viernes, 26 de febrero de 2016

DOCE PÁGINAS DE LA ARCADIA PERDIDA


José Manuel  estuvo caminando por  los accesos a La Helechosa y a La Collada hasta que ya era casi de noche, dejando volar sus pensamientos hacia lugares remotos y circunstancias totalmente ajenas a lo que de verdad ocurría :su padre estaba muerto, y su madre iba a estarlo en dos semanas.

Dios es bueno desde el Sinaí y el encuentro con Saturnino, María y Justo, fue providencial.

Se encontraba yendo y viniendo entre puntos cada vez más próximos, inconscientemente como un animal acorralado, aunque  su cabeza estuviese, por fortuna para su salud mental, en Babia ,y cuando realizaba  el tercer viaje de vuelta entre Valdepipe y Valdesalguero, dos fuentecillas receptoras y desaguadoras de sendos arroyos con sauces en las orillas ,despertó entre asustado y sorprendido, positivamente, de su ensoñación, casi de su sonambulismo, al tropezar con La Familia Benefactora y sentir un golpe en el brazo

-¡Despierta, hombre!, le dijo Justo a la vez que le golpeaba ligeramente en el brazo izquierdo

¡Ah, que susto!.!Menos mal que sois vosotros!, y José Manuel .por primera vez en días ,sonrió un poquito.

-¡Anda!.!Ven a cenar con nosotros y luego Justo te acompaña de regreso!, y el adolescente aceptó tácitamente la invitación de María, porque su instinto de animal acorralado le llevaba a buscar un refugio, así que dio media vuelta y les siguió hasta La Helechosa.

¿Pero no estarán preocupados por mí en mi casa?, preguntó inocentemente el infeliz mientras saboreaba unas patatas fritas con huevos y chorizo, especialidad de la dueña de la casa.

-¡No te preocupes, que tu madre y tu hermana seguirán dormidas hasta el amanecer y……..!,Saturnino lo tranquilizó, a la vez que las lágrimas afloraban en sus mejillas, porque se había cortado antes de decir ”y tu padre está muerto”.

Conversando con aquellos amigos, mientras engullía un  tazón de leche recién ordeñada, a rebosar de migas de pan casero , la pantagruélica combinación de cena y postre de los adolescentes campesinos de aquellos años, se fue enterando de los planes y proyectos del marido de su hermana para hacerse con el control de la heredad que un bisabuelo trashumante y una bisabuela sedentaria habían creado sobre un sotobosque.

María, Saturnino y Justo aprovechaban la presencia de los padres de Álvaro, que se harían cargo de la situación, bajo el imperio de su hijo ,para descansar de aquellos dos días interminables, y para volver al día siguiente a despedirse de Gaspar y a seguir colaborando en todo lo que se les dejase, y ellos pudiesen, que era mucho.

-¡María, Saturnino, y tú, chaval, podéis iros a descansar a casa, que os lo merecéis!, dizque ordenó Álvaro en plan hipócrita, mientras presentaba al trío que les sustituiría.

¡Mis padres y tío Olayo cuidarán de la casa, de las enfermas, y de todo lo demás!, y Justo miró con mezcla de miedo y de rabia, como le había sucedido con Crispín, al tío Olayo , o sea, el famoso guardia forestal Layón , hermano de Fausto, el abuelo de Álvaro y fundador de la dinastía de los Temprano.

Saturnino era muy simpático, charlatán, y de hacer muchas amistades por doquier, y  como además también era tratante de equinos y no se perdía feria alguna de Las Navas ,Somiedo,Brañagrande,  A Fonsagrada ,Las Brañas  ,Trevías o Villablanca ,podía dar fe de todos los antiguos compañeros suyos de campamento , cuartel o batallón de guerra, repartidos por las muchas aldeas y núcleos de población de las tres provincias que confluyen en Los Ancares, la mayoría ya abuelos, y el intercambio de información con esos muchos amigos-pocos eran los que se limitasen a simples conocidos-le permitía estar al tanto de todos los dimes y diretes, y a pronosticar alianzas matrimoniales, trucos notariales,etc.

José Manuel escuchaba con asombro e interés cómo Saturnino le confesaba haber tenido de compañero en la mili a Gabriel, el padre de Álvaro, y cómo conocía de cabo a rabo la evolución social y patrimonial de los Temprano.

