“Mi prima IRENE era
una hembra de postín: los silbidos de admiración y los gruñidos lujuriosos de
los habaneros ,cuando ella se cimbreaba por la gran avenida, silenciaban a los
silbatos de los guardias y la circulación se tornaba caótica, já, já, já…….”
“Me río por no llorar, matizaba QUININA, porque AQUELLOS
POLVOS trajeron ESTOS LODOS, o quizá sea al revés,já, já ,já….”
Luego EL MANCO, entre ROBLA y ROBLA en LA BODEGA DEL MUYÓN, una cuasi braña en la
frontera parroquial de SANTOLAYA y LA
SAPERA, tres kilómetros al oeste de SANTOLÍN DE REVIECO, nos contaba por enésima vez su historia de
emigrante.
Había nacido en EL
BOTXO EUSKALDÚN, pero su madre era de BAHÍA DEL SARDINERO, más al oeste del
BIDASOA. Y de ahí procedía IRENE, hija
de un hermano de su madre.
Tierra de emigrantes, esa tierra cántabra vivía a tope las
aventuras de ultramar :capitanes , oficiales y tripulantes de transatlánticos
emigrantes pobres y ricos, marineros que se quedaban, emigrantes que se enrolaban para no quedarse en AMÉRICA pero
tampoco para regresar con la frente marchita………
“IRENE, con dieciocho años, decidió irse a LA HABANA. Y
mi mujer y yo,que no teníamos hijos aún, la acogimos como si fuese UNA
HIJA.” Y QUININA estallaba en sollozos.j
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