Para el padre y los
tíos de LUISA,CARACAS, MARACAIBO y CURAÇÂO
fueron una especie de EINSIEDELN
por etapas, aunque no sabría decir cuál habría sido su particular
MOTSEIROSO antes de la emigración.
Ese recorrer el camino de forma tenaz
de los hijos del TSARGO, sirvió de espolón en los años cincuenta a setenta para
que muchos XALDOS, VAQUEIROS YA MARNUETOS, gente de LA FALIETSA, se ilusionasen
y partiesen hacia EL CARIBE PENINSULAR E
INSULAR, obviando un clima difícil de soportar para las gentes de LAS BITSAS,
LOS TSUGARES, LAS BRAÑAS YA LOS PUERTOS MARNUETOS. Para algunos llegó el éxito
.Para otros el regresar con la frente marchita. Para otros el entregar su
cuerpo y su alma a aquellas tierras lejanas
Mientras IGNACIO largaba, yo, asombrado, iba asociando situaciones visuales vividas por las que pude
llegar a la conclusión de que tanto a LUISA como al propio IGNACIO yo ya los había visto juntos, por primera y
única vez, unos treinta y cinco años antes.
-¡IGNACIO va a tener
que bañarse en el agua fría del RÍO ALBAR, si antes no le sacan el calor del
cuerpo, já, já!, comentó malicioso ESTEBAN , industrial maderero de PENOUTA.
Y es que ESTEBAN,
mujeriego perdido, pero buen negociante, se mantuvo respetuoso mientras IGNACIO
y SU JEFA LUISA desayunaban en el chigre de SANTOLÍN. Pero la turbación le
podía: LA ANTILLANA NEERLANDESA le
encargó tres toneladas de MADERA DE NOGAL para enviarlas a una MUEBLERÍA LUJOSA DEL BOTXO, y en el viaje
entre EL GANZO, donde estaban LAS
PRECIADAS Y PRECIOSAS ROLLAS y el chigre, cinco kilómetros de traqueteo, LUISA,
sentada entre IGNACIO y ESTEBAN le transmitió sus poderosos efluvios.
No era de extrañar: LUISA, alta, bonita, en sus treinta y
cinco, con ropa ceñida y zapatos de tacón, impropios para el tiempo y el lugar,
con su acento ENTRE CARIBEÑO Y GRINGO, con su pelo negrísimo en moño y su cara
discretamente maquilada, UNA BELLEZA DEL CARIBE, con un reloj y unas pulseras
de lo nunca visto, incluso para un mocoso como yo, en mis nueve años, resultaba
admirable.
Eran otros tiempos, pero quizá no para una avispada LUISA:
visto con perspectiva actual, que IGNACIO condujese el camioncillo gris del aserradero durante
casi cien kilómetros para llevarse tres toneladas de madera, sería un despropósito.
Para LUISA eran
simplemente NEGOCIOS DE LUJO A LA AMERICANA.
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