“Ahora cada mochuelo a su olivo”.
Álvaro usó una frase que resultó lapidaria, pese a lo
inusual de la misma, porque en aquellos contornos no había ni un solo olivo, y
los mochuelos tenían otros nombres, pero todos entendieron que debían dejar a
solas a Los Temprano y a Los
Argentinos para que ajustasen sus
cuentas.
José Manuel, como una estatua, apoyado en la pared, casi
inerte, sólo de vez en cuando abría un ojo para mirar al ataúd y considerar que
su padre seguía vivo, ignoraba por completo al cónclave familiar que Álvaro,
astutamente, estaba montando. Aunque él, como heredero de Gaspar, también tenía
derecho a dar su opinión, ni fue convocado ni él se preocupó en absoluto de que
así fuese.
La intervención de Pepe el Practicante, inyectando
somníferos a la madre moribunda y a las hijas grávidas ,era algo providencial:
se conseguiría un “Cónclave a lo Vaticano”, sin llantos, sin histerismos, sin
penas, sin remordimientos.
Mientras el cónclave se preparaba y Pepe cumplía su cometido
,Álvaro, hombre de reflejos, tomó otra decisión de vital importancia para el
futuro: romper los lazos de afecto entre la familia de Gaspar y la de Saturnino
y María de la manera más diplomática posible.
-¡María, por favor, antes de que os vayáis, ayuda a mi
madre a acostar a “las dormilonas”!
¡Faltaría más, Álvaro!, contestó María, voluntariosa y
apenada.
-¿Y vosotros podríais indicar a mi padre y a tío Layo dónde
está el verde para las vacas?
¡Dicho y hecho!.!Venga,Grabelín, vamos tú y yo a hacer”imaginaria”
juntos, como hace veinte años, já,já!,y Saturnino se dispuso por última vez en
su vida, no lo tenía muy claro de momento, a entrar en la estabulación de
Gaspar.
¡Rapaz, tú y yo seremos entonces la otra pareja
de”imaginarias”, já,já, un decir, porque aún no te han salido los espolones!, y
la mirada terrible del cetrino Layón fue contestada por Justo con la firmeza y
la chulería propia de un joven que no se dejaba avasallar y encima odiaba a
muerte a aquel viejo carcamal
maltratador de soldados y de campesinos.
¡Já, já, Layo, mis pequeños espolones, que crecen mientras
los de otros menguan, já,já,ya sujetaron a más de una gallina joven de buen
corral,já, já, así que menos humos de quien tuvo y no retuvo!.
¡Rapaz, si estuvieses conmigo en el ejército, te ponía
firmes ya, pero….!.
¡Tío, no discutas con el joven, que tú ya no estás para
bromas, cada cosa a su tiempo! ,terció Grabelín ante el cariz que tomaban los
acontecimientos entre el viejo y el joven de “la segunda imaginaria”.
Los cuatro hombres, poco a poco, fueron repartiendo el verde
entre las vacas y el potro, también
estabulado después de su último y terrible galope con Gaspar desde el
cementerio hasta El Castañal de la Reguera, mientras Soledad y María ,
siguiendo las instrucciones del Practicante, acostaban a la madre y a las hijas
antes de que se durmiesen.
-¡María, nunca pensé que tú y yo volveríamos a trabajar
juntas como aquella vez que fuimos a”esgonchar” avellanas a La Corra, a casa de
mis futuros suegros!.!Las vueltas que da la vida!!Tú te viniste para La Helechosa
con Saturnino y yo me traje a Grabelín para Serandi, já,já!, y Soledad quiso
parecer amable.
¡Sí, tienes razón, Sole!, y la expresión de María retrotrajo
a “la progenitora del invasor de La Reguera” a una época en la que ambas iban
juntas a la escuela primaria, eran inocentes y aún las lecciones de
avaricia y de prepotencia de su abuelo Acación y de su padre Fausto no
habían hecho de ella, Soledad, la mujer interesada y egoísta de un pobre
Grabelín ,manso semental y burro de carga.
María hizo un esfuerzo para retener las lágrimas ante lo que
se avecinaba, porque, inteligente e intuitiva que era, comprendió que nunca más
sería llamada para compartir momentos íntimos, delicados o felices con aquella
familia, que Soledad y su hijo dominarían por completo la situación, que
Grabelín y Luisina serían meros comparsas .Y el pobre José Manuel la víctima
propiciatoria, si alguien no tomaba partido por él.
