José Manuel estuvo
caminando por los accesos a La Helechosa
y a La Collada hasta que ya era casi de noche, dejando volar sus pensamientos
hacia lugares remotos y circunstancias totalmente ajenas a lo que de verdad
ocurría :su padre estaba muerto, y su madre iba a estarlo en dos semanas.
Dios es bueno desde el Sinaí y el encuentro con Saturnino,
María y Justo, fue providencial.
Se encontraba yendo y viniendo entre puntos cada vez más
próximos, inconscientemente como un animal acorralado, aunque su cabeza estuviese, por fortuna para su salud
mental, en Babia ,y cuando realizaba el
tercer viaje de vuelta entre Valdepipe y Valdesalguero, dos fuentecillas
receptoras y desaguadoras de sendos arroyos con sauces en las orillas ,despertó
entre asustado y sorprendido, positivamente, de su ensoñación, casi de su
sonambulismo, al tropezar con La Familia Benefactora y sentir un golpe en el
brazo
-¡Despierta, hombre!, le dijo Justo a la vez que le golpeaba
ligeramente en el brazo izquierdo
¡Ah, que susto!.!Menos mal que sois vosotros!, y José Manuel
.por primera vez en días ,sonrió un poquito.
-¡Anda!.!Ven a cenar con nosotros y luego Justo te acompaña
de regreso!, y el adolescente aceptó tácitamente la invitación de María, porque
su instinto de animal acorralado le llevaba a buscar un refugio, así que dio
media vuelta y les siguió hasta La Helechosa.
¿Pero no estarán preocupados por mí en mi casa?, preguntó
inocentemente el infeliz mientras saboreaba unas patatas fritas con huevos y
chorizo, especialidad de la dueña de la casa.
-¡No te preocupes, que tu madre y tu hermana seguirán
dormidas hasta el amanecer y……..!,Saturnino lo tranquilizó, a la vez que las
lágrimas afloraban en sus mejillas, porque se había cortado antes de decir ”y
tu padre está muerto”.
Conversando con aquellos amigos, mientras engullía un tazón de leche recién ordeñada, a rebosar de
migas de pan casero , la pantagruélica combinación de cena y postre de los
adolescentes campesinos de aquellos años, se fue enterando de los planes y
proyectos del marido de su hermana para hacerse con el control de la heredad
que un bisabuelo trashumante y una bisabuela sedentaria habían creado sobre un
sotobosque.
María, Saturnino y Justo aprovechaban la presencia de los
padres de Álvaro, que se harían cargo de la situación, bajo el imperio de su
hijo ,para descansar de aquellos dos días interminables, y para volver al día
siguiente a despedirse de Gaspar y a seguir colaborando en todo lo que se les
dejase, y ellos pudiesen, que era mucho.
-¡María, Saturnino, y tú, chaval, podéis iros a descansar a
casa, que os lo merecéis!, dizque ordenó Álvaro en plan hipócrita, mientras
presentaba al trío que les sustituiría.
¡Mis padres y tío Olayo cuidarán de la casa, de las
enfermas, y de todo lo demás!, y Justo miró con mezcla de miedo y de rabia,
como le había sucedido con Crispín, al tío Olayo , o sea, el famoso guardia
forestal Layón , hermano de Fausto, el abuelo de Álvaro y fundador de la dinastía
de los Temprano.
Saturnino era muy simpático, charlatán, y de hacer muchas
amistades por doquier, y como además
también era tratante de equinos y no se perdía feria alguna de Las Navas ,Somiedo,Brañagrande, A Fonsagrada ,Las Brañas ,Trevías o Villablanca ,podía dar fe de todos
los antiguos compañeros suyos de campamento , cuartel o batallón de guerra,
repartidos por las muchas aldeas y núcleos de población de las tres provincias
que confluyen en Los Ancares, la mayoría ya abuelos, y el intercambio de
información con esos muchos amigos-pocos eran los que se limitasen a simples
conocidos-le permitía estar al tanto de todos los dimes y diretes, y a
pronosticar alianzas matrimoniales, trucos notariales,etc.
José Manuel escuchaba con asombro e interés cómo Saturnino
le confesaba haber tenido de compañero en la mili a Gabriel, el padre de
Álvaro, y cómo conocía de cabo a rabo la evolución social y patrimonial de los
Temprano.
-¡Grabelín nació en Casa Los Carboneros de La Corra ,era el
segundo de los hermanos varones, por tanto un segundón, y le esperaban Las Américas,
pero” la Soledad” le cambió el destino ,já,já ¡.
