Cuando JUANÍN LEIROSO
era niño, LA PARADELA eran siete casas en medio de un tupido bosque.
En el bosque, de paso que se cuidaba de los animales o de
los CORTINOS DE ABEJAS, había otra gran
actividad: recoger maderas para construir MANIEGOS, XUGOS, MADREÑAS,
MULETAS(BASTONES, CAYATAS).
Aparte el taller
comunitario con ínfulas de CARPINTERÍA ELEMENTAL donde los niños practicaban, incluído JUANÍN antes de emigrar, algunos adultos se desplazaban lejos, con el
mulo y las herramientas, y a veces con dos mulos más para llevar madera más
exótica de LA PARADELA, que no encontrarían en los destinos a los que se
dirigían, y se establecían por un mes en
tsugares de XALDOS o de MARNUETOS, al estilo de los
ZARRAGAYEIROS FERROLANOS, pagando a la
familia de acogida con MANIEGOS, XUGOS,
MADREÑAS, incluso con TARROS DE MIEL
PARADELANA, NECTAR DE DIOSES, que a
otros vendían a buen precio.
Ahora todo queda en el recuerdo, más bien en el olvido, pero
cuando JUANÍN tallaba BASTONES trayendo
a su memoria y a su voz, que nosotros escuchábamos en el monte, los ecos de
aquella PARADELA lejana, quizá estaba consiguiendo la ayuda de un DIOS DEL
BOSQUE, o de un espíritu entre burlesco y aterrador: EL BADAGÜEYO, al cual
citaba él como escondido a la noche, FRADANDO las ramas superiores de los árboles.
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