lunes, 4 de enero de 2016

NUEVE PÁGINAS DE LA REGUERA


-“¡Vuestro abuelo, y abuelo de Gasparín-Don Francisco miró  al féretro con emoción-Amancio el Rubio, bueno,El del Pelo Enceso, así le llamaban muchos, era el mejor  picapedrero del mundo, al menos para mí, y también carpintero, y  eso que conocí muchos tanto aquí como en Las Pampas!.
¡Cosas del Señor!!Maravilloso equilibrio!!  Porque  Amancio, en días de fiesta, sin boina, y bien peinado, parecía un teutón o un noruego, mientras que Amalia, vuestra abuela, en días tales, y con peineta y claveles rojos en su cabello color azabache-borriquín de mí, qué cosas se me ocurren-daba un aire meridional  más propio de las mujeres de Las Américas!.

¡Por eso vuestros padres no salieron  ni muy morenos ni muy blanquecinos, aunque el contraste sigue, porque el pobre Gaspar lleva  el rostro y los ojos de su padre vaqueiro céltico-ay, Dios mío, que vuelvo a deslizarme-pero la piel y los cabellos son la versión masculina de La Morena, y vosotros estáis más en la línea de Amancio, pero sin exagerar, aunque  si viviese seguro que Pepe, bueno Don José, que  además de médico también sabe de Antropología y de Historia y le gusta leer e  investigar , aprovecharía el caso de vuestro abuelo para confirmar si los vikingos o los invasores godos se instalaron camuflados por Rotaeras, já,já!

¡Perdón, Dios mío, pero es que a Gasparín parece  que lo estoy viendo en el  escondite de Casa Molinón, siempre risueño, sin temer a las milicianas mineras que sondeaban nuestro escondite con las horcas y la pala  de mango y dientes largos, revolviendo por entre la yerba encima de nuestro refugio, y que no nos encontraron porque  Dios no quiso y  porque Amancio supo hacer las cosas muy bien!”

¡Pero venga, siga contando, Señor Cura!, insistió Saturnino, que también participaba  en la conversación.! Seguro que su compañero de  escondite, a su manera ,participará de la conversación, feliz, si  es que ahora podemos hablar de felicidad!, y  al buen hombre se le escaparon unos lagrimones.
-¡Vale,borriquín, vale!.!Tienes razón!.!No vaya a ser que EL Tractorista, perdón, quiero decir Álvaro, llegue antes de que yo acabe!.

El cura se puso al fin a narrar con pelos y señales todo lo acontecido en aquel  verano de mil novecientos treinta y seis en  Rotaeras ,San Ramón, La Helechosa,San Miguel,San Pedro, La Reguera,La Cañega………

El Comité de Guerra de Brañagrande  tenía como espías a  varios ex alumnos de Los Dominicos de Las Navas ,Fernandín ,Somedano,Recaredo y Justo entre los más famosos, que se limitaban a señalar a “los culpables”, pero no a fusilarles, pues la norma era dejar ese menester para los forasteros, para los no conocidos de las víctimas.

Don Francisco y Gaspar estaban entre los señalados, y eso les hizo esconderse, porque El Padre Gómez, que se presentó voluntariamente a la requisitoria del  Destacamento de Las Navas, ya que nada temía porque nada malo había hecho, fue ejecutado a las pocas horas y enterrado en la fosa común de La Revuelta, donde ahora hay un mausoleo martirial.

El denunciante había sido, así constaba en los registros incautados al Destacamento  por las nuevas autoridades , Fernandín de la Escrita, alumno predilecto del fraile asesinado
.
-¡Señora, si usted quiere,Fernando de la Escrita, volverá  a prisión por muchos años, quizá sea condenado a muerte, por el crimen en la persona de su hijo, Fray Francisco Gómez!, afirmó el juez de Brañagrande en una vista con los familiares de los asesinados.

¡No, por favor, bastante pena tuvimos y tenemos todos, yo como madre, pero él como asesino, y los diez años en El Puerto de Santa María ya le habrán hecho recapacitar, y sufrir, para siempre!, contestó Albina, la nonagenaria madre del mártir.

