EINSIEDL

EINSIEDL

jueves, 4 de febrero de 2016

DIEZ PÁGINAS DE LA ARCADIA PERDIDA


José Manuel durmió plácidamente, mientras el guirigay en torno a su difunto padre en el salón de la casa iba en aumento.

José Manuel no fue turbado por un sueño, nunca una pesadilla ,que le hizo ver a su padre aún vivo en el ataúd, sonriendo de forma distendida, tal cual era en la realidad, oyendo los comentarios halagadores de todos los presentes, empezando por el Párroco, y sólo mostrándose a disgusto con los improperios de Álvaro.

El ya  oficialmente huérfano  pudo disfrutar por última vez en su vida, siquiera fuese soñando, de una tranquila velada con sus padres, similar a otras de dos, tres, cuatro años antes, cuando  los aún jóvenes y aparentemente sanos progenitores se protegían contra la inminente ancianidad, quien sabe si contra una intuida doble desgracia que, por desgracia, valga la redundancia, ya había llegado ,disfrutando de la sana vitalidad del benjamín que cumplía una doble función: sustituir en los afectos tranquilos a los hermanos ausentes, y en la terrible morbosidad al hermano mayor muerto, y del que él ,José Manuel, llevaba el triste nombre.

José Manuel  tardaría aún muchos años en saber que “sus problemas” venían de ser UN NIÑO MUERTO VIVIENTE.

Las conversaciones con sus padres, hasta que su madre fue diagnosticada con cáncer irreversible, habían sido muy distendidas, porque   el muchacho de suyo tristón, tímido y huraño, apenas sin amigos y sin vida social, se convertía en un charlatán extrovertido dentro de la intimidad de la casa, provocando las amplias y simpáticas réplicas de su padre, y la TRISTE SONRISA de su madre.

¡Tu padre tiene una simpatía arrolladora!, y la exclamación del Padre Prado, el famoso predicador, le provocó sonrojo delante del pequeño grupo de compañeros.

Fray Eutimio Prado, profesor de José Manuel en el Postulantado de San Juan, el Seminario Menor  que los Dominicos tenían  en el Convento de San Juan, cerca de Las Brañas, hombre de vocación tardía y que por lo tanto ya no era un niño grande como otros sacerdotes casi amamantados entre el clero ,gustaba de los placeres mundanos: fumar buen tabaco, comer buena carne, beber buen vino, y si de alguno se privaba era sólo por el amor de Dios ,así que encontró en Gaspar a su alma gemela.
José Manuel había ingresado en el Convento a punto de cumplir los doce años, tras conversaciones de su padre con Don Francisco y de éste, el Párroco, con el entonces Prior del Convento, el famosísimo Fray Alfredo Abad, simpático apellido para un fraile  de una orden religiosa que no tiene abades ,natural de Requejo , enfrente de Rotaeras ,amigo del Párroco desde la infancia ,y que justo al llegar el muchacho al convento, se despidió para empezar un camino veloz hacia el Generalato de los Dominicos.

¡Ay, este borriquín de Requejo, que se nos va de repente!.!Pero hablaré con Lulín, quiero decir con Don Manuel, el Párroco de Biforcos ,que es Terciario Dominico, y que tiene mano en la Orden!.

Don Francisco tenía poder, amistades, buenas relaciones, pero  el futuro de José Manuel era incierto, quizá terrible, porque así lo habían decidido la combinación de  las fuerzas angelicales y las mayoritariamente diabólicas del momento y el lugar en que fue concebido en sustitución de su difunto hermano.

Cuando, sin avisar, el Padre Prado se presentó  Reguera arriba hasta la puerta del galpón, trayendo en su Scooter  como paquete a Valentín, el hijo del vistor  de zona, compañero suyo en el convento, se sintió confuso, su intimidad violada ,pero  su padre cambió las tornas ,llevando al fraile hacia interesantes conversaciones sobre la guerra, y notando que el clérigo pertenecía antes que a la cruz ,a la espada, tenía querencias militares, supo adular de forma pertinente el egocentrismo racial y religioso de quien se jactaba de pertenecer a la provincia con más vocaciones religiosas, masculinas y femeninas, de toda La Piel de Toro, y donde los hombres eran muy hombres, aunque según las estadísticas eran los penúltimos en talla física, pero los primeros en Valor y Coraje.

