-“¡Vuestro abuelo, y abuelo de Gasparín-Don Francisco
miró al féretro con emoción-Amancio el
Rubio, bueno,El del Pelo Enceso, así le llamaban muchos, era el mejor picapedrero del mundo, al menos para mí, y
también carpintero, y eso que conocí
muchos tanto aquí como en Las Pampas!.
¡Cosas del Señor!!Maravilloso equilibrio!! Porque
Amancio, en días de fiesta, sin boina, y bien peinado, parecía un teutón
o un noruego, mientras que Amalia, vuestra abuela, en días tales, y con peineta
y claveles rojos en su cabello color azabache-borriquín de mí, qué cosas se me
ocurren-daba un aire meridional más
propio de las mujeres de Las Américas!.
¡Por eso vuestros padres no salieron ni muy morenos ni muy blanquecinos, aunque el
contraste sigue, porque el pobre Gaspar lleva
el rostro y los ojos de su padre vaqueiro céltico-ay, Dios mío, que
vuelvo a deslizarme-pero la piel y los cabellos son la versión masculina de La
Morena, y vosotros estáis más en la línea de Amancio, pero sin exagerar, aunque
si viviese seguro que Pepe, bueno Don
José, que además de médico también sabe
de Antropología y de Historia y le gusta leer e investigar , aprovecharía el caso de vuestro
abuelo para confirmar si los vikingos o los invasores godos se instalaron
camuflados por Rotaeras, já,já!
¡Perdón, Dios mío, pero es que a Gasparín parece que lo estoy viendo en el escondite de Casa Molinón, siempre risueño,
sin temer a las milicianas mineras que sondeaban nuestro escondite con las
horcas y la pala de mango y dientes
largos, revolviendo por entre la yerba encima de nuestro refugio, y que no nos
encontraron porque Dios no quiso y porque Amancio supo hacer las cosas muy bien!”
¡Pero venga, siga contando, Señor Cura!, insistió Saturnino,
que también participaba en la
conversación.! Seguro que su compañero de
escondite, a su manera ,participará de la conversación, feliz, si es que ahora podemos hablar de felicidad!,
y al buen hombre se le escaparon unos
lagrimones.
-¡Vale,borriquín, vale!.!Tienes razón!.!No vaya a ser que EL
Tractorista, perdón, quiero decir Álvaro, llegue antes de que yo acabe!.
El cura se puso al fin a narrar con pelos y señales todo lo
acontecido en aquel verano de mil
novecientos treinta y seis en Rotaeras
,San Ramón, La Helechosa,San Miguel,San Pedro, La Reguera,La Cañega………
El Comité de Guerra de Brañagrande tenía como espías a varios ex alumnos de Los Dominicos de Las
Navas ,Fernandín ,Somedano,Recaredo y Justo entre los más famosos, que se
limitaban a señalar a “los culpables”, pero no a fusilarles, pues la norma era
dejar ese menester para los forasteros, para los no conocidos de las víctimas.
Don Francisco y Gaspar estaban entre los señalados, y eso
les hizo esconderse, porque El Padre Gómez, que se presentó voluntariamente a
la requisitoria del Destacamento de Las
Navas, ya que nada temía porque nada malo había hecho, fue ejecutado a las
pocas horas y enterrado en la fosa común de La Revuelta, donde ahora hay un
mausoleo martirial.
El denunciante había sido, así constaba en los registros
incautados al Destacamento por las
nuevas autoridades , Fernandín de la Escrita, alumno predilecto del fraile
asesinado
.
-¡Señora, si usted quiere,Fernando de la Escrita,
volverá a prisión por muchos años, quizá
sea condenado a muerte, por el crimen en la persona de su hijo, Fray Francisco
Gómez!, afirmó el juez de Brañagrande en una vista con los familiares de los
asesinados.
¡No, por favor, bastante pena tuvimos y tenemos todos, yo
como madre, pero él como asesino, y los diez años en El Puerto de Santa María
ya le habrán hecho recapacitar, y sufrir, para siempre!, contestó Albina, la
nonagenaria madre del mártir.
