EINSIEDL

EINSIEDL

martes, 24 de noviembre de 2015

SIETE PÁGINAS DE LA REGUERA


Diógenes, antes de  entrar en su biplaza manivelo, acompañado de Don José, para trasladarlo al lugar  del” crimen”,obedeciendo las órdenes en comandita de los curas de almas y de cuerpos, dio a su vez una orden al pobre Manolín, que en representación de su madre se había quedado en el velatorio.

-¡Manolín,vete a casa, que mañana a las ocho tienes que abrir!.!Tú ya has cumplido con creces!.!La vida sigue!.

¡Sí,jefe!.!  Ya me voy a dormir!.!Hasta mañana!.

-“¡Hasta mañana,Manolín!, y Diógenes  consiguió al segundo par de manivelazos que su Fotingo  lanzase un ruido ensordecedor, señal de que el viejo cacharro aún seguía siendo útil.

¡Da gusto con el pobre Manolín!.!Sé que tiene pavor a la noche y a los muertos ,pero se sacrifica!, comentó Diógenes mientras descendía desde el galpón hasta la carretera, y Don José, en la fase apática de su bipolaridad, en cierto modo relajadora de su tensión nerviosa, se limitó a asentir con unos pocos movimientos de cabeza.

¡Mire,Don José!.!Manolín bajó antes que nadie a dar aviso al párroco, que necesita siempre media hora, el pobre, los años y los kilos no perdonan, para vestirse!.!Pero no iba a subirlo en el sillín,já.já!.!Así que esperó  a que yo llegase y recogiese a Don Francisco!.!Y el, detrás de nosotros,dando pedal, casi nos adelanta!!Y luego de cenar, su madre lo envía a cumplir con los deudos del pobre Gaspar!!Y estoy seguro de que mañana llegará a tiempo para abrir!!.Es una verdadera joya!.!Si  yo pudiese tener por cierto que un hijo mío sería como Manolín, no me hubiese quedado soltero!”, completó su exordio el industrial maderista.

¡Diógenes!.!A muchos  tendrían que habernos tirado al río al poco de nacer!, zanjó Don José de forma abrupta  el panegírico de Manolín y las dudas de celibato del  conductor del biplaza manivelo
.
-¡Perdón,Don José, por mi charlatanería!.!Creo que la impresión por la muerte de Gaspar me hizo faltarle al respeto a usted!.!Perdone, no volverá a suceder!, y las palabras del maderista sonaron a un doblar la testuz, a una sumisión ante el poder científico y administrativo del galeno.

¡Tranquilo, Diógenes!.!Y mentalicémonos para lo que nos espera!.!De momento dar instrucciones al yerno del difunto y cerrar, al menos por mi parte, este triste capítulo!.!Aunque queda la viuda, la pobre…….!.Y  Don José mostró su indulgencia a Diógenes con un tono similar al del maderista, que ya aparcaba el coche en posición de alumbrar al grupo en la escena del crimen.

Don Francisco administró Los Santos Óleos a la enferma, la consoló prometiéndole  la celebración de la palabra, aparte los responsos de rigor previos a la salida hacia el cementerio, una especie de misa menor en la que se podía comulgar ,y en la que ella, su hija, quizá María y otras mujeres podrían acercarse más al Señor y pedir por Gaspar y por todos .

Pepe, una vez el cura hubo impartido  absolución y bendición a la doliente, sacó de su maletín el material necesario para inyectar a Ermelinda la primera dosis de las diez que Don José había ordenado, y  no abandonó la estancia hasta que a los pocos minutos la pobre infeliz empezó  a dormir plácidamente, con una placidez por años en ella desconocía, quizá la placidez que anuncia la muerte
.
-¡Hasta pronto ,Don Francisco!.Seguro que aquí o en otro lado en breve nos veremos.!Y el enfermero se dirigió hacia su moto.

¡Seguro, Pepín!. ¡El borriquín del Señor lo quiere así!.

-¡Dejo todo en sus manos ,Señor Cura!

¡Sí, borriquín!.Y gracias por la primera inyección. ¡Ya arreglaremos lo de las restantes, que este cura viejo y borriquín tiene buena memoria aún!.

-¡Já,já!, el rápido motorista pinchaculos  devolvió con una carcajada el intercambio irónico con el preste sobre el control de los medicamentos, antes de descender a ritmo endiablado la cuesta del galpón.

