domingo, 1 de julio de 2018

RAMONCÍN DE LOS PARAGUAS:LAS DESBLASFEMIAS



“-¡Desjosemanuelín, no se desblasfema!.!Que Desdiós y la Desvirgen le desperdonen!.”

Ramoncín de los Paraguas me regaló un rosario para que mis rezos a La Virgen obtuviesen el perdón del Altísimo.

Antes de entrar en detalles sobre el protagonista principal ,algunas consideraciones sobre la actitud mental del”desblasfemo”:

-José Manuel sólo era mi nombre oficial .Yo, por desgracia, sufría aquello de ”tsámase Pepe cumu’l nueso Lulo” .Ramoncín, a su modo, “desaldeanizaba” la situación .El arzobispo Lauzurica, con”una bona xustrada”, me rebautizó José Manuel .El Reverendo Andina, Don Francisco el Nuevo, coprotagonista de algunas incidencias del Paragüero, visionó mi futuro nombre literario, ya que, para individualizar a cada José Manuel de la Catequesis,  optó por añadirnos un tercer nombre, al socaire del único que tenía tres por bautismo, José Manuel Gonzalo .A mí me añadió el apodo de mi padre, que, germanizado y helvetizado, pulula ahora por el proceloso universo de las redes.

-¡Me cago en la puta leche!, fue mi gran blasfemia. El rosario blanco que me regaló Ramoncín, y su”desimposición de despenitencia”, junto con la bronca de mis padres, obraron el “ desmilagro” de que  sesenta años antes de analizar sus letras ,yo entrase en el mundo de las contradicciones que Ana Moura canta en “Desfado”.!Lloras de alegría, cantas de dolor!.

Dije puta leche, y no puto tseite. Con el tiempo, compararía mi actitud con la de los habitantes de Los Pirineos Atlánticos: hablar en francés, cantar en euskera, y blasfemar en español, en el caso de  ellos; hablar en falietsa, cantar en mineru, y blasfemar en español, en el mío.

Tampoco habían llegado las elucubraciones semánticas, semiológicas y de lingüística comparada:!Podría haber dicho “metsaos de la Güestia” y traducirlos por “Sagrados Calostros”!.!A la española resultó más directo :puta leche, y ya está!.No tuve que explicar que metsaos esta en la línea de milk/melk/milch de los idiomas nórdicos(inglés, holandés, alemán) y Güestia  equivale, más o menos, al Ghost del inglés o al Gheist del alemán.!Holy Ghost, Heilige Gheist, Santa Güestia, Espíritu Santo en resumen, simple información ,lejos de cualquier actitud irreverente!.

Aquella situación “descontrolada” me sirve para recordar lo vivido durante un par de décadas con Ramoncín, hasta que desapareció en un geriátrico para esperar la muerte.

La gente se refería a él como a Ramoncín de los Paraguas/ o el de Los Paraguas, pocas como el Paragüeiro, y algunas como El Arreglaparaguas, según la disposición lingüística individual y familiar que correspondiese.

Tenía una edad indefinida:

-¿Cuántos años tiene usted, Ramoncín?, preguntaban algunos.

¡Tengolos todos!, contestaba él, socarrón e irónico.

Cuando yo cometí el “ despecado”, andaría ya próximo a los setenta.

Era difícil saber con exactitud dónde había nacido, si tenía algún familiar más o menos próximo. Su espíritu de autodefensa, basado en la ironía y en el despiste, el desdecir tan suyo ,alejaba a los curiosos .Algunos quizá supiesen la verdad, pero la callaban, para no involucrar a terceros.

En los ochenta, un subcomisario de policía ya fallecido, me citó  dos poblaciones relacionadas con el nacimiento y crianza de Ramoncín, al que a veces  apodaban Cachilín, algo que le desagradaba en extremo.!Sus razones tendría el pobre hombre!.

Ramoncín tenía un físico muy peculiar:

-Mediría un metro y medio, nada que objetar en una Iberia de paticortos, y sin embargo su capacidad torácica era la de un fortachón..Su cabeza de patricio romano, más que grande coronada por una cabellera  leonina, blanca, al igual que la barba, que le daba “a touch of distinction”, un toque de distinción  que dirían los elegantes, lo hacía inconfundible .Llegaba y se iba con su lento caminar, liviano de sentimentalismos y con su taller a cuestas.

Cada ocho meses, más o menos, se instalaba en”la casa´l forno de mi casa” por un par de días y sus correspondientes noches.

Referencia lingüística:”casa´l forno”, era la habitación dedicada a la actividad panadera, y  al curado de los embutidos.”Ca’l Forno”, sería el nombre de un caserío, que quizá alguno exista en tierras falietsanas.