Por años ,Fernandín,  primer profesor de Inglés de  de todas aquellas comarcas, desde el mar hasta la cordillera, vivió encerrado en sí mismo, sólo saliendo para ir a dar las clases , por cierto el idioma lo había estudiado en la cárcel y mientras que los otros del grupo hubieron de irse a Francia o a México ya que no fueron exonerados y restituidos en sus plazas de Magisterio ,él, tanto por la influencia de un matrimonio con mujer  bien relacionada con el franquismo cuanto por la escasez de expertos en el idioma de Shakespeare ,consiguió un contrato sui generis para alternar las clases en los dos colegios adoptados de la zona ,el de Brañagrande y el de Villablanca, ambos dependientes del Instituto de Enseñanza Media de Ribadeo, lo que le daba derecho a ir todos los veranos a la Pérfida Albión, huyendo del acoso social y de sus propios remordimientos e incluso cuando la nueva dictadura le apretó las tuercas, a cambio pudo conseguir  una plaza de Cooperante, algo insólito entonces,  en Namibia, durante cinco años, y regresó definitivamente cuando ya todo estaba más tranquilo.

“José Manuel  podía oír desde la habitación de su madre las explicaciones del Párroco y a pesar de su autodefensivo despiste llevado en apariencia al paroxismo, no pudo por menos que recordar  cómo hacía un par de años, encontrándose  toda la familia en La Reguera de En medio,se acercó a saludarles Fernándin-allí nadie le llamaba aún Don Fernando-y su cordialidad , inicialmente un tanto dura y forzada, fue reconducida poco a poco por Gaspar a un departir afectuoso, a recordar las cosas con ironía, de manera positiva.

-¡Venga, Fernandín, échate un trago de la bota, en recuerdo de todo lo que tú y yo tuvimos que vivir  juntos!,

¡Lo haré por los viejos y buenos tiempos, y por los no tan buenos, y eso que en Namibia beben unas cervezas, unos vinos y unos licores rarísimos, pero que a mí me gustaban, porque indican un mundo de  progreso combinado, de lo ancestral africano con lo progresista europeo, de esa Europa tan lejos de aquí!,y las palabras del  ex recluso y ex cooperante sonaron a un empecinarse  en unas ideas  que habían sido la simiente de una fértil cosecha de sangre, de muertos, de  arruinados, de exilados.

-¡Já, já, lo preparado que estás Fernandín!.!Ya de rapaz apuntabas maneras, porque no olvides que nos sentamos juntos en la escuela cinco o seis años, y yo admiraba cómo los números y la escritura para ti era tan fácil como para mí montar a caballo!, y la adulación de Gaspar redujo la adustez de la cara de Fernandín, al cual José Manuel, si no fuese tímido, le hubiese pedido que le hablase sobre Namibia.

¡Lógica vital!.!Persistente fijación de fines a conseguir!!Así funciona el mundo!, Y José Manuel empezó a asombrarse de su propia capacidad de memorizar lo innecesario, pero lo cierto es que aquellas tres  frases de Fernandín le quedaron grabadas para siempre.

¡Tus padres querían que tu fueses campesino!.!Mis padres querían que yo fuese maestro!!Mis muchos hermanos  se iban a segar o a cavar, o a por leña, y yo me quedaba estudiando, y tenía que rendir, porque mis padres  lo esperaban de mí, pero mi abuelo, gran dictador, como otro que yo me sé,já,já,me lo exigía, y daba unas obleas que no eran las de”nuestro común y borriquín amigo,já,já!!.Bueno, pelillos a la mar!, y el profesor de Inglés pasó otra vez a mostrarse ,  más que adusto, tristón y arrepentido de sus muchos pecados.

¡-Venga,Fernandín, que yo pasó lo malo!.!Ya nos hemos perdonado los unos a los otros, y ahora a vivir!.

¡Sí, aunque cueste mucho trabajo!, dijo el ex miliciano con una resignación sincera y a la vez forzada.

-¡Bueno, aunque yo no tenga estudios, en algo sí que te ganaba, aparte de en cabalgar!

¿En qué?, la afirmación del jinete causó la intriga del  intelectual

-¡Jugando a los bolos!!Una vez, en la fiesta de tu pueblo, hice trece acabones para mi equipo, y vosotros perdisteis, já, já!.