¿Cómo la soledad?, preguntó José Manuel, al que desconcertaba el tono irónico de Saturnino.
-¡Já,já!.!Soledad es la suegra de tu hermana Luisina!.
¡Bueno, perdona el chiste, no era mi intención!, y es que Saturnino quería animar al chico sin
inferir ofensa alguna a la memoria de
Gaspar.
Poco a poco, Saturnino fue desgranando la historia completa
de los Temprano, desde que un guardia civil de Medina de Rioseco llegó a Las
Brañas hasta que sus hermanas se entregaron a los nietos de Fausto, que así se
llamaba el guardia, en días quizá”infaustos”.
Fausto ,ya casi nonagenario pero aún de pie, y José Manuel
no pudo por menos que evocar al viejo terrateniente de “La Efigie Maragata”, de
Concha Espina ,para ascender a Cabo Primero tuvo que trasladarse a Las Navas y
después a Brañagrande, para regresar a Las Brañas ya como Suboficial, y de su recorrido por las tres comarcas sacó buen provecho
para sí y para los suyos.
-¡Cazurro con suerte!.!Aquí encontró la Piedad!, y ahora
José Manuel ya no puso cara de asombro
ante la facilidad para el ripio y la ironía de la que hacía gala el padre de
Justo.
¡Pero de joven sería tan cabrón como Crispín!, matizó el hijo
de Saturnino, y al oír el nombre maldito, a José Manuel le afloraron las
lágrimas .
-¡Tranquilo, no pasa nada, sigue cenando!,y María,
acariciando la espalda del adolescente, volvió a hacer el milagro de apaciguar
las locuras y desesperos del joven huérfano, de paso que reprobaba, con su consabido mover la cabeza ,a Justo, incapaz de reprimir
su innata querencia anarquista.
¡Perdón, pero es que me enciendo!, se justificó Justo(valga
la redundancia).
El abuelo de Álvaro, de buena presencia, más bien
blanquecino para su origen, aunque no muy corpulento ,muy astuto , y antes manipulador psicológico que
maltratador físico ,se enamoró de Piedad, la hija de Acación de Serandi y de su
esposa Manuela la Paredana .
-¡Miel sobre hojuelas ¡, exclamó Saturnino de paso que
continuaba su narración ,y es que al bisabuelo de Álvaro le venía que ni
pintado un guardia civil para garañón familiar, ya que Piedad sería la truncaría ante la decisión
de su hermano de continuar en Nueva
York.
Kaseíto era el nombre”portorriqueño” de Acacio Rodríguez
Merás ,tío de Álvaro ,solterón
empedernido ,emigrante en la juventud al Caribe y luego ya radicado para
siempre en La Gran Manzana, donde puso en marcha numerosos negocios, algunos de
dudosa reputación pero que le permitían
venir cada tres años a mostrar su éxito ante los envidiosos de siempre.
Kassey para los gringos ,Acacio también era conocido como “el
yanqui”, ”el americano” o “el cubano”, adjetivos muy favorables en aquella
época, por lo que significaban de poder y de riqueza.
Y por fortuna para los planes de Fausto, el rico emigrante renunció a todos los derechos sobre el patrimonio
familiar, a cambio de que se le dejase disponer de ”la casa vieja”, de la
habitación de su niñez, cuando visitase el predio natal.
Digamos que ”la casa vieja” ,en cuyo bajo se guardaba el
vetusto y elegante ”haiga” Old Rambler con el que Álvaro presumía ,fue
remplazada como residencia familiar por “la casona”, la imponente mansión de
Los Temprano ,y, lógicamente ,construida a expensas de Kaseíto.
Fausto se casó con Piedad, y poco a poco, sin doblar la
cerviz-ya lo hacían Acación y los criados, incluso Piedad y La Paredana-se hizo
con el control del inmenso predio, que él se encargó con astucia de multiplicar
por ocho o por diez.
Porque en su incesante ir
y venir entre el cuartel y
Serandi, para cumplir con el débito conyugal, del que nacieron
Acacio/Kaseíto y Soledad ,y para ganarse la confianza del avaro Acación-¡tal
para cual!-siempre sacaba tiempo para visitar a diferentes instituciones y
personas que podrían ayudarle a convertir la antigua Casa Plácido, en aquellas
alturas Casa Cacio, en la imponente propiedad(“Patsera”, decían los viejos ,en
una palabra de claro origen germánico)de
Casa Temprano ,símbolo de La Reconquista al revés, con Los Mesetarios
imponiendo su fe y costumbres a Los Cantábricos.