Por años ,Fernandín,
primer profesor de Inglés de de
todas aquellas comarcas, desde el mar hasta la cordillera, vivió encerrado en sí
mismo, sólo saliendo para ir a dar las clases , por cierto el idioma lo había
estudiado en la cárcel y mientras que los otros del grupo hubieron de irse a
Francia o a México ya que no fueron exonerados y restituidos en sus plazas de
Magisterio ,él, tanto por la influencia de un matrimonio con mujer bien relacionada con el franquismo cuanto por
la escasez de expertos en el idioma de Shakespeare ,consiguió un contrato sui
generis para alternar las clases en los dos colegios adoptados de la zona ,el
de Brañagrande y el de Villablanca, ambos dependientes del Instituto de
Enseñanza Media de Ribadeo, lo que le daba derecho a ir todos los veranos a la
Pérfida Albión, huyendo del acoso social y de sus propios remordimientos e
incluso cuando la nueva dictadura le apretó las tuercas, a cambio pudo
conseguir una plaza de Cooperante, algo
insólito entonces, en Namibia, durante
cinco años, y regresó definitivamente cuando ya todo estaba más tranquilo.
“José Manuel podía
oír desde la habitación de su madre las explicaciones del Párroco y a pesar de
su autodefensivo despiste llevado en apariencia al paroxismo, no pudo por menos
que recordar cómo hacía un par de años,
encontrándose toda la familia en La
Reguera de En medio,se acercó a saludarles Fernándin-allí nadie le llamaba aún Don
Fernando-y su cordialidad , inicialmente un tanto dura y forzada, fue
reconducida poco a poco por Gaspar a un departir afectuoso, a recordar las
cosas con ironía, de manera positiva.
-¡Venga, Fernandín, échate un trago de la bota, en recuerdo
de todo lo que tú y yo tuvimos que vivir
juntos!,
¡Lo haré por los viejos y buenos tiempos, y por los no tan
buenos, y eso que en Namibia beben unas cervezas, unos vinos y unos licores
rarísimos, pero que a mí me gustaban, porque indican un mundo de progreso combinado, de lo ancestral africano
con lo progresista europeo, de esa Europa tan lejos de aquí!,y las palabras
del ex recluso y ex cooperante sonaron a
un empecinarse en unas ideas que habían sido la simiente de una fértil
cosecha de sangre, de muertos, de
arruinados, de exilados.
-¡Já, já, lo preparado que estás Fernandín!.!Ya de rapaz
apuntabas maneras, porque no olvides que nos sentamos juntos en la escuela
cinco o seis años, y yo admiraba cómo los números y la escritura para ti era
tan fácil como para mí montar a caballo!, y la adulación de Gaspar redujo la
adustez de la cara de Fernandín, al cual José Manuel, si no fuese tímido, le
hubiese pedido que le hablase sobre Namibia.
¡Lógica vital!.!Persistente fijación de fines a
conseguir!!Así funciona el mundo!, Y José Manuel empezó a asombrarse de su
propia capacidad de memorizar lo innecesario, pero lo cierto es que aquellas
tres frases de Fernandín le quedaron
grabadas para siempre.
¡Tus padres querían que tu fueses campesino!.!Mis padres querían
que yo fuese maestro!!Mis muchos hermanos
se iban a segar o a cavar, o a por leña, y yo me quedaba estudiando, y
tenía que rendir, porque mis padres lo
esperaban de mí, pero mi abuelo, gran dictador, como otro que yo me sé,já,já,me
lo exigía, y daba unas obleas que no eran las de”nuestro común y borriquín
amigo,já,já!!.Bueno, pelillos a la mar!, y el profesor de Inglés pasó otra vez
a mostrarse , más que adusto, tristón y
arrepentido de sus muchos pecados.
¡-Venga,Fernandín, que yo pasó lo malo!.!Ya nos hemos
perdonado los unos a los otros, y ahora a vivir!.
¡Sí, aunque cueste mucho trabajo!, dijo el ex miliciano con
una resignación sincera y a la vez forzada.
-¡Bueno, aunque yo no tenga estudios, en algo sí que te
ganaba, aparte de en cabalgar!
¿En qué?, la afirmación del jinete causó la intriga del intelectual
-¡Jugando a los bolos!!Una vez, en la fiesta de tu pueblo,
hice trece acabones para mi equipo, y vosotros perdisteis, já, já!.