¡Oye, pero yo hice nueve, que tampoco estuvo mal para mí, sólo acostumbrado a hincar los codos, já,já!.!Mi hermano Luis también hizo trece alguna vez, pero parece más hermano gemelo tuyo que ni siquiera primo mío, já,já!

José Manuel recordaba casi a la perfección como al fin los dos antiguos compañeros de pupitre habían podido limar asperezas y compartir todo lo positivo de aquella niñez y juventud en común, borrando, o pretendiendo borrar, de sus memorias todo lo terrible que les había enfrentado y  por eso, al oír  la narración del cura ante el cadáver de su padre, quiso reconfirmar que lo que él sabía sobre los dos protagonistas ,más el propio sacerdote, también implicado, era de tal certeza que serviría de indicador para las decisiones que él habría de tomar el día de mañana.”

Gaspar estaba de permiso cuando estalló el movimiento, y sus ideas eran regresar a su destino navarro, pero el Comité de Guerra le conminó a que se alistase en las milicias rojas comarcales, lo que le hizo buscar refugio, porque las amenazas de su antiguo compañero de pupitre iban en serio :el paredón.

Don Francisco era víctima propiciatoria: cura, capellán castrense en la reserva ,y que sería movilizado para La Cruzada.

Párroco y feligrés  compartían el ser  blanco común para los francotiradores al servicio de las ideas marxistas.

Amancio  construyó para su nieto ”el mejor escondite del mundo”(Don Francisco dixit) y el entonces cabo de Caballería hubo de fingir ante los comarcanos que se iba a Estella, pero el viaje resultó bastante más corto: Casa Molinón de Rotaeras.

Con gran habilidad ,el anciano picapedrero hizo una cámara entre la pared del establo y la de las pocilgas, con una entrada oculta bajo la enorme duerna donde comían  los cerdos y con un respiradero hasta el desván, abarrotado de yerba excepto en la esquina  más al fondo por la que asomaba el respiradero, y con un ventanuco próximo que también facilitaba la ventilación del escondite.

Allí se escondía Gaspar a los pocos segundos de dispararse la alarma sobre la presencia de milicianos :los familiares y algunos “cómplices comprometidos informaban”,tanto desde los labrantíos y las arboledas de La Cuesta, desde donde se divisaba allí abajo el cruce de carreteras y el entorno del  Monasterio de San Miguel, cuanto desde los parajes que oteaban La Reguera, La Helechosa o Los Cabos,en especial este último, porque por allí pasaba un sendero tortuoso que llevaba a Las Brañinas ,escondite perfecto, accesible sólo a pie o a caballo, de la presencia de rojos o de “espías locales adictos a los republicanos”
.
Don Francisco disponía de un escondite ancestral, propio de los antiguos monasterios :un pasadizo secreto desde el  osario de la sacristía hasta una tumba de gran tamaño, sin restos en su interior, próxima al rincón del “cementerio civil”, el que esperaba a Gaspar, donde enterraban a los excomulgados y a los fallecidos en pecado.

A José Manuel lo del refugio del cura no le sorprendía en absoluto,porque en sus dos años de Postulante Dominico, y pese a su enorme timidez y falta de coraje y de decisión, había descubierto muchas cosas sobre los pasadizos secretos de las iglesias y de los monasterios. Y también había oído a su cuñado que la  ería de Serandi presentaba dos profundos socavones provocados por el hundimiento del túnel que iba del Monasterio de Fontoria  al de San Miguel.

Gaspar hacía trabajos dentro de la casa de su abuelo, y  muchas noches se atrevía a trabajar segando el heno , el trigo o el maíz, para no ser una carga para nadie .Y sus padres , que aún vivían-sus dos hermanos y cuatro hermanas habían emigrado a Puerto Rico-lo visitaban de vez en cuando, discretamente, para no despertar sospechas.

Los nervios estaban siempre a flor de piel, pero no quedaba otro remedio que aguantar y sobrevivir.