-¡Grabelín nació en Casa Los Carboneros de La Corra ,era el segundo de los hermanos varones, por tanto un segundón, y le esperaban Las Américas, pero” la Soledad” le cambió el destino ,já,já ¡.

¿Cómo la soledad?, preguntó José Manuel, al que  desconcertaba el tono irónico de Saturnino.

-¡Já,já!.!Soledad es la suegra de tu hermana Luisina!.

¡Bueno, perdona el chiste, no era mi intención!, y  es que Saturnino quería animar al chico sin inferir  ofensa alguna a la memoria de Gaspar.

Poco a poco, Saturnino fue desgranando la historia completa de los Temprano, desde que un guardia civil de Medina de Rioseco llegó a Las Brañas hasta que sus hermanas se entregaron a los nietos de Fausto, que así se llamaba el guardia, en días quizá”infaustos”.

Fausto ,ya casi nonagenario pero aún de pie, y José Manuel no pudo por menos que evocar al viejo terrateniente de “La Efigie Maragata”, de Concha Espina ,para ascender a Cabo Primero tuvo que trasladarse a Las Navas y después a Brañagrande, para regresar a Las Brañas ya como Suboficial, y de su recorrido por las tres comarcas sacó buen provecho para sí y para los suyos.

-¡Cazurro con suerte!.!Aquí encontró la Piedad!, y ahora José Manuel  ya no puso cara de asombro ante la facilidad para el ripio y la ironía de la que hacía gala el padre de Justo.

¡Pero de joven sería tan cabrón como Crispín!, matizó el hijo de Saturnino, y al oír el nombre maldito, a José Manuel le afloraron las lágrimas .

-¡Tranquilo, no pasa nada, sigue cenando!,y María, acariciando la espalda del adolescente, volvió a hacer el milagro de apaciguar las locuras y desesperos del joven huérfano,  de paso que reprobaba, con su consabido  mover la cabeza ,a Justo, incapaz de reprimir su innata querencia anarquista.

¡Perdón, pero es que me enciendo!, se justificó Justo(valga la redundancia).

El abuelo de Álvaro, de buena presencia, más bien blanquecino para su origen, aunque no muy corpulento ,muy  astuto , y antes manipulador psicológico que maltratador físico ,se enamoró de Piedad, la hija de Acación de Serandi y de su esposa Manuela la Paredana .

-¡Miel sobre hojuelas ¡, exclamó Saturnino de paso que continuaba su narración ,y es que al bisabuelo de Álvaro le venía que ni pintado un guardia civil para garañón familiar, ya  que Piedad sería la truncaría ante la decisión de su hermano  de continuar en Nueva York.

Kaseíto era el nombre”portorriqueño” de Acacio Rodríguez Merás ,tío  de Álvaro ,solterón empedernido ,emigrante en la juventud al Caribe y luego ya radicado para siempre en La Gran Manzana, donde puso en marcha numerosos negocios, algunos de dudosa reputación pero que le permitían  venir cada tres años a mostrar su éxito ante los envidiosos de siempre.

Kassey para los gringos ,Acacio también era conocido como “el yanqui”, ”el americano” o “el cubano”, adjetivos muy favorables en aquella época, por lo que significaban de poder y de riqueza.

Y por fortuna para los planes de Fausto, el rico emigrante  renunció  a todos los derechos sobre el patrimonio familiar, a cambio de que se le dejase disponer de ”la casa vieja”, de la habitación de su niñez, cuando visitase el predio natal.

Digamos que ”la casa vieja” ,en cuyo bajo se guardaba el vetusto y elegante ”haiga” Old Rambler con el que Álvaro presumía ,fue remplazada como residencia familiar por “la casona”, la imponente mansión de Los Temprano ,y, lógicamente ,construida  a expensas de Kaseíto.

Fausto se casó con Piedad, y poco a poco, sin doblar la cerviz-ya lo hacían Acación y los criados, incluso Piedad y La Paredana-se hizo con el control del inmenso predio, que él se encargó con astucia de multiplicar por ocho o por diez.

Porque en su incesante ir  y venir entre el cuartel y  Serandi, para cumplir con el débito conyugal, del que nacieron Acacio/Kaseíto y Soledad ,y para ganarse la confianza del avaro Acación-¡tal para cual!-siempre sacaba tiempo para visitar a diferentes instituciones y personas que podrían ayudarle a convertir la antigua Casa Plácido, en aquellas alturas Casa Cacio, en la imponente propiedad(“Patsera”, decían los viejos ,en una palabra  de claro origen germánico)de Casa Temprano ,símbolo de La Reconquista al revés, con Los Mesetarios imponiendo su fe y costumbres a Los Cantábricos.

