¡-A buenas horas, mangas verdes!.!Pero ,anda ,entra en la
cocina y que mi madre te ponga un café o una copa!.y Álvaro tiró con
desdén sobre una mesa el telegrama que
Pelirrojo Cuatroletras había traído.
¡Mira, Alvaro acaba
de acojonar al Pelirrojo, pero tú no te dejes, que esta casa es tuya y no
suya!., comentó Justo.
A José Manuel la
curiosidad le pudo más que la timidez y se puso a leer el contenido de la misiva.”Tristes
muerte padre .STOP. Confirmamos lo hablado. STOP. Medianoche Barajas .STOP
FINAL”.
¿Qué pone?.Justo se interesó también por el telegrama.
Pero no necesitaron descifrarlo, porque quizá hasta el propio difunto se
enteraría de la profusión de detalles que su yerno estaba dando a los
asistentes al velatorio.
“ -¡A estas horas Panizo ya estará en Barajas con Lino el de
Quelín! !El avión llega a las once y media!.!Seguro que para las nueve y media
de la mañana ya están aquí!.
¡Y es que los teléfonos son un gran adelanto!.!Me río yo de
los telegramas, já,já!.
¿Oye, Cuatroletras?.¿No os habrá traído el mensaje el jefe
de correos montado en una mula como la vuestra?.!Já,já!.!Pero tú tranquilo, que
todos sabemos cómo funciona el asunto!.!Y que mi madre te eche en el café unas
gotas de coñac o de anís, para que te entones y no tengas miedo a la raposa de
vuelta a casa!”, se divirtió Álvaro con los supuestos miedos del Pelirrojo.
¡Tal para cual!, exclamó Justo, poniendo en cierta manera a
la misma altura de ilegalidad ya que no de poderío a los Temprano y al padre de
Cuatroletras.
Y es que Justo sabía por Saturnino los tejemanejes de los
unos y de los otros.
No como José Manuel, al que nadie le explicaba nada que
supusiese salirse de madre.
Por cierto, José Manuel se
estaba preocupando más por cómo Soledad hacía y deshacía en el feudo de
su madre, por ejemplo preparando un café
para el hijo del Maragato, que por todo lo que dijese o dejase de decir el
marido de Luisina. Y el infeliz miraba de reojo hacia el féretro, como
diciendo:!Papá, si Crispín no te hubiese hecho lo que te hizo, esa mujer no
estaría ocupando el sitio de mamá!.Y las lágrimas volvían a surcar con
profusión sus rojas mejillas.
Antonio Arnulfo Antón Álvarez, en realidad Cuatroaes, al que todo el mundo acabó por llamar
Pelirrojo Cuatroletras, entró en el galpón casi a la par que Justo y José
Manuel ,pero por el camino carretero que unía La Reguera y La Helechosa, no por
la pista comarcal de Casares de Allón, la usada por los dos amigos caminantes,
así que no se encontraron hasta llegar a la casa mortuoria.
Arnulfo Antón Treceño, el Maragato, había dejado la Guardia
Civil después de ocho años de servicio, por motivos de salud-no podía transnochar-así
que, estando en Las Brañas, bajo las
órdenes del Sargento Fausto, pidió una salida honrosa y voluntaria, gracias a
la cual consiguió la plaza de cartero comarcal de La Collada cuando se jubiló
su suegro,Antón de la Pica.
Para entonces ya llevaba seis años en Casa Antón de la Pica,
a la que pronto convertiría en Casa
Maragato, como esposo de Carmen, hija única del cartero y de Secundina,
de origen vaqueiro.
Arnulfo, que antes que guardia había sido guarnicionero,
sumó a su oficio de juventud los que fue aprendiendo con su suegro: herrador y
forjador, constructor de carros y de aperos agrarios de metal y/o madera(yugos,
bozos ,astiles, rastrillos, gradas, máquinas de sembrar,etc).
Tuvo un único hijo, el Pelirrojo, tímido, apocado, al que
quería transmitir la arrogancia de su origen de sangre y la vehemencia de su
carácter, amoldado por su sargento de
Las Brañas-“un guardia es un guardia siempre, incluso en la reserva”-pero no
había forma, así que lo único que quedaba era aprovechar que Antonio Arnulfo se había librado de la
mili por corto de vista y podría echar una mano con las vacas y los trabajos
agrícolas y ejercer de cartero de forma subsidiaria, hasta que también
consiguiese plaza oficial.
El padre lo tenía más claro que el hijo: el cartero es una
autoridad, un guardia en la reserva
también lo es, y encima el Jefe Provincial de Correos, con motivo de la
primera huelga general de canteros y dinamiteros, le envió un comunicado con
origen en el Ministerio de la Gobernación ,por el que en caso de movilización ostentaría el grado
de Sargento de Comunicaciones.!Toma del frasco, Carrasco!.!Sargento después de
diez años en la reserva!.
Si a todo sumamos que no tenía que pagar la seguridad
agraria, que entonces empezaba a ser obligatoria, y cobraba sus treinta mil
reales al mes, las bajas por enfermedad, frecuentes gripes que no le impedían
ir al taller, y las vacaciones de verano ,durante la siega del heno, eran
cobradas por su hijo, y alguna vez por Carmen, el negocio era redondo.