Por aquellos tiempos, primer cuarto del Siglo xx, se
empezaba a gestar una nueva ley de montes comunales, el poder de las
guarderías se apoyaba en el soporte
combinado de los municipios y de la Guardia Civil, así que pronto los caciques
empezaron a sacar provecho de la nueva situación, y Fausto, como yerno de
Acación y consorte de la heredera ,Piedad ,puso manos a la obra.
Encima, milagro sobre milagro, el primer Capataz de
Guardamontes de la Demarcación Brañega del Incipiente Consorcio Forestal del
Estado ,iba a ser un Brigada Legionario en la reserva ,un tal Bibiano Temprano.
Se supone que Fausto, ya Sargento de La Benemérita en Las
Brañas-un viejoJeep, primer vehículo del cuartel ,aparte los autobuses de
línea, facilitaba que el Suboficial durmiese cada dos días con su mujer en
Serandi-movió los hilos para que su hermano obtuviese como empleo público
complementario la Jefatura de los Guardamontes de Las Brañas ,Brañagrande y Las
Navas ,Trevías ,El Palo y Los Oscos, veinte hombres a su mando, casi todos
militares y guardias civiles en excedencia o en la reserva, acostumbrados al
palo y estate quieto, y que enseñarían a los campesinos quién manda y
quién obedece.
Fausto y Bibiano pusieron en marcha una operación que
cincuenta años después parecía un latrocinio, pero ya imposible de corregir:
“la privatización de la Sierra Alta”.
Sierra Alta era un inmenso monte común del municipio de
Brañagrande, un Altiplano con límites al Oeste por el Valle de Fontoria, al Este por el Despeñadero del Valfagón ,al
Norte por las parroquias de San
Miguel,Orderias y Las Navas, y al Sur por el alfoz de Brañagrande.
Aquel terreno de casi cinco mil hectáreas era divisoria de
cuencas hídricas :Brañagrande, que se divisaba allí abajo ,era la población de
más postín de la cuenca del Río Praviano, que fluye de La Cordillera Cantábrica
a San Esteban ,y LasNavas era famosa por confluir en sus inmediaciones los
principales afluentes del Río Céltico o
Esva, que lleva las cristalinas gotas sagradas del Motseiroso a bendecir La Mar
Océana en el estuario de La Regalina.
División hídrica motivo de disensos entre Las Brañas y
Villablanca, con Brañagrande pagando los platos rotos al no disponer en La Gran
Capital de “hijos predilectos” y de ”padrinos de altura”.
A José Manuel le sonaba un poquito la historia, porque algo
había oído durante su estancia en el convento, pero nunca le había prestado
mucha atención, y justo ahora, con su padre muerto en La Reguera, y él cenando
en La Helechosa ,en su mente simple se
estaba encendiendo una lucecita al socaire de la narración de Saturnino, y la
figura de su cuñado y toda la estirpe maldita de Los Temprano aparecían como una visión aterradora.
José Manuel entendió porqué
cuando Diógenes venía a comprar madera a particulares, el guardia
forestal Pepe el Temprano, que sólo había estado en Las Navas algún tiempo, y
ya llevaba más de una década en Las Brañas ,acompañaba también al guardia
forestal de zona y mediaba en los precios de los pinos: habían sido plantados”
a medias”.
“A medias”, era una invención de Fausto y Bibiano para que
el dueño del monte aceptase que, a cambio de poner el terreno, la Forestal, que
era la denominación simplificada del entramado mafioso , aportaría los plantones y la mano de obra ,las
licencias pertinentes, y a los diez, quince, dieciocho años, según las
circunstancias ,los ingresos por la venta de los árboles se repartiesen al cincuenta por ciento
-¡Ya ni nos acordábamos de que la mitad era para Pepe el
Temprano! ,era la exclamación de muchos padres, según le contó más de un amigo
a José Manuel.
La fraternal unión del civil y del forestal se puso en
marcha en toda aquella inmensa zona, así que las ganancias para el clan de Los
Temprano alcanzaron cifras insospechadas
para aquellos nacidos en tierras secas y de frecuentes hambrunas.
-¡Qué tonto soy!.!Pepe y Álvaro son parientes y yo no caí en
la cuenta hasta ahora!, no pudo por menos que exclamar José Manuel.