Por aquellos tiempos, primer cuarto del Siglo xx, se empezaba a gestar una nueva ley de montes comunales, el poder de las guarderías  se apoyaba en el soporte combinado de los municipios y de la Guardia Civil, así que pronto los caciques empezaron a sacar provecho de la nueva situación, y Fausto, como yerno de Acación y consorte de la heredera ,Piedad ,puso manos a la obra.

Encima, milagro sobre milagro, el primer Capataz de Guardamontes de la Demarcación Brañega del Incipiente Consorcio Forestal del Estado ,iba a ser un Brigada Legionario en la reserva ,un tal Bibiano Temprano.

Se supone que Fausto, ya Sargento de La Benemérita en Las Brañas-un viejoJeep, primer vehículo del cuartel ,aparte los autobuses de línea, facilitaba que el Suboficial durmiese cada dos días con su mujer en Serandi-movió los hilos para que su hermano obtuviese como empleo público complementario la Jefatura de los Guardamontes de Las Brañas ,Brañagrande y Las Navas ,Trevías ,El Palo y Los Oscos, veinte hombres a su mando, casi todos militares y guardias civiles en excedencia o en la reserva, acostumbrados al palo  y estate quieto, y  que enseñarían a los campesinos quién manda y quién obedece.

Fausto y Bibiano pusieron en marcha una operación que cincuenta años después parecía un latrocinio, pero ya imposible de corregir: “la privatización de la Sierra Alta”.

Sierra Alta era un inmenso monte común del municipio de Brañagrande, un Altiplano con límites al Oeste por el Valle de Fontoria,  al Este por el Despeñadero del Valfagón ,al Norte por  las parroquias de San Miguel,Orderias y Las Navas, y al Sur por el alfoz de Brañagrande.

Aquel terreno de casi cinco mil hectáreas era divisoria de cuencas hídricas :Brañagrande, que se divisaba allí abajo ,era la población de más postín de la cuenca del Río Praviano, que fluye de La Cordillera Cantábrica a San Esteban ,y LasNavas era famosa por confluir en sus inmediaciones los principales afluentes  del Río Céltico o Esva, que lleva las cristalinas gotas sagradas del Motseiroso a bendecir La Mar Océana en el estuario de La Regalina.

División hídrica motivo de disensos entre Las Brañas y Villablanca, con Brañagrande pagando los platos rotos al no disponer en La Gran Capital de “hijos predilectos” y de ”padrinos de altura”.

A José Manuel le sonaba un poquito la historia, porque algo había oído durante su estancia en el convento, pero nunca le había prestado mucha atención, y justo ahora, con su padre muerto en La Reguera, y él cenando en La Helechosa ,en su mente simple  se estaba encendiendo una lucecita al socaire de la narración de Saturnino, y la figura de su cuñado y toda la estirpe maldita de Los Temprano  aparecían como  una visión aterradora.

José Manuel entendió porqué  cuando Diógenes venía a comprar madera a particulares, el guardia forestal Pepe el Temprano, que sólo había estado en Las Navas algún tiempo, y ya llevaba más de una década en Las Brañas ,acompañaba también al guardia forestal de zona y mediaba en los precios de los pinos: habían sido plantados” a medias”.

“A medias”, era una invención de Fausto y Bibiano para que el dueño del monte aceptase que, a cambio de poner el terreno, la Forestal, que era la denominación simplificada del entramado mafioso , aportaría  los plantones y la mano de obra ,las licencias pertinentes, y a los diez, quince, dieciocho años, según las circunstancias ,los ingresos por la venta de los árboles se repartiesen  al cincuenta por ciento

-¡Ya ni nos acordábamos de que la mitad era para Pepe el Temprano! ,era la exclamación de muchos padres, según le contó más de un amigo a José Manuel.

La fraternal unión del civil y del forestal se puso en marcha en toda aquella inmensa zona, así que las ganancias para el clan de Los Temprano alcanzaron  cifras insospechadas para aquellos nacidos en tierras secas y de frecuentes hambrunas.

-¡Qué tonto soy!.!Pepe y Álvaro son parientes y yo no caí en la cuenta hasta ahora!, no pudo por menos que exclamar José Manuel.