Ramoncín pertenecía a aquella estirpe de trotamundos a los que se valoraba por las noticias que traían del exterior, y porque  sus habilidades eran muy apreciadas: arreglar paraguas en el caso de Ramoncín, otros eran cesteros, zarragayeiros/hojalateros, mieleros/cereiros,, incluso copleros/editores y/o distribuidores de fueyas con canciones, más o menos gloriosas(La Campanera, Mustafá no te subas a la parra ,Doce Cascabeles, Los Campanilleros-¡mucho cascabel, mucha campana!-   y a veces rancheras y tangos).

Los zarragayeiros, los mieleros/cereiros a veces reconvertidos en talabarderos, y los manegueiros no se consideraban mendigos .La cestería era cosa de los gitanos.

Pero los copleros y los paragüeros no tenían nada que ver con los mendigos de hoy en día, manipulados por los políticos, la Iglesia, las instituciones y las mafias ,sino que dignificaban y profesionalizaban su vagabundez pagando en especie al benefactor y obteniendo de los clientes un parco espolio que les permitía cierta fluidez monetaria.

Ramoncín comía con nosotros, pero salvo el local, no aceptaba otro tipo de ayudas En su enorme fardo traía no sólo cinco o seis paraguas viejos y las herramientas, sino también un enorme poncho gaucho que utilizaba como lecho.

¡Lo que otro suda a mí no me dura!, le dijo a mi padre cuando  la txapela que mi progenitor le había regalado voló por los aires.

Era curioso que alguien que se dedicaba a recomponer paraguas pudiese ser tan pulcro, tan exigente para lo suyo.

Hubiera viajado una quinta parte de lo que decía y tendríamos en él a un verdadero trotamundos stricto sensu:

-¡Estuve en La Feria de Abril, con las desevillanas destaconando sin desparar!.

-¡Cuando llegué a Puerto Rico, los desellos y las desellas me recibieron rodilla en tierra como al  gran marinero  asturespañol!.!Y las desellas las piores!.

El subcomisario que me informó sobre Ramoncín, tsacianiego criado por pocos metros en los dominios de Las Brañas, actual Cangas de Tineo, lo conocía no sólo por su profesión de sabueso sino también por haberlo tratado en su lejana aldea, señal de que nuestro hombre habría hecho incursiones en las tierras bercianas, maragatas y más al sur.

Ramoncín era muy creyente, de mucha fe, muy ortodoxo: de ahí el rosario blanco que me regaló.

Pero, cosa habitual entre los católicos para ajustar cuentas con lo divino y lo humano, y hasta con lo diabólico ,Ramoncín era un experto en desblasfemar:

-¡Don Francisco, yo no me quiero descagar en……ni en la…..sino en la desmadre que…..!.El recordado abad de La Parroquiona, eonaviego de aspecto céltico-germánico, no pudo evitar el ruborizarse  tanto como yo en ocasiones similares, y fue incapaz de poner firmes a un  Ramoncín pasado de descopinas de desaguardiente.
-¡Zass, zass, zass, zass!.!Sinvergüensa!.!Porque é uhted vieho y ehtá borraxo , que si no dormía ehta noche en el cuarto ohcuro!.El sargento Rute, de triste recuerdo, abofeteó en público al pobre Ramoncín por desblasfemar.

El infeliz se acarició el rostro y la cara, con un gesto de santo mártir al borde de romper en lágrimas. Pero al cabo de un par de minutos empezó a mesarse la perilla como un sabio de las historietas.

Era sábado al atardecer en la capital del Esva y nadie se atrevió a sacar la cara por el abofeteado.

El domingo, próximo al comienzo de la misa, ya el sacerdote preparaba el altar, apareció Rute de media gala, comandante supremo de la zona, con su mujer del ganchete.

Ramoncín, que lo esperaba en el tercer banco-el torturador se instalaría en el primero, destinado a las autoridades-le increpó al pasar, de viva voz y con el gesto:

-¡Pase, pase para ahí y diga lo que hizo!.

Rute bajó la cabeza, avergonzado.

Don Helenio Cobertoria, el párroco, más expeditivo que el Padre Andina, seguro que hubiese arreado unas muletadas a Ramoncín, pues no dudaba en hacerlo con cualquier feligrés.Pero aquí la situación era otra.

Rute también supo contenerse.

Muchos temblaban ante la  temeraria acción de Ramoncín, que sorpresivamente nunca trajo consecuencias.

-¡Mi tocayo supo tomar cumplida venganza ante verdes y negros!.!Supo llamarse a andanas!.!Sería un buen político democrático francés!.Ramón de la Hortensia, el gigantón parisino-vaqueiro, políglota y polímata ,enemigo de curas y frailes, de militares y de jueces, dio la explicación más cuerda pese a su sedicente locura.

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