Viajaba yo hace algún tiempo por el SUR de LA TIERRA DE
MUITO PAN, absorto en mis pensamientos, algo que suele suceder cuando no tienes
que conducir, y sin saber porqué me pasó por la cabeza lo sucedido en el CEMENTERIO
de “PEDRO PÁRAMO”, obra que dio fama universal a JUAN RULFO, de tal modo que
muchos dudan y creen que fue PEDRO PÁRAMO el que escribió una novela llamada
“JUAN RULFO”.
Entre SAN MARTÍN DEL CASTAÑAR y MIRANDA DEL CASTAÑAR, nos
detuvimos, inesperadamente, en MOGARRAZ.
La calle principal tenía todas las fachadas cubiertas con
cuadros y fotos ampliadas de los moradores de cada edificio, no se veía a nadie
por allí, todos dormían la siesta ,todos, excepto un octogenario confeso que no
aparentaba más de sesenta-el aire serrano ,sin duda-que aprovechó nuestro
interés por la insólita exposición para ejercer de lo que era: guía estático de
MOGARRAZ.
-¡Algunos están muertos, otros estamos vivos, miren ahí y
mírenme a mí!, exclamó él con orgullo, mostrándonos la ampliación de la foto de
su antiguo DNI.
Sin duda que lo conocerán muchos y no sólo de LAS TIERRAS DE
EL ANDALUS, también estudiantes foráneos
de LA UNIVERSIDAD CHARRA que allí se acercan a mamar CULTURA
GODO-MORO-CRISTIANA y transmitirla, tergiversada,
a las gentes de sus culturas nativas
.
Me sentí avergonzado por comparar a MOGARRAZ con UN CEMENTERIO VIVIENTE, y no sólo por las
palabras del guía estático, sino porque de pronto todo el mundo quiso salir a
la calle y aquello se convirtió en un hervidero humano.
-¡Já,já, muchos están aquí de vacaciones!.!Son del Norte y
vienen a ver la casa natal de SU GRAN
JEFE, nacido aquí y emigrado allí en tiempos del AUSENTE!.!Unos vienen porque
le quieren y otros porque le odian!.!Pero su familia sale ganando, porque
venden todo el pan serrano y el hornazo que fabrican!.!Vayan y verán que ya se
agotó todo, queda ahí mismo la casa!.
Tenía razón el viejo:! nos quedamos sin hornazo!
.
E l hombre sólo me preocupó un pelín por si ofendía a
una señora que nos acompañaba, nativa
del otro lado de LA PEÑA DE FRANCIA, pero dimos por buena la flor que echó a nuestra acompañante, la
única que se identificó del grupo, junto
conmigo mismo, que me asoció a un médico
norteño que empezó aquí su carrera y casi la terminó en SANTOLÍN DE REVIECO.
¡El que duerme con una jurdana, ni pierde ni gana!.
Podría haber interpretaciones morbosas y retorcidas, pero
tomémolas en el mejor de los sentidos.
¡Larga vida a los que yo creí MUERTOS VIVIENTES DE
MOGARRAZ!.
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