IRENE se imbuyó de
tal modo en la actividad clínica que
incluso los propios médicos se asombraban de que aquella hermosa
treintañera sin título oficial alguno, se preocupase más por los diagnósticos ,las
pruebas, los consejos a los pacientes y a sus familiares que cualquier facultativo
.
DON ENRIQUE también se preocupaba por ayudar a IRENE en SU
SUEÑO, pero no para hacerla SUSTITUTA
de alguno de sus hijos o hijas: tenía
dos varones y tres hembras, y le habían salido RANA desde el punto de vista profesional
.
EL HIJO MAYOR era INGENIERO NAVAL en EL BOTXO, EL PEQUEÑO
era ABOGADO DE PRESTIGIO en LA BAHÍA.Y
las hembras se habían convertido en CONEJAS PARIDORAS, casadas con HOMBRES
IMPORTANTES- uno de los médicos de la clínica era yerno suyo- y compartidoras
con su madre de los paseos ,las misas y las meriendas
.
DOÑA RUFINA dedicaba todo su tiempo a ser MADRE y ABUELA, y
las relaciones con su marido eran muy a distancia, aunque DON ENRIQUE entraba
y salía del CASERÓN FAMILIAR a cualquier
hora, sin que DOÑA RUFINA prestase
atención alguna.
DON ENRIQUE pasaba muchas horas con IRENE, ejecutando SU PLAN sin
PRISA pero sin PAUSA. Porque al final siempre cae EL LEÓN sobre LA
GACELA
.
QUININA, DOLORES y la
pequeña SOLEDAD también se iban
adaptando POCO a POCO a LA NUEVA VIDA.
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