Don Francisco, con gran sabiduría, para homenaje de Gaspar, y para que aquellas personas aprendiesen una lección siempre repetida y nunca asimilada ,que la muerte no era sino el tránsito entre dos dimensiones, la primera y la tercera, aunque el Vaticano lo llamase de otro modo, y que la vida, es decir, la segunda dimensión, no era más que un sueño, una fantasía, una ilusión, para muchos una pesadilla eterna ,algo visto y no visto, algo que puede ser mejorado si fue bueno, y sustituido por algo maravilloso si resultó malo ,aprovechó  la presencia de Pablo y Leonardo ,los dos primos carnales de Gaspar, para rendir homenaje al difunto, hablando junto al ataúd como si el compañero de”escondite para no ser ejecutado por los rojos” del párroco no estuviese muerto, sino con su inseparable pitillo de picadura en una mano y su tazón de café negro en la otra, hablando sin parar de caballos, cureñas, cañones, juegos de bolos, romances, etc, en  su simpática y afable charla fabuladora e imaginativa.

Pablo y Leonardo, que acababan de venir de sus casas al otro lado del Tendina, alarmados por las luces y las voces en El Castañal, que contemplaron desde sus caseríos, y asociándolo a la agresión perpetrada por Crispín horas antes ,y temiéndose lo peor, pues conocían el orgullo de su primo ,cabalgaron veloces por el camino más cómodo y largo para  que su presencia fuese inmediata.

Ambos hermanos compartían ,al igual que el difunto, la afición por los caballos, seguramente heredada del Tío Molinón, que  allá en Merlo, en Las Pampas rioplatenses ,gracias a sus probadas virtudes gauchescas había llegado a rico estanciero, y desde donde los protegía a todos, y que no teniendo hijos propios, había prohijado a  los dos mayores de su sobrino Gaspar.

Pablo vivía en la casa familiar, en Rotaeras, y Leonardo, cuya mujer era troncaría, en el predio de ésta, en San Ramón .A Pablo le resultó más fácil galopar hasta donde su hermano y pedirle que le acompañase, antes que bajar por los intrincados senderos del Fontarico, que resultaban más largos que  cualquier ruta de explorador, aunque desde Casa Molinón toda La Reguera pareciese  como la quinta de al lado.

-¿Así que vinisteis a caballo, eh, borriquinos?

¡Sí, Don Francisco!.!Es lo más rápido!,

-¡Já,já,Pablo, borriquín, es la sangre de Los Molinos, y ahí está vuestro tío el gaucho, amigo y algo pariente, que yo también tengo algo de vosotros, y de buen jinete, pero los años son los años!

¡No se queje,Señor Cura, que nos va a  enterrar a todos!, dijo Leonardo  inconscientemente, aunque pronto reaccionó.!Bueno, perdóneme, que  eso no debería decirlo yo ahora!, y le cayeron unas lágrimas al mirar de soslayo el ataúd.

Y es que Álvaro había pedido a Alfonsín, juez, ferretero y también, desde hacía poco ,agente funerario, que le mandase el arcón por Cubanín, y que luego ya concertarían el resto del funeral, a partir de las indicaciones de Don Francisco. Pero el ataúd llegó antes que Cubanín, porque el juez despertó a su ayudante Pachuco, que con el Jeep   comprado a los gringos se acercó enseguida.

-¡Ay, Gasparín!, ¿te acuerdas de cuando pasamos cuarenta y ocho horas sin salir del escondite que nos preparó tu abuelo,Amancio el Rubio, uno de los mejores albañiles  del universo?, y la in terpelación del párroco al difunto atrajo a todos aún más cerca
.
¡Algo recuerdo, pero como estábamos yendo al frente y volviendo cada poco, quizá fue más lo que oí en casa que lo que viví!, comentó Pablo. Obviamente, Gaspar no podía hacerlo.

¡Así es!, apostilló Leonardo.

-¡Bueno, os lo voy a contar con pelos y señales,pero………..cuando resuelva lo que se me viene encima!, y Don Francisco miró , al igual que los otros contertulios, cómo el yerno de Gaspar irrumpía en la estancia con más decisión que los jinetes de Pizarro  en la argentífera ciudad de Cuzco.


No hay comentarios:

Publicar un comentario