El gran banco de pruebas fue todo el terreno de Sierra Alta: Bibiano y Fausto , por las buenas, siendo a veces hasta un poquito generosos, o por las malas ,que pocas veces sucedió, aunque siempre hay “ algún maldito sinvergüenza rebelde que no se deja pisar en defensa de lo suyo”, realizaron una multiplicidad de operaciones de compra-venta con los propietarios legales de las parcelas fronterizas del Altiplano y poco a poco se hicieron con el control de todo el terreno y lo convirtieron en un enorme pinar inscrito a nombre de Fausto , Bibiano, y  también de Olayo cuando se incorporó como forestal de Las Navas.

Acación, que tenía alguna parcela colindante con el predio espoliado, también obtuvo provecho, lo cual serviría para que sus descendientes, y también descendientes de Fausto, fuesen los más ricos no sólo del Valle de Fontoria sino de todo”lo conocido y por conocer”, en hiperbólica  definición de los exagerados de turno.

Acabada la cena, Saturnino  finalizó su relato, y mientras encendía un cigarrillo-también fumador empedernido, como Gaspar-salió para inspeccionar a los animales, mientras que Justo apuró a José Manuel para regresar a La Reguera.

-¡Mamá, nosotros ya nos vamos, que José Manuel necesita descansar!.

¡Está bien ,hijo!.!Pero tú también tienes que descansar, así que no tardes!.

-¡Sí, en un par de horas!, y ambos muchachos salieron a la calle, no sin que antes María fortaleciese con su abrazo a José Manuel, el cual no dijo ni una palabra, aunque los lagrimones que cubrían su rostro significasen no sólo pena sino también agradecimiento.

-¿Quieres un pitillo?, y la pregunta de Justo sorprendió doblemente a José Manuel.
¡No, y no sabía que fumases!, contestó el infeliz.

-¡Sí, y mi padre lo sabe, pero mi madre me echa la bronca, así que prefiero hacerlo a escondidas de ellos!,y José Manuel, astuto por una vez, comprendió la prisa de Justo por acompañarle de regreso, y los lagrimones dieron poco a poco paso a una faz risueña.

Pero poco dura la felicidad en casa del  pobre: a medio camino entre La Helechosa y La Reguera, creyeron morirse de pavor al ver ante ellos un espantajo, una figura horrible.

Quedaron paralizados ,inmóviles, y sólo empezaron a reaccionar cuando tras la linterna que les deslumbraba distinguieron el rostro  del temido Layón.

-¡Já,já, rapaces, noto que aún no os salieron los espolones ,y  os morís de miedo!,!Já,já!, y las carcajadas del tio Olayo  hicieron eco en el valle, y quizá despertarían a algún vecino de Rotaeras o de San Ramón.

-¡La de noches que hice guardia yo por aquí, con mi caballo y mi escopeta, para poner orden a los furtivos!.!Y entonces había lobos y osos, pero también cojones, já,ja´!.!Me apetecía volver a repetir aquellos tiempos, y me encuentro con dos miedosillos,já,já!.

-¡Bueno,seguid a lo vuestro!, remató el viejo carcamal con su agresivo comportarse ,algo genético que en  un legionario puede alcanzar elevadas dosis de violencia próximas a la criminalidad.

¡Adiós, Layo, y cuidadín, que ya no hay lobos ni osos, pero sí jabalíes asesinos,já,já!.y Justo, para sorpresa de José Manuel, y quizá del propio forestal, recuperó su punto de anarquista.

-¡Já,já, rapaz, en la mili ya no serás tan gracioso! ,y  Olayo dio por zanjado su exordio, casi conversación al final por la salida de Justo ,y caminó lentamente en dirección a La Helechosa, mascando a la vez  que el tabaco de su maloliente cigarro de picadura la constatación de que era un viejo carcamal  y no el  poderoso sargento legionario que décadas antes había roto los dientes de muchos soldados y de algunos ganaderos.

¡Menudo barullo que hay delante de tu casa!.!Parece una feria!.!Y es que tu cuñado es una máquina de charlar!, y la afirmación de Justo espabiló al fin a  un José Manuel más consciente, al socaire de la narración de Saturnino, de que su vida estaba en las manos del terrible clan venido de La Meseta.

Pero era una consciencia fatalista, así que hizo de tripas corazón y entró en la casa, para pasar las últimas horas con su padre, las últimas semanas con su madre, y, quién sabe, hasta con sus hermanos , Luisina, y los  Argentinos, Hilda y Serapio, que llegarían en horas.





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