¡Oh, oh, oh, oh!.!Es él!.!El guapo de ”La Mentira”!.!No me
iré sin un autógrafo suyo!. Un grupo de damas de variopinta edad, todas por
encima de los treinta ,la mayor parte de ellas invitadas a una boda de postín,
a cuyos padres de la novia agasajaba yo
en ese momento, se abalanzaron sobre un huésped que acababa de bajar a
Recepción y se incorporaba a la nutrida multitud que formábamos el
personal y la clientela del remozado
LOUNGE-BAR del GRAN HOTEL CASTELLANOS ,en plena milla de oro de Madrid.
Aquella noche, por segunda vez en los últimos catorce meses,
ejercía yo la máxima autoridad del GRAN HOTEL CASTELLANOS:!DIRECTOR con
LAPICERO ROJO, como en LOS CASINOS DE LAS VEGAS!.
Debía de recibir como un premio el que a mí, PRIMER
RECEPCIONISTA-JEFE DEL TURNO DE NOCHE, por quinta vez en lo que iba de año se
me fastidiase un fin de semana, único derecho adquirido después de cinco
lustros, para sustituir al SUBDIRECTOR-RESIDENTE por la tarde y al DIRECTOR DE
NOCHE después del LUSCO-FUSCO de los
portugueses o el ENTRE AZUL Y MEDIANOCHE de los mexicanos.
¡El hábito no hace al monje!.!Nadie del personal veía en mí
la autoridad del DIRECTOR GENERAL ,del SUBDIRECTOR-RESIDENTE o del DIRECTOR DE
NOCHE, por muy elegantemente vestido que fuese!.!Sólo recurrían a mí si era
necesaria mi firma para invitar a
algún CLIENTE VIP descontento o si había
que responsabilizarse por algo que supusiese probable bronca de LA DIRECCIÓN!.
¡Mi LAPICERO ROJO solucionaba los problemas de los demás.!Y
a mí se me endosaban todas las culpas!.
¡Cuatrocientos euros, moneda recién estrenada, y dos días
acumulados para las vacaciones, tenían, en apariencia, la culpa!.!Pero era mi
eterno miedo al fracaso, mi enfermiza inseguridad, el que pudiesen despedirme,
lo que me obligaba a aceptar sí o sí cualquier trabajo extra!.
Pese a todo, yo contemplaba extasiado el inmenso
HALL:!veinte años antes era una sala casi vacía, entre los mostradores de
RECEPCIÓN, a la izquierda, y de CONSERJERÍA ,a la derecha!.!Ahora, milagro de
los informáticos y los arquitectos, todo era distinto y más funcional!.
RECEPCIÓN y CONSERJERÍA se manifestaban en un pequeño
mostrador con tres ordenadores y un pequeño HALL .Estratégicamente situados
alrededor de la antigua sala, una docena de despachos de DIRECCIÓN y ADMINISTRACIÓN ,agencia de
viajes, alquiler de coches, etc, facilitaban las cosas al personal y a los
clientes.
Aquel LOUNGE-BAR era polivalente:!HALL para la
RECEPCIÓN,SALA para CONGRESOS,PISTA de BAILE, SALÓN-COMEDOR, TELE-SALÓN,
BAR-MUSICAL, CAFETERÍA-CONFITERÍA ,etc, etc!.!EL MISTERIO DE LA SANTÍSIMA
MULTIPLICIDAD, ya que no TRINIDAD!.!Y no quiero ser irreverente!.!UNO y
MÚLTIPLE!.
¡Es más guapo que en la tele!.!Oh, oh, oh, Señor ECKER,
fírmeme un autógrafo, que yo le adoro!.Una de las damas le metía por las
narices la tarjeta de invitación de boda al recién llegado.
¡Que no es ECKER, que es su alter ego?, matizó una señora
muy circunspecta.
¿Su alter qué?, preguntó la primera.
¡Señor ECKER, digo Señor ALTER EGO, le vamos a comer, já,
já!.Una dizque anciana un tanto bebida, y que se había hecho notar desde el
principio, trataba de monopolizar la atención del recién llegado.
Ante tanto escándalo, no pude por menos que volverme y
observar:
¡No me lo podía creer!.
-¡JIM!
¡JOHN!.
-¡Veinte años no son nada, como en el tango!.¿Cómo estás,
viejo amigo?, y JUAN ANTONIO, mi viejo camarada durante cinco años me dio el
abrazo del oso.
¡Sus dos metros de estatura y su apariencia nórdica lo
habían convertido en JOHN DE TUI!.
(Continuará: JUAN ANTONIO RODRÍGUEZ Y YO)
No hay comentarios:
Publicar un comentario