De camino a La Helechosa, Saturnino compartió con María similares y tristes presagios
sobre lo que iba a ocurrir.
¡Pobre José Manuel, como siga aquí y tenga que aguantar a
Layón, él también se morirá como mi padrino y Ermelinda, pero…!, y el joven
Justo frenó su incipiente sollozo con un estallido de vigor de gallo con
fuertes espolones frente a un viejo capón próximo a ser llevado al despiece:!A
ese viejo asqueroso le quito yo en una semana el negro de la piel y la chulería
militar así que me lo pongan a tiro!.
¡Hijo, olvídate, que no creo que volvamos mucho por La
Reguera de Arriba una vez que falten Gaspar y Ermelinda y sean Los Tempranos
los dueños absolutos!, tranquilizó María
a su encorajinado hijo.
¡Tiene razón tu madre!.!En la casa del futuro sólo se
salvarán los dos inocentes infelices: Grabelín y Luisina!, matizó Saturnino.!A
los demás hay que echarles de comer aparte!.
Pepe el Practicante, al ver al joven huérfano casi dormido y
de pie contra la pared, olvidado del mundo, recordó cómo tres años antes un preocupado Gaspar vino a
sacarle de la cama al amanecer para que acudiese a estancarle una hemorragia dental al infeliz de once años próximo a ingresar en
el Postulantado, y cómo una preocupada, nerviosa y llorosa madre,Ermelinda, esperaba a que él,Pepe,
llegase, aplicando multitud de remedios al sangrante infeliz, alguno más bien
peligroso.
¡Sí, pero ahora Gaspar está muerto y Ermelinda morirá en
días, así que este rapaz……..! pensó El Enfermero para sí, súbitamente afectado
de un sentimiento de piedad por alguien a quien vaticinaba un futuro difícil y
con pocas armas para defenderse.
-¡Eh, chaval!,¿te sientes bien?.!Aún recuerdo el susto que
diste a tus padres cuando Noguerol te saco la muela y la hemorragia te duró
hasta el amanecer, que vine yo a estancártela!!Pero te recuperaste enseguida,
porque en el fondo eres más fuerte de lo que aparentas, sólo tienes que
demostrártelo a ti mismo!.
¡Ah, perdón, Don…..Pepe!, titubeó José Manuel al
espabilarse.!Es que yo…! Y el infeliz, hecho un manojo de nervios, interiorizó
a su manera lo que decía El Practicante, que venía a ser lo mismo que lo que
decía Justo cuando retaba a Layón o cuando le pedía a él que no se dejase
acojonar por su cuñado, sólo que dicho de manera mas sutil.
-¡Perdón que os moleste, pero ya me voy!.!Sólo dos cosas!.
¡Gracias, Pepe, vete tranquilo, si te necesitamos ya bajo yo
en un momento con la Lube a buscarte, o mando a alguien con el recado!, y
Álvaro quiso zanjar lo antes posible la conversación con El Enfermero para meterse a fondo en el cónclave
Tempranos-Argentinos.
-¡Perdón, perdón, un minuto! ,y Pepe,de suyo tranquilo y
suave, sonó duro y convincente, dizque autoritario, provocando un aluvión de adrenalina salvaje en la mente
criminal del más joven y quizá más duro de Los Tempranos.
¿Qué pasa, Pepe?, preguntó Álvaro con impaciencia próxima a
un inminente cabreo.
¡-Primero de todo, atento a
si surgen problemas con Ermelinda o con las hijas, nada de medicarlas
sin permiso de Don José o sin contar
conmigo o, si queréis con Don Francisco ,y segundo, que este chico coma pronto
algo, que está creciendo, que es fuerte, si lo sabré yo por la mucha sangre que
le vi perder, pero lleva, creo yo, días algo abandonado y puede caer enfermo, y
ya tenéis bastante en esta casa!, redundó Pepe.
¡Ah , era eso!.!Bah, puede esperar a la hora de comer!.!Si
no fuese vago estaría ayudando a mi padre y a tío Layo en la cuadra!.!Pero si
necesita un bocadillo, que pase a la cocina, que mi madre se lo prepara
enseguida!, remató Álvaro, que ya tenía a sus padres y a su tío trabajando en
sustitución de La Familia Benefactora.