¡Oye, pero yo hice nueve, que tampoco estuvo mal para mí,
sólo acostumbrado a hincar los codos, já,já!.!Mi hermano Luis también hizo
trece alguna vez, pero parece más hermano gemelo tuyo que ni siquiera primo
mío, já,já!
José Manuel recordaba casi a la perfección como al fin los
dos antiguos compañeros de pupitre habían podido limar asperezas y compartir
todo lo positivo de aquella niñez y juventud en común, borrando, o pretendiendo
borrar, de sus memorias todo lo terrible que les había enfrentado y por eso, al oír la narración del cura ante el cadáver de su padre,
quiso reconfirmar que lo que él sabía sobre los dos protagonistas ,más el
propio sacerdote, también implicado, era de tal certeza que serviría de
indicador para las decisiones que él habría de tomar el día de mañana.”
Gaspar estaba de permiso cuando estalló el movimiento, y sus
ideas eran regresar a su destino navarro, pero el Comité de Guerra le conminó a
que se alistase en las milicias rojas comarcales, lo que le hizo buscar
refugio, porque las amenazas de su antiguo compañero de pupitre iban en serio :el
paredón.
Don Francisco era víctima propiciatoria: cura, capellán
castrense en la reserva ,y que sería movilizado para La Cruzada.
Párroco y feligrés
compartían el ser blanco común
para los francotiradores al servicio de las ideas marxistas.
Amancio construyó
para su nieto ”el mejor escondite del mundo”(Don Francisco dixit) y el entonces
cabo de Caballería hubo de fingir ante los comarcanos que se iba a Estella,
pero el viaje resultó bastante más corto: Casa Molinón de Rotaeras.
Con gran habilidad ,el anciano picapedrero hizo una cámara
entre la pared del establo y la de las pocilgas, con una entrada oculta bajo la
enorme duerna donde comían los cerdos y
con un respiradero hasta el desván, abarrotado de yerba excepto en la
esquina más al fondo por la que asomaba
el respiradero, y con un ventanuco próximo que también facilitaba la
ventilación del escondite.
Allí se escondía Gaspar a los pocos segundos de dispararse
la alarma sobre la presencia de milicianos :los familiares y algunos “cómplices
comprometidos informaban”,tanto desde los labrantíos y las arboledas de La
Cuesta, desde donde se divisaba allí abajo el cruce de carreteras y el entorno
del Monasterio de San Miguel, cuanto desde
los parajes que oteaban La Reguera, La Helechosa o Los Cabos,en especial este
último, porque por allí pasaba un sendero tortuoso que llevaba a Las Brañinas
,escondite perfecto, accesible sólo a pie o a caballo, de la presencia de rojos
o de “espías locales adictos a los republicanos”
.
Don Francisco disponía de un escondite ancestral, propio de
los antiguos monasterios :un pasadizo secreto desde el osario de la sacristía hasta una tumba de
gran tamaño, sin restos en su interior, próxima al rincón del “cementerio
civil”, el que esperaba a Gaspar, donde enterraban a los excomulgados y a los
fallecidos en pecado.
A José Manuel lo del refugio del cura no le sorprendía en
absoluto,porque en sus dos años de Postulante Dominico, y pese a su enorme
timidez y falta de coraje y de decisión, había descubierto muchas cosas sobre
los pasadizos secretos de las iglesias y de los monasterios. Y también había
oído a su cuñado que la ería de Serandi
presentaba dos profundos socavones provocados por el hundimiento del túnel que
iba del Monasterio de Fontoria al de San
Miguel.
Gaspar hacía trabajos dentro de la casa de su abuelo, y muchas noches se atrevía a trabajar segando
el heno , el trigo o el maíz, para no ser una carga para nadie .Y sus padres ,
que aún vivían-sus dos hermanos y cuatro hermanas habían emigrado a Puerto
Rico-lo visitaban de vez en cuando, discretamente, para no despertar sospechas.
Los nervios estaban siempre a flor de piel, pero no quedaba
otro remedio que aguantar y sobrevivir.