Ermelinda controló sus nervios haciendo lo que mejor sabía hacer :preparar comida y bebida .Y mientras Gaspar y el Padre Prado departían, José Manuel y Valentín salieron al  camino para reunirse con Suso  y con Ferino, también postulantes y de su mismo curso ,naturales de La Cebedal, allende La Helechosa , que se habían enterado de la visita del fraile-José Manuel era el único que estaba en la inopia-y venían a saludar.

Mientras esperaban la salida de Fray Eutimio, los cuatro rapaces dieron buena cuenta de una fuente de frixuelos con miel, de  una jarra de vino con gaseosa, y de unos tazones de chocolate con bizcocho made in Ermelinda, que les acercó la madre del infeliz.

A la hora del café ,con el gusto del chorizo, el queso y el jamón ,exquisitos, y con los frixuelos con miel ,para relamerse ,el fraile sacó un pitillo americano y le ofreció a Gaspar.

Gaspar, fumador empedernido, se privó de fumar por respeto al contertulio , pero una vez éste abrió fuego ,le aceptó , uno por uno cada diez minutos, hasta tres cigarrillos de”señorita”, acostumbrado como estaba a liar ceremoniosamente sus cigarrones de picadura. Pero en una reacción rápida, para no sentirse ni gorrón ni achantado, se disculpó, entró  en el cuarto matrimonial y de la cómoda extrajo la caja de puros ,regalo habitual de sus hermanos de Puerto Rico, y se la brindó al fraile:!Tenga, para que los fume a nuestra salud!.

¡Es demasiado!.!Pero me llevaré dos!.!Uno para fumarlo durante el viaje, y el otro para tenerlo en la celda, como recuerdo de esta gran familia!, lisonjeó el de suyo complicado, más bien imperativo Predicador.

Eso ocurría a primeros de Septiembre, cuando el verano ya se apaciguaba, justo quince días antes de volver al convento, y José Manuel tuvo el pálpito, negativo, de que su segundo año en aquella especie de cárcel no iba a significar progreso  hacia un mundo mejor, porque la visita de Fray Eutimio le sonaba mucho a” los milagros rurales” del joven Padre Pascua, paisano y quizá pariente del criminal Crispín, el cual se embalaba Biblia allá en los ejercicios espirituales, empezando por el Génesis, donde cortar cabezas que resurgían una y mil veces, donde nunca se sabía lo que iba a suceder, incendios devastadores sin pirómanos ni bomberos, eran algo revelador de las fuerzas más poderosas del Universo, ora convergiendo en El Supremo Hacedor, ora anunciando la llegada del Maligno.
La subida camino arriba del Scooter, con el fraile a los mandos y el alumno de paquete, le retrotrajo a las escenas terribles del Padre Pascua.

Claro que , en aquel dulce dormir y soñar, con el ataúd de su padre a cuatro metros ,aparecieron más” las escenas misioneras” del Padre José,  Vice-Prior Eterno y Profesor de Religión y Moral, que en sus andanzas por América había puesto  fin, parcialmente, a la impetuosidad aldeana de alguien cuyo padre, creyente rocoso, casi había abofeteado a un petimetre capitalino, doctor  en Ciencias Naturales, cuando el lechuguino refutaba la existencia de Una Creación Divina del Universo antes del Big-Bang, pero le había puesto en su sitio,

¡Blasfemo, si aún no había luz ni Bimbán, se alumbrarían con “esquisto”y ya está!,y el cierre categorial de toda discusión, que diría un diablo de cola no se sabe si roja o azul ,mostró el  camino a seguir.

Camino similar al  del  yerno del Profeta, que exclamó:! Cree, o tu cabeza será separada del tronco!, y el pobre prisionero, jefe tribal sudanés, vaya si creyó ,porque con un alfanje presionándote el gañote, no te queda otra.

Cuando daba cursillos prematrimoniales, el Padre José recordaba a su padre o al príncipe del desierto, pero si  la ternura lo  invadía, algo contra lo que luchaba pero que era como “su droga”, entonces se volvía ”misionero americano”.

¡Hay que ser generosos y cariñosos con los niños, pero conviene educarles la voluntad, así que yo a veces les digo que aún no llegó el camión de los caramelos!, y a lo mejor el buen hombre estaba preparando varias bolsas de galletas y de caramelos para guardarlos en la faltriquera y repartir entre los alumnos de la Catequesis, pues él,  aparte de Permanente Vice-prior , bastión del monasterio, era el Párroco Comarcal.

