una ocasión apareció un tal Robert, un gigantesco pelirrojo gringo,
que era la pareja de Enedina, de unos diecisiete años, nieta del prócer, con la
que se marchó dos días antes que el resto del grupo, creo que a visitar París.
-¡Denles la mejor habitación matrimonial que tengan, que el
gringo haga feliz a mi nietecita!.!Felice como soy yo, já, já, já!.
¡De acuerdo, Señor Camarassa!, asentí yo, avergonzado en mi
interior por mi postura anti-tanos.!Aquel tano de Venezuela bien liberal que
aparecía!.!Vivir para ver!.
Enedina era preciosa, y tenía dos dizque tías también
preciosas :Vilma, con belleza siciliana, e Hillen, rubia como una vikinga de
Catoira, herencia de la madre de ambas, que era gallega. Las dos eran muy
simpáticas .Cosa de agradecer en los tiempos que corren que las guapas sean
también simpáticas y amables.
La visita del Señor Alonso, sus comentarios sobre Valle de
la Pascua, Caracas, Maracaibo y Valencia, me retrotrajo a tiempos mas felices,
y recordé los versos del poeta francés Verlaine en su Canción de Otoño/Chançon d’automne:
Je me souviens
des jours anciens et je pleure!.!Me acuerdo de los viejos tiempos y
lloro !.
Tiempos hermosos, con los patriarcas Vela y Camarassa
indicando caminos .Con bellezas extraordinarias; Enedina, Hillen, Vilma.!Los
maridos ignoraban que la rubia y la morena eran nuestros amores platónicos,
casi cortesanos, confesos!.
¡Sólo quedan los recuerdos!.
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