La correspondencia se la traía el cartero peatón-más bien
equino-Benjamín de San Miguel, el cual recogía directamente del cobrador de los
autobuses Feito -¡otro que tal!—los envíos para diferentes carterías de las brañas
y aldeas, procedentes de la
Administración de Correos y Telégrafos de Brañagrande.
Feito, autobusero digamos que funcionario postal así por las
buenas-subsidiariamente los cobradores ,Amarito, Ricardín,etc- se libraba de
pagar impuestos y a la vez tenía la protección de las autoridades para que los
taxistas no le hiciesen”desleal competencia”.Sólo su hermano Cubanín se libraba
de los castigos por incumplimiento, llevándose al amanecer a precio de bus a
los madrugadores que iban a Brañagrande o a La Capital Regional.
En esa línea, Maragato sólo repartía la correspondencia del
día anterior-Benjamín se la entregaba a las seis de la tarde-aprovechando la
ruta que solía hacer por las aldeas y brañas de su jurisdicción para recoger o
entregar los aperos de labranza, los pequeños muebles, incluso los zuecos de
madera, hierro y cuero combinados al estilo de su terruño natal, que la
clientela le pedía reparase o manufacturase.
A veces alguien ansioso de noticias de deudos en lejanas
tierras, se acercaba al oscurecer a la fragua/cartería de Maragato, y si no
traía”su carta”, traía la del vecino.
Así funcionaban las cosas .Y así siguen funcionando.
Sólo si había un
telegrama o una carta urgente, se movilizaba Maragato y ordenaba al
Pelirrojo que se acercase cerca de la medianoche, para no perder labor, a
llevar el envío en cuestión.
Cosas de este/aquel país de minifundios :las aldeas a veces
eran consideradas calles de la capital del concejo, pero otras eran
consideradas inexistentes a los efectos de reparto postal rápido.
Así que dependía de la discrecionalidad del Jefe de Correos
y Telégrafos el que el reparto urgente y /o telegráfico tuviese más o menos
eficacia.
Con forme hubo más teléfonos, se pedía el favor al dueño del
teléfono más próximo para que comunicase la urgencia al destinatario, pero todo
dependía de afectos, clientela(los primeros teléfonos públicos estaban en las
famosas bodegas ,chigre y almacén) y muchas veces se enteraba uno al cabo de
quince días por carta normal, lamentando que no hubieses ido a Madrid al
entierro de tu hermana.
Álvaro estas cosas las tenía más claras!:teléfono y taxis!.
En Casa Temprano de Serandi fueron de los primeros
particulares en tener teléfono, pero como poderoso caballero es don
dinero,Santiaguín de Fontoria, el rico almacenista, bodeguero, ferretero y
chigrero que había incorporado a su
negocio “la cabina telefónica”, no dudaba en coger su furgoneta y acudir a Serandi a llevar los
recados telefónico-postales a su gran cliente y a veces avalista.
Otro sistema inventado por Álvaro era el de los taxis:Lino
de Quelín, de la segunda casa de La Corra-la tercera,Los Pachucos se fueron
para La Argentina con los reales que les dio, descontadas las deudas, el abuelo
paterno de Álvaro,a cambio de todas las propiedades-cedió todas sus fincas a
Los Carboneros a cambio de que le dejasen dormir durante las vacaciones en la
vieja casa, compartiendo afectos con los animales y sintiendo ”el mogor” de la
cuadra desde la tranquilidad del catre, para recuperarse de su vida de taxista
en Madrid, desde donde en conexión con Panizo , taxista de Brañagrande por la
gracia de Fausto, su primo terracampino,tenía montado un sistema de transportes
y comunicaciones rápidos.
Desde Brañagrande, Panizo avisaba a Lin para que diese el
recado, o viceversa, era el de Quelín quien llamaba a Panizo.El remitente, el
receptor, o ambos, pagaban todo o su parte al socio de la pareja que viesen, y
luego estos ya hacían cuentas.
En la ocasión, Panizo se acercaba a Madrid, y Lino lo
esperaría en el Paseo de la Florida, en el Bar Brañalonga, y desde ahí, el
cazurro detrás , el hijo de Quelín abriendo ruta, se acercarían al aeropuerto
para recoger a “Los Argentinos”.
José Manuel oyó todos estos cotilleos de pasada, medio
dormido voluntariamente para no sufrir ya más por la triste situación, y apenas
si esbozó un “Adiós” cuando Justo le
tocó con el puño en el brazo izquierdo, como era su costumbre, y casi lo tiró
de la silla.
De pronto,Sonsoles gritó:!ya están ahí!.
Jose Manuel , despierto al fin, y muy nervioso, se asomó a
la ventana para ver como los dos taxis, el negro con raya roja de Lino, el
verde, sin raya alguna, de Panizo, maniobraban para descargar a los viajeros y
a los enormes baúles y maletones que traían sobre las bacas.
Los viajeros parecían no querer apearse, quizá para no darse
de bruces con la triste realidad, así que seguían dentro de los vehículos.
¡Ay, que sobrinín más guapo tengo!.!Já, já!!.Y eso que
no es un Temprano!.!Pero pronto tendrás
dos primos Tempranos, mi neno, já,já!., exclamaba exultante Álvaro, metiendo la
cabeza por la ventanilla trasera izquierda del taxi de Lino.
José Manuel empezó a prepararse pa ra seguir su valle de
lágrimas.
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