¡Si el Padre José no lo autoriza, no se puede hacer!, se disculpaba siempre el Padre Prior Eventual, Fray Jesús Sánchez, y  José Manuel no entendía la razón.

El Padre José García Robledo había empezado su vida misionera en  La Amazonía, cuando el otro Padre José, al que los indios llamaban Apaktone, algo así como ”abuelo sabio”, ya se estaba labrando un mito y quizá la santidad a base de compaginar fe y creencias con valentía humana y temeridad, hasta matando anacondas, jacarés o pumas, es decir, siendo un santo de este mundo.

Con la fuerza “amazónica” que le infundió el ejemplo de Apaktone, partió el Padre García Robledo hacia  Centroamérica y El Caribe-El Salvador, Costa Rica, Santo Domingo-donde, de forma natural se fue imbuyendo de SINCRETISMO ,y las ceremonias de los ñáñigos resucitadores de muertos, la transmisión de la gracia, rozando la herejía de Donato ,la imposición milagrosa de las manos, etc ,le convirtieron en  un santo para las gentes de ultramar y en una motivación para que José Manuel creyese, en sueños, que su padre no estaba muerto sino dormido.

Al menos, dentro de tanta desgracia, el infeliz José Manuel había encontrado consuelo en las narraciones estrambóticas del misionero regresado para pasar su última década de vida entre las paredes de tan tétrico lugar, sombrío, nada que ver con la luminosidad de Las Américas.

¡Gaspar, Gaspar, que te quieres ir para siempre!.!Que te me han matado!, y Ermelinda, fuera de sí ,sujetada por Luisina, forcejeaba para acercarse al ataúd y abrazar al difunto.

¡Papá, mamá, no podéis faltarme ahora!, ¡No podéis faltarnos ahora!.Luisa añadió la segunda frase al ver salir del cuarto a su hermano.

José Manuel  despertó de su dulce sueño al oír las lamentaciones de su madre y de su hermana y  entró en el sendero de las pesadillas eternas.

¡Dios!!Dios!!Me c..en……..!.!Mierda de vida!, y golpeó con ambas manos, casi hasta fracturarlas ,una mesa lateral ,manifestando su total desacuerdo con la maldición que llevaba consigo, y a la vez, y ese sentido de culpa era su debilidad, su enemigo eterno, el arrepentimiento por haber comenzado a decir, pero consiguiendo frenarse a tiempo, la blasfemia por la que Crispín había  castigado a su padre ,castigo, según Crispín y los suyos, asesinato , según  José Manuel y los suyos
.
José Manuel apoyó los codos sobre  la mesa, se tapó los ojos, y empezó a llorar amargamente.
María le acarició maternalmente la espalda, y  como si fuese un placebo similar a los aprendidos por el Padre José con Apaktone, los indios, los santeros ,pero mucho más humano, más cordial, más tierno, se fue calmando poco a poco.

Siguió largo tiempo sin moverse, sin llorar, con los ojos tapados, mientras detrás suyo Sonsoles explicaba urbi et orbi por enésima vez los acuerdos de  Álvaro con  Don Francisco, con Diógenes, con la familia de La Argentina.

-¡El funeral será mañana a las siete y media de la tarde!.!Los Argentinos llegarán al amanecer!.!Y traerán el nietín, para que puedan verlo los abuelos!.

¡Bueno!! A Gaspar será al revés!, matizó Sonsoles, tan exquisita siempre.

¡El ataúd irá en el haiga-quería decir el viejo Rambler del tío de Álvaro-y Don Francisco  con Diógenes!.

¡Ya basta,Sonsoles!, ordenó José Manuel dando media vuelta, erguido , sin una lágrima, y con los brazos en cruz, no se sabe si dispuestos para abrazar cariñosamente o para dar el abrazo del oso.

Muchos de los allí presentes se dieron cuenta de que el joven huérfano acababa de madurar, pero temiéndose que se convirtiese en una fruta venenosa.

Ya calmadas también madre e hija, Gaspar sí que parecía estar dormido y soñando plácidamente.
  
.


No hay comentarios:

Publicar un comentario