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miércoles, 2 de septiembre de 2015

FERMÍN CASO EN MÉXICO


FERMÍN CASO, al que conocí como FIRMO EL RETORNADO, llegó a MÉXICO   dejando atrás un clima prebélico,  al igual que muchos otros de ESTA PARTE DEL CHARCO.
Pero las intenciones  de los emigrantes no eran las mismas para todos: unos temían represalias por sus ideas, otros querían simplemente comer a diario, y FIRMO quería hacerse millonario.

“Millonario y sin tener envidia de  XUACU EL TRUNCARIU, así llamaba él a su hermano mayor,  que por la ley del embudo recibió de mi padre casi todo lo que teníamos”, razonaba el interlocutor de mi padre.

XUACU le ofreció a FIRMO,  a cambio de renunciar a las dos parcelas y al hórreo que le correspondían, para que la heredad quedase intacta ,ochenta mil reales  de entonces, una pequeña fortuna con la que abrirse camino en LAS AMÉRICAS.

Un amigo suyo emigrado, y que le calentaba la cabeza, le dio la gran oportunidad: hacerse con la cuarta parte de un negocio en EL DISTRITO FEDERAL  que iba viento en popa.

A los cinco minutos de llegar, FIRMO hubiese dado la vuelta, pero el orgullo, el amor propio, lo retuvieron por treinta años.

-          “¡Já, já, ahora me río, pero entonces, con mis ochenta mil reales en los bolsillos de aquellos golfos, y sin nada en EL PUEBLUCU, más de una vez lloré  a escondidas!”

 SU AMIGO,  y amigos así son los peores enemigos, compartía con otros tres paisanos  un humilde hostal, pomposamente llamado PEÑA TÚ, en cuyo restaurante habían erigido una mezcla de CHIGRE, BODEGA, PANADERÍA, CARNICERÍA,etc, etc, enfocado  a la inmensa colonia de oriundos de LAS PROVINCIAS DE LOS PICOS DE EUROPA.

Los socios estaban solteros, y dormían en camastros en la trastienda.

El HAIGA  era viejo y compartido. Y había estado por LOS PICOS DE EUROPA al menos en  cuatro ocasiones, con cuatro conductores diferentes: LOS CUATRO SOCIOS.


-“¡Cuánta farsa, já, já.!”, y FIRMO  volvía a repetir  que reía por no llorar.

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