Don Francisco y los demás curas tenían sus códigos secretos,
y si la situación se encrespaba ,los feligreses de las iglesias más próximas a
las vías de comunicación, como era el caso de San Miguel, en caso de necesidad recurrían al servicio de
los párrocos vaqueiros, menos sometidos
a las amenazas de los espías de
zona o al acoso violento de los
criminales milicianos del Comité de Guerra del Norte.
Don Francisco y Gaspar habían compartido café, tabaco y conversación, mientras desde su
discreto observatorio controlaban todo
lo que se movía por San Miguel.
Cuando no había peligro aparente ,Don Francisco se incorporaba a su rutina parroquial, y así
una y otra vez, hasta que una mañana, próximo ya el mediodía, cuatro Jeeps
y dos camiones militares hicieron acto de presencia en la plaza de la
iglesia.
Cura y militar fueron rápidos al escondite de Casa Molinón
,por la profunda”entrecha”(camino estrecho y
escondido entre las divisorias de las fincas) que casi nadie transitaba,
y allí aguardaron noticias.
Los milicianos, con los informes de Fernandín entre otros, venían a tiro fijo: el sacerdote
y el cabo en la zona de Rotaeras y el
practicante de Somiedo, aquí se veía la
torva mano de Somedano, en la zona de
Lanzas, de donde era oriunda la mujer
del enfermero.
Dos Jeeps se acercaron a Rotaeras, dos recorrieron la zona
de Lanzas, y los camiones se quedaron en San Miguel.
El Jefe y cuatro subalternos se quedaron de guardia. Cinco
milicianas-una era la Comandante de grupo-y un miliciano acudieron a Casa Molinón, y cuatro hombres y una mujer se acercaron a
Casa Valentín de Lanzas.
¡Cinco cabras y un castrón,já,já!.!El cabrón se quedó en San
Miguel!,y la matización ingeniosa de
Saturnino provocó a la vez carcajadas, hilaridad y tristeza, porque a fin de
cuentas aquello era un velatorio.
-¡Calla, borriquín, calla!!Aunque quizá tengas razón,
porque con el tiempo nos enteramos de
que el Jefe y la miliciana que casi nos
encuentra eran marido y mujer al estilo de los rojos!!Dios me lo perdone!, y
las palabras del Párroco recondujeron
la narración a su meollo.
Casa Molinón fue puesta patas arriba, cuadra y pocilgas
también, y luego la jefa y otra miliciana
subieron al desván repleto de yerba y con las palas de dientes revolvieron toda la yerba, y se detuvieron a
pocos centímetros del respiradero.!Un milagro divino!.
Las milicianas, para calmar su frustración y no irse de
vacío, requisaron tres ovejas que tenían en Casa Molinón para disponer de lana
para escarpines y de corderos para Navidad, y otras tres familias de Rotaeras,
dos de San Ramón y una de San Pedro, fueron también requisadas.
-¡Venga, engordad bien los terneros y los cerdos, que ya
vendremos con los camiones otro día!!Hoy nos conformamos con las
ovejas!!Já,já,já!, y las risotadas de la cabrona, las cabritas y el castrón
sonaron a burla y a terrorífico e inminente peligro.
Las ovejas que no cabían en los vehículos fueron llevadas
del ramal , sendero abajo hasta San Miguel, con gran decisión, por aquellas
mineras adoradoras de Marx, Lenin y Stalin.
Los milicianos y las milicianas- las cabras y su cabrón, y
los castrones, según el lenguaje de Saturnino-junto con su botín de ovejas,
corderos y carneros, ora moruecos, ora capones, enfilaron la ruta de
Brañagrande y ya no se supo más de ellos, porque a la semana siguiente Las
Gloriosas Fuerzas Salvadoras del Noroeste ocuparon toda la región occidental,
abriendo un camino hacia Ribadeo ,Santiago, Ferrol y Vigo.
Pero poco dura la alegría en casa del pobre: la casa-cuartel
de nuestros Eulalio y Crispín, vacía por la movilización del 34, fue ocupada por una Junta de Acción
Cívico-Social, que siguiendo las instrucciones del generalato de Las Gloriosas
Fuerzas Salvadoras del Noroeste serviría
a la vez de Comandancia de la Guardia Civil y de Jefatura Comarcal de Falange.
Un personaje terrible asolaría la comarca:! Carballido!.