El gran banco de pruebas fue todo el terreno de Sierra Alta:
Bibiano y Fausto , por las buenas, siendo a veces hasta un poquito generosos, o
por las malas ,que pocas veces sucedió, aunque siempre hay “ algún maldito
sinvergüenza rebelde que no se deja pisar en defensa de lo suyo”, realizaron
una multiplicidad de operaciones de compra-venta con los propietarios legales
de las parcelas fronterizas del Altiplano y poco a poco se hicieron con el
control de todo el terreno y lo convirtieron en un enorme pinar inscrito a
nombre de Fausto , Bibiano, y también de
Olayo cuando se incorporó como forestal de Las Navas.
Acación, que tenía alguna parcela colindante con el predio
espoliado, también obtuvo provecho, lo cual serviría para que sus
descendientes, y también descendientes de Fausto, fuesen los más ricos no sólo
del Valle de Fontoria sino de todo”lo conocido y por conocer”, en hiperbólica definición de los exagerados de turno.
Acabada la cena, Saturnino
finalizó su relato, y mientras encendía un cigarrillo-también fumador
empedernido, como Gaspar-salió para inspeccionar a los animales, mientras que
Justo apuró a José Manuel para regresar a La Reguera.
-¡Mamá, nosotros ya nos vamos, que José Manuel necesita
descansar!.
¡Está bien ,hijo!.!Pero tú también tienes que descansar, así
que no tardes!.
-¡Sí, en un par de horas!, y ambos muchachos salieron a la
calle, no sin que antes María fortaleciese con su abrazo a José Manuel, el cual
no dijo ni una palabra, aunque los lagrimones que cubrían su rostro
significasen no sólo pena sino también agradecimiento.
-¿Quieres un pitillo?, y la pregunta de Justo sorprendió
doblemente a José Manuel.
¡No, y no sabía que fumases!, contestó el infeliz.
-¡Sí, y mi padre lo sabe, pero mi madre me echa la bronca,
así que prefiero hacerlo a escondidas de ellos!,y José Manuel, astuto por una
vez, comprendió la prisa de Justo por acompañarle de regreso, y los lagrimones
dieron poco a poco paso a una faz risueña.
Pero poco dura la felicidad en casa del pobre: a medio camino entre La Helechosa y La
Reguera, creyeron morirse de pavor al ver ante ellos un espantajo, una figura
horrible.
Quedaron paralizados ,inmóviles, y sólo empezaron a
reaccionar cuando tras la linterna que les deslumbraba distinguieron el
rostro del temido Layón.
-¡Já,já, rapaces, noto que aún no os salieron los espolones
,y os morís de miedo!,!Já,já!, y las
carcajadas del tio Olayo hicieron eco en
el valle, y quizá despertarían a algún vecino de Rotaeras o de San Ramón.
-¡La de noches que hice guardia yo por aquí, con mi caballo
y mi escopeta, para poner orden a los furtivos!.!Y entonces había lobos y osos,
pero también cojones, já,ja´!.!Me apetecía volver a repetir aquellos tiempos, y
me encuentro con dos miedosillos,já,já!.
-¡Bueno,seguid a lo vuestro!, remató el viejo carcamal con
su agresivo comportarse ,algo genético que en
un legionario puede alcanzar elevadas dosis de violencia próximas a la
criminalidad.
¡Adiós, Layo, y cuidadín, que ya no hay lobos ni osos, pero
sí jabalíes asesinos,já,já!.y Justo, para sorpresa de José Manuel, y quizá del
propio forestal, recuperó su punto de anarquista.
-¡Já,já, rapaz, en la mili ya no serás tan gracioso! ,y Olayo dio por zanjado su exordio, casi
conversación al final por la salida de Justo ,y caminó lentamente en dirección
a La Helechosa, mascando a la vez que el
tabaco de su maloliente cigarro de picadura la constatación de que era un viejo
carcamal y no el poderoso sargento legionario que décadas
antes había roto los dientes de muchos soldados y de algunos ganaderos.
¡Menudo barullo que hay delante de tu casa!.!Parece una
feria!.!Y es que tu cuñado es una máquina de charlar!, y la afirmación de Justo
espabiló al fin a un José Manuel más
consciente, al socaire de la narración de Saturnino, de que su vida estaba en
las manos del terrible clan venido de La Meseta.
Pero era una consciencia fatalista, así que hizo de tripas
corazón y entró en la casa, para pasar las últimas horas con su padre, las
últimas semanas con su madre, y, quién sabe, hasta con sus hermanos , Luisina,
y los Argentinos, Hilda y Serapio, que
llegarían en horas.
.
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