¡Perdón, doctor!.!Dígame que pautas de alimentación debe de
seguir según usted mi joven cuñado!,y la rubia argentina abandonó el cónclave
interesándose por la suerte de José Manuel ,ante la mirada estupefacta de
todos, sorprendidos porque la bonaerense osase romper la jerarquía impuesta por
Álvaro.
-¡Nada de doctor, sólo Practicante, Ayudante Ténico
Sanitario si lo prefiere, también Matrón, hermosa señora!, galanteó Pepe a
Mabel.
En unos pocos minutos, El Pinchaculos y La Guapa, en
peculiar adjetivación del atrevido Justo ,decidieron sobre la dieta de José
Manuel.
Ya el Scooter descendía silenciosamente, o con poco ruido, a
punto muerto decían los entendidos, y el cónclave por fin comenzaba cuando Mabel ordenó a su joven cuñado que la
siguiese a la cocina.
-¡Sentáte ahí, en la mesa, que ahora te preparo yo un zumo
de los que traigo de Buenos Aires,para
que vayas haciendo boca, y luego me contás que es lo que más te gusta!.
¡Bueno, que coma pote
con chosco, como todos, que lo estoy yo preparando de rechupete, a Álvaro
le gusta de siempre!, quiso Sole decir quién era la jefa de cocina.
-¡Perdone, señora, no dudo de sus saberes culinarios, pero
mi cuñado necesita algo especial, tal como me comentó el galeno!,y Mabel dio un
repaso lingüístico a una bruta Sole, más adaptada a destripar terrones que a
utilizar un léxico culto.
-¡Y vos no te quedes ahí pasmarote y vete a ser todo ojos y oídos antes de que se
produzca una confabulación, de paso que sujetás al nene!, ordenó La Guapa
Argentina a Serapio Robustiano, que con Gasparín
en brazos la había seguido a la cocina.
Con los años, José Manuel comprendería que gracias a Mabel
Donadio Elsner él había salido aceptablemente bien parado ante las intrigas de
Los Tempranos y la pasividad de los Rodríguez.
Y es que Serapio Robustiano no debía de tener, recordó José
Manuel la conversación de su padre con Rigoberto de Santolaria, el carácter
fuerte que apuntaba tener el primer José Manuel,el niño muerto al que él
sustituía y que hacía de él”un niño muerto viviente”.
Pero su hermano mayor tenía una mujer que lo espabilaba.
-¡No consentiré que tus cuñados te cojan a vos, por arriba y
por abajo y en la cartera, como hacen a tus hermanas!, y la voz enérgica de La
Bonaerense de ojos azules convertía en un toro salvaje a aquel de suyo cordero
manso y grandullón, Serapio Robustiano Rodríguez, el hermano mayor de Hilda,
Luisa Sofía y José Manuel.
Mabel Donadio Elsner ,haciendo honor a su origen tirolés, de
luchadores innatos contra la inclemencia
de Los Alpes, salvó a su marido y a su cuñado de las triquiñuelas de Los
Tempranos, que aprovechaban cualquier resquicio, cualquier despiste,para
modificar a su favor todo el proceso que ya llevaban varios años realizando y
que la inesperada muerte de Gaspar puso , como en un largo proceso judicial,
ante el día en que las sentencias son
dictadas.Y Los Tempranos trataban de ser hábiles letrados de los que arriman el
ascua a su sardina engatusando al más terrible juez.
Pero La Argentina de Hermosos Ojos e Inteligente Verbo los
puso en su sitio, en su justo sitio diría ella.
José Manuel aún seguía comiendo en la cocina cuando Álvaro
entró exultante y le dijo a Soledad:!Mi
ama, esto ya está por fin listo para sentencia!.
¡Gracias a Dios, mi hijo!, exclamó la mujer de Grabelín
,contenta como si les hubiese tocado, que así era, el premio gordo de La
Lotería de Navidad.
José Manuel, en su mundo de inercias, si es que hay más de
una inercia, seguía comiendo y comiendo, sin pensar que en un par de horas la
casa se llenaría por última vez de personas amigas y no tan amigas, dispuestas
a rendir el último homenaje a Gaspar Rodríguez, su difunto padre, y en esa inercia hasta el recuerdo del criminal
Crispín brilló por su ausencia.
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