Don Francisco y los demás curas tenían sus códigos secretos, y si la situación se encrespaba ,los feligreses de las iglesias más próximas a las vías de comunicación, como era el caso de San Miguel,  en caso de necesidad recurrían al servicio de los párrocos vaqueiros, menos sometidos  a las amenazas de los espías  de zona  o al acoso violento de los criminales milicianos del Comité de Guerra del Norte.

Don Francisco y Gaspar habían compartido café,  tabaco y conversación, mientras desde su discreto  observatorio controlaban todo lo que se movía por San Miguel.

Cuando no había peligro aparente ,Don Francisco  se incorporaba a su rutina parroquial, y así una y otra vez, hasta que una mañana, próximo ya el mediodía,  cuatro Jeeps  y dos camiones militares hicieron acto de presencia en la plaza de la iglesia.

Cura y militar fueron rápidos al escondite de Casa Molinón ,por la profunda”entrecha”(camino estrecho y  escondido entre las divisorias de las fincas) que casi nadie transitaba, y allí aguardaron noticias.

Los milicianos, con los informes de Fernandín  entre otros, venían a tiro fijo: el sacerdote y el cabo en la zona de Rotaeras  y el practicante  de Somiedo, aquí se veía la torva mano de Somedano,  en la zona de Lanzas, de  donde era oriunda la mujer del enfermero.

Dos Jeeps se acercaron a Rotaeras, dos recorrieron la zona de Lanzas, y los camiones se quedaron en San Miguel.

El Jefe y cuatro subalternos se quedaron de guardia. Cinco milicianas-una era la Comandante de grupo-y un miliciano acudieron  a Casa Molinón,  y cuatro hombres y una mujer se acercaron a Casa Valentín de Lanzas.

¡Cinco cabras y un castrón,já,já!.!El cabrón se quedó en San Miguel!,y la  matización ingeniosa de Saturnino provocó a la vez carcajadas, hilaridad y tristeza, porque a fin de cuentas aquello era un velatorio.

-¡Calla, borriquín, calla!!Aunque quizá tengas razón, porque  con el tiempo nos enteramos de que el Jefe  y la miliciana que casi nos encuentra eran marido y mujer al estilo de los rojos!!Dios me lo perdone!, y las palabras del Párroco   recondujeron la narración a  su meollo.

Casa Molinón fue puesta patas arriba, cuadra y pocilgas también, y luego la jefa y otra miliciana  subieron al desván repleto de yerba y con las palas de dientes  revolvieron toda la yerba, y se detuvieron a pocos centímetros del respiradero.!Un milagro divino!.

Las milicianas, para calmar su frustración y no irse de vacío, requisaron tres ovejas que tenían en Casa Molinón para disponer de lana para escarpines y de corderos para Navidad, y otras tres familias de Rotaeras, dos de San Ramón y una de San Pedro, fueron también requisadas.
-¡Venga, engordad bien los terneros y los cerdos, que ya vendremos con los camiones otro día!!Hoy nos conformamos con las ovejas!!Já,já,já!, y las risotadas de la cabrona, las cabritas y el castrón sonaron a burla y a terrorífico e inminente peligro.

Las ovejas que no cabían en los vehículos fueron llevadas del ramal , sendero abajo hasta San Miguel, con gran decisión, por aquellas mineras adoradoras de Marx, Lenin y Stalin.

Los milicianos y las milicianas- las cabras y su cabrón, y los castrones, según el lenguaje de Saturnino-junto con su botín de ovejas, corderos y carneros, ora moruecos, ora capones, enfilaron la ruta de Brañagrande y ya no se supo más de ellos, porque a la semana siguiente Las Gloriosas Fuerzas Salvadoras del Noroeste ocuparon toda la región occidental, abriendo un camino hacia Ribadeo ,Santiago, Ferrol y Vigo.

Pero poco dura la alegría en casa del pobre: la casa-cuartel de nuestros Eulalio y Crispín, vacía por la movilización  del 34, fue ocupada por una Junta de Acción Cívico-Social, que siguiendo las instrucciones del generalato de Las Gloriosas Fuerzas Salvadoras del Noroeste  serviría a la vez de Comandancia de la Guardia Civil y de Jefatura Comarcal de Falange.