Muchos años después, más de un niño travieso sería amenazado
con llamar a!Carballido!.
Bien entrada La Transición, más de un inconformista pensaría en la resurrección de Carballido
para reconducir a tirios y a troyanos.
Carballido con su alternancia de uniforme de cabo primero de
La Benemérita o de Jefe de Centuria de Falange, tricornio y gorro combinados,
condecoraciones o yugo y flechas, todo a su gusto, fue amo y señor durante diez
terribles meses, hasta que fue movilizado y trasladado a la Sierra de Morella, en Castellón, donde se le perdió
la pista para siempre.
Sádico psicópata, cuando ya no le quedaron rojos que
reprimir, las tomó con ancianos, mujeres, niños ,soldados nacionales de permiso
o en espera de ser llamados a filas, personas deficientes, y las palizas,
abusos deshonestos, pillajes, violaciones, incluso algún asesinato, sirvieron
en cierta manera como eximente para los crímenes de Fernandín y compañía, en
una fractura social que aún existe, porque las pobres gentes de la zona
concluyeron que ningún ejército, ningún partido político, ningún personaje
público, era de fiar, todos eran iguales, es decir, todos eran, siguen siendo,
malos.
Olvidemos a Carballido, porque ni el Teniente Páter ni el
Cabo sufrirían la malvada presencia del Guardia-Falangista, ya que ambos fueron
inmediatamente movilizados.
Por las tierras libertas de Los Oscos y A Fonsagrada, el
convoy de camiones militares con un millar de futuros luchadores
nacionales y candidatos a estercolar “in
eterno” lejanos labrantíos ,se desplazó desde Las Navas y Brañagrande hasta
Monforte, para transferir su carga al Shanghai , un tren que se nutría de los
llegados de Vigo y Ferrol, y que luego en
Miranda aún incorporaría a muchos llegados del Centro y Sur de La
Península.
Pero Don Francisco y Gaspar,
que compartían vagón como antes escondite, no llegaron a Barcelona,
destino final: Gaspar se apeó en
Logroño, el Párroco en Zaragoza.
Esas interminables horas en el tren dieron para mucho :amena
conversación, risas, incluso carcajadas, tristeza ,tabaco compartido, incluso disimulada confesión y absolución, por
lo que pudiera venir.
¡Lo que vino fue terrible, pero insignificante al lado del
crimen casi imperceptible cometido por Crispín.!Cosas extrañas de la vida!.
Gaspar tomó el
autobús de La Estellesa para incorporarse a su destino en La Cuadra de San
Miguel.!Siempre San Miguel, allí y en la última morada!.
Don Francisco se incorporó en Zaragoza a su
Capellanía, aunque en el corazón y en la memoria se le agolpasen feligreses y vivencias del pasado y del
presente que esperaba reencontrar en un futuro no muy lejano.
Fueron tres años de guerra ,tanto para el capellán como para
el cabo .Más otros acontecimientos posteriores, que en su narración ante el
cadáver de Gaspar sólo fueron ligeramente enunciados.
José Manuel estaba como absorto oyendo lo que el Párroco
decía ante su padre difunto, con las escasas interrupciones de Saturnino, Pablo
o Leonardo, cuando un tremendo guirigay le espabiló.
-¡Don Francisco, ya está todo arreglado!.!Váyase a dormir!.!Diógenes
le espera!
¿Qué pasa.Álvaro?¿Por qué das esas voces?, preguntó Luisina
, a la que la exultante irrupción de su marido había sacado de su sopor e impulsado a asomarse a la puerta del cuarto
de los sufrientes.
¡Nada, mujer!.!Mañana verás a tus parientes argentinos!,
y la exclamación del yerno del difunto
sonó a una indescriptible alegría , impropia de un velatorio.
¡Tranquilo, borriquín!!Que tenemos mucho que hablar tú y
yo!.
Las palabras del Párroco, que silenciaron el momentáneo
guirigay ,fueron como anestesia para José Manuel, que adormeció plácidamente,
sin oír los casi imperceptibles sollozos
de su madre ni la llorera creciente de su pobre hermana, víctima de la
desfachatez de un marido inadecuado.
¡Pero ya se sabe que de amor se muere!”