Principios de junio de 1975. Era mi primer día de libranza
en el SCHLOSS HOTEL de
BIEL/BIENNE, en el JURA SUR, el territorio no desgajado del cantón bernés para
formar el nuevo cantón francófono del
JURA.
Crucé el puente sobre la
THIÉLE y caminé despacio por entre el
río y los prados en plena recogida del heno.
Tuve una extraña sensación: de
pronto el extrarradio era más BIEL que BIENNE, más alemánico que francófono.
Porque un hombre que deveraba el prado con una guadaña similar a la de mi padre,
sólo que sin el asa inferior del astil- GRIP,
dirían los elegantes- me habló, me indicó con
la cabeza el sol,que calentaba a la”suiza”, es decir, más bien poco, y
con el índice me señaló una botella de
agua sobre un “maraño” de yerba: frisches! Fue lo único que entendí.
De paso que me creaba mi
historia, le dije ADIEU por decir algo. ADIEU para los franceses es algo muy
sagrado-Adieu aux armes,de NAPOLÉON- pero para un Bieler/Biennois adieu era
simplemente adiós,Auf Wiedersehen, au
revoir,Wiederluegge.
Del grupo de niños y adolescentes
en torno a una viejecilla arrodillada ante una cesta de la
merienda-recordé algo así en los prados
de mi región natal- se descolgó un mocosuelo de unos cinco años y se acercó a mí.
El chavalín me acompañó durante un hectómetro, con un puñado de
hierbas en la mano ,y explicándome algo que yo no comprendï.
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