Un personaje terrible asolaría la comarca:!  Carballido!.

Muchos años después, más de un niño travieso sería amenazado con llamar a!Carballido!.

Bien entrada La Transición, más de un inconformista   pensaría en la resurrección de Carballido para reconducir a tirios y a troyanos.

Carballido con su alternancia de uniforme de cabo primero de La Benemérita o de Jefe de Centuria de Falange, tricornio y gorro combinados, condecoraciones o yugo y flechas, todo a su gusto, fue amo y señor durante diez terribles meses, hasta que fue movilizado y trasladado a la Sierra  de Morella, en Castellón, donde se le perdió la pista para siempre.

Sádico psicópata, cuando ya no le quedaron rojos que reprimir, las tomó con ancianos, mujeres, niños ,soldados nacionales de permiso o en espera de ser llamados a filas, personas deficientes, y las palizas, abusos deshonestos, pillajes, violaciones, incluso algún asesinato, sirvieron en cierta manera como eximente para los crímenes de Fernandín y compañía, en una fractura social que aún existe, porque las pobres gentes de la zona concluyeron que ningún ejército, ningún partido político, ningún personaje público, era de fiar, todos eran iguales, es decir, todos eran, siguen siendo, malos.

Olvidemos a Carballido, porque ni el Teniente Páter ni el Cabo sufrirían la malvada presencia del Guardia-Falangista, ya que ambos fueron inmediatamente movilizados.

Por las tierras libertas de Los Oscos y A Fonsagrada, el convoy de camiones militares con un millar de futuros luchadores nacionales  y candidatos a estercolar “in eterno” lejanos labrantíos ,se desplazó desde Las Navas y Brañagrande hasta Monforte, para transferir su carga al Shanghai , un tren que se nutría de los llegados de Vigo y Ferrol, y que luego en  Miranda aún incorporaría a muchos llegados del Centro y Sur de La Península.

Pero Don Francisco y Gaspar,  que compartían vagón como antes escondite, no llegaron a Barcelona, destino final: Gaspar  se apeó en Logroño, el Párroco en Zaragoza.

Esas interminables horas en el tren dieron para mucho :amena conversación, risas, incluso carcajadas, tristeza ,tabaco compartido,  incluso disimulada confesión y absolución, por lo que pudiera venir.

¡Lo que vino fue terrible, pero insignificante al lado del crimen casi imperceptible cometido por Crispín.!Cosas extrañas de la vida!.

Gaspar  tomó el autobús de La Estellesa para incorporarse a su destino en La Cuadra de San Miguel.!Siempre San Miguel, allí y en la última morada!.

Don Francisco se incorporó en Zaragoza  a su  Capellanía, aunque en el corazón  y en la memoria se le agolpasen  feligreses y vivencias del pasado y del presente que esperaba reencontrar en un futuro no muy lejano.

Fueron tres años de guerra ,tanto para el capellán como para el cabo .Más otros acontecimientos posteriores, que en su narración ante el cadáver de Gaspar sólo fueron ligeramente enunciados.
José Manuel estaba como absorto oyendo lo que el Párroco decía ante su padre difunto, con las escasas interrupciones de Saturnino, Pablo o Leonardo, cuando un tremendo guirigay le espabiló.

-¡Don Francisco, ya está todo arreglado!.!Váyase a dormir!.!Diógenes le espera!

¿Qué pasa.Álvaro?¿Por qué das esas voces?, preguntó Luisina , a la que la exultante irrupción de su marido había sacado de su sopor  e impulsado a asomarse a la puerta del cuarto de los sufrientes.

¡Nada, mujer!.!Mañana verás a tus parientes argentinos!, y  la exclamación del yerno del difunto sonó a una indescriptible alegría , impropia de un velatorio.

¡Tranquilo, borriquín!!Que tenemos mucho que hablar tú y yo!.

Las palabras del Párroco, que silenciaron el momentáneo guirigay ,fueron como anestesia para José Manuel, que adormeció plácidamente, sin oír  los casi imperceptibles sollozos de su madre ni la llorera creciente de su pobre hermana, víctima de la desfachatez de un marido inadecuado.

¡Pero ya se sabe que de amor